Opinión

Juan Carlos Junio

Dirigente cooperativista

Dilemas, debates y conflictos

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53% de participación. Votó apenas poco más de la mitad del padrón.

Foto: NA

Luego de las elecciones en cuatro provincias del domingo 11, se esperaban con gran expectativa los comicios para la Legislatura en la Ciudad de Buenos Aires, dado que es un distrito determinante en términos cuantitativos, por la cantidad de electores que involucra, así como en términos simbólicos y de expectativas generadas durante la campaña previa acerca de su incidencia en futuros alineamientos políticos.

Lo cierto es que el candidato de La Libertad Avanza, el vocero presidencial Manuel Adorni, fue el ganador, a pesar de que la mayoría de las encuestas no lo preveían. Desde ese resultado, la derecha como espacio político-cultural dirimió la hegemonía en disputa entre el macrismo y el mileísmo, ya que la lista del PRO obtuvo la mitad de los votos de su retador, con un desempeño decepcionante en el distrito que gobierna y en donde venía triunfando en los últimos 18 años.

Si alguien tenía dudas acerca de la existencia de esta disputa por la representatividad de la franja de centroderecha y derecha, quedaron despejadas en la propia noche del domingo y al día siguiente cuando el presidente Javier Milei descalificó públicamente a Mauricio Macri y planteó que la unidad entre ambos sectores en la provincia de Buenos Aires se iba a concretar «sin Macri», dejando en claro que LLA piensa cooptar a dirigentes del PRO sin negociar un acuerdo previo.

Es importante aclarar que se trata de una disputa entre fracciones de un único conglomerado, ya que son núcleos políticos que representan a los mismos intereses económicos y sostienen una ideología similar, tal como se evidenció en las presidenciales de 2023, cuando fueron juntos tras la primera vuelta para desplazar al peronismo del Gobierno nacional.


Gran expectativa
Por su parte, la lista del peronismo y partidos aliados, denominada Es Ahora Buenos Aires, tuvo una performance sólida ya que, a diferencia de lo ocurrido en las provincias norteñas una semana antes, se logró confluir en unidad y con un candidato adecuado para el electorado porteño. La alianza con eje en el peronismo se impuso en seis comunas, muy particularmente en las del sur de la Ciudad, y recuperó la 15, una comuna típicamente de clase media que vuelve a ser ganada por la propuesta progresista.

Esta experiencia, sustentada en la unidad, interpela a los sectores nucleados en torno al peronismo a seguir el mismo camino en la provincia de Buenos Aires. Hacer lo contrario conduciría a la derrota. En cambio, la unificación de la propuesta entre el «kicillofismo» y el «cristinismo» tendría grandes posibilidades de triunfar en el distrito con más peso electoral del país.

Otro elemento determinante que deja la elección porteña es la ratificación de la fuerte caída de la participación electoral ciudadana que se está registrando en cada uno de los comicios realizados este año. En Buenos Aires votó el 53% del padrón, el número más bajo desde el retorno de la democracia en 1983 y 12 puntos porcentuales menos que la inmediata anterior elección similar a esta, realizada en 2021.

Santoro. Encabezó la lista del armado con eje en el peronismo y tuvo un resultado acorde a las expectativas.

Foto: NA

Las explicaciones de este fenómeno podrían ser muchas y diversas, pero está claro que una amplia franja del electorado ha tenido una actitud indiferente ante la elección, ligada a su decepción y disconformidad ante la falta de respuestas a sus necesidades y planteos por parte de Gobiernos anteriores. Este sentimiento se potencia en los sectores más humildes ya que en lo que va de la gestión de Milei han visto acentuarse el deterioro de su nivel de vida. Así es que, en las comunas de núcleos de historia peronista y sectores populares, triunfó la lista de Leandro Santoro, pero la participación fue más baja aún que en otros sectores sociales. Por caso, en la comuna 8 (Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano) votó el 41% del padrón, mientras que en el barrio de Saavedra votó el 60%, lo cual muestra el crecimiento de la disconformidad de los sectores más humildes.

Otro dato saliente de la elección es el crecimiento de la representación en la legislatura porteña de Unión por la Patria (hoy Es Ahora Buenos Aires) y de LLA, a partir de lo cual la gobernabilidad de la gestión de Jorge Macri queda muy cuestionada y lo obliga a negociar con las dos fuerzas mayoritarias para impulsar proyectos legislativos.

Lo cierto es que se abre una gran expectativa para las elecciones de septiembre en la provincia de Buenos Aires y las nacionales de octubre, en las que se dirime la conformación del Congreso Nacional. Seguramente, a partir de las experiencias que muestra el año electoral hasta el momento, las fuerzas políticas más populares harán esfuerzos a los efectos de que se incremente la participación para que desde la masividad se pueda recoger la influencia histórica e identitaria que tienen los sectores políticos progresistas sobre esos núcleos sociales.

Mientras tanto, el Gobierno de Milei continúa con su política de acentuación de la apertura de las importaciones y de baja de aranceles, lo cual generó en Tierra del Fuego una fuerte reacción del Gobierno, del empresariado y muy particularmente de miles de trabajadores que luchan ante el riesgo que corren sus fuentes de trabajo.

En ese contexto, finalizada la fase inicial del año electoral, continúa el escenario muy abierto y siguen vigentes los dilemas, debates y conflictos entre las políticas económicas regresivas que ejecuta el ministro Luis Caputo y los vastos sectores sociales de trabajadores, jubilados, pymes y clases medias, que ven cada vez más afectados sus ingresos, su nivel de vida y sus expectativas futuras. 

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