Cultura | TEATRO Y CIENCIA FICCIÓN

Imaginario distópico

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Ezequiel Obregón

Con la pandemia como telón de fondo, un conjunto de obras locales se nutre del género para echar luz sobre temas actuales. Opinan directores y dramaturgos.

Exponentes. Escenas de las piezas Crónicas extraordinarias, Carne argentina y No es fácil escucharla, que este año vuelven a la cartelera.

PRENSA

El término ciencia ficción señala un binomio en apariencias contradictorias que pone en tensión al discurso científico (amparado en la noción de «verdad») con la inventiva ficcional. Pero el arte supo aunar ambas esferas y problematizarlas; extraer a partir de su dialéctica metáforas sobre la condición humana. Basta con hacer un repaso superficial por la literatura y el cine para notar su notable y popular alcance. Y justo en la época en la que debimos familiarizarnos con la medicina para comprender este presente incierto, el teatro local frecuentó como pocas veces al género.
Uno de los espectáculos estrenados durante el año pasado fue Crónicas extraordinarias: Homenaje a Ray Bradbury, de Ana Lucía Rodríguez, que al igual que la mayoría de las obras aquí mencionadas tendrá una reposición durante 2022. En la pieza, una guía invita al espectador a recorrer distintos espacios del Sportivo Teatral, mientras hilvana los monólogos que giran alrededor de las obsesiones del gran autor estadounidense. Según su directora, «todo lo que estamos viviendo estos días y desde el año pasado me remite temáticamente a Bradbury. A manera de homenaje, nos propusimos el desafío de hacer ciencia ficción».
Resulta destacable la variedad estética de estas propuestas: desde obras orientadas al público infantil (la distópica No es fácil escucharla, escrita por Victoria Municoy y dirigida por Wilfredo Parra) hasta puestas coreográficas. Tal es el caso de Carne argentina (preludio para un cyborg de las pampas), de Patricio Suárez, que propone una reflexión sobre la masculinidad. «También quisimos indagar sobre la relación entre cuerpo, técnica y precariedad, y la experiencia biopolítica de la vida indoor en las metrópolis neoliberales contemporáneas, que se vio profundizada por la pandemia», sostiene Suárez.

Humanidad al límite
Javier Daulte, quien se consolidó como uno de los teatristas que más recurrentemente llevaron el género a escena, advierte que «incorporar a la ciencia ficción en el teatro no equivale a tomar elementos del cine y trasladarlos a un escenario. Muy por el contrario, creo que el teatro está recuperando algo que siempre fue suyo y que tiene que ver con los elementos y personajes fantásticos que han habitado siempre en la literatura dramática universal: los duendes y hadas de Shakespeare, los fantasmas, los dioses. ¿Acaso no son equivalentes a los superhéroes y tantos personajes fantásticos que hoy parecen solo pertenecer legítimamente al mundo audiovisual?».
Daulte, por otra parte, es un reconocido docente de dramaturgia. Y de uno de los talleres que dicta surgió Alfa, escrita por Felicitas Kamien, un drama distópico que propone un futuro en donde el semen del hombre ha perdido su potencia fertilizadora. La autora y también directora señala que «en esta época aparecen muchos espectáculos vinculados a la ciencia ficción porque, pandemia mediante, nos hemos habituado al discurso científico». Alfa ahonda en los conflictos familiares y en las problemáticas sobre las que el feminismo produce pensamiento crítico.
En una de las escenas de El perro que no calla, el film de Ana Katz (también directora teatral, dramaturga y actriz), vemos que su protagonista manifiesta los síntomas de una enfermedad pandémica que no es el COVID-19. «La película habla de la constante adaptación que nos pide este mundo para vivir. Y, a la vez, eso que es tan esforzado también tiene una parte linda: la transformación constante», afirma Katz.
En definitiva, estos futuros adversos para la humanidad que toman por asalto a las tablas parecen dar cuenta de los problemas de hoy. La ciencia ficción se revela, entonces, como el horizonte que nos pone frente a una pregunta permanente: ¿cuáles son las limitaciones de lo humano? ¿Y cómo es posible definirlo?