4 de junio de 2025
El éxodo de firmas transnacionales continúa a pesar del RIGI y de un Gobierno amigable con el empresariado foráneo. Concentración de activos argentinos en mercados estratégicos.

Adiós. En los últimos 18 meses, una docena de compañías de capital extranjero se fueron del país.
Fotos: Getty Images/NA/ Shutterstock
A pesar del revival de relaciones carnales con el Gobierno estadounidense y de la «comprensión» del FMI para destrabar préstamos al Gobierno de Javier Milei, lo cierto es que el éxodo de empresas multinacionales de Argentina continúa. Si bien es un proceso que no comenzó en diciembre de 2023, sino bastante antes, lo llamativo reside en que sean firmas de la envergadura de Telefónica, Mercedes Benz, Procter & Gamble, Itaú, HSBC, Petronas, Exxon, Equinor, Raizen y Total Energies las que vendieron sus activos en los últimos 18 meses. Sin dudas, el caso de Petronas es el más resonante, en particular por su retirada de la construcción junto con YPF una planta de GNL de US$ 30.000 millones en Río Negro. Si bien es el más relevante, tampoco le van a la zaga las empresas Exxon, Equinor, Raizen, Total Energies, todas con desempeño exclusivo en el sector hidrocarburífero, específicamente en el yacimiento Vaca Muerta, la joya de la abuela del Gobierno libertario.
Ahora bien, lo más llamativo de la situación no reside solo en las numerosas salidas de firmas transnacionales, sino también en que ese lugar es ocupado por empresas argentinas o bien con mayoría de capitales nacionales, como Clarín, Open Cars, Newsan, Banco Macro, Banco Galicia, Vista, Pluspetrol/YPF, CGC Energía, entre otras.
Lo que lleva a preguntarse por la eficiencia del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), cuyo objetivo «consiste en incentivar, por un período de 30 años, mediante políticas fiscales y aduaneras, un boom de inversiones en minería, petróleo y gas. Y probablemente también en inversiones agropecuarias», señala la organización Fundar. «El proyecto busca consagrar de una vez y para siempre un patrón de especialización productiva de Argentina como mero exportador de commodities, con multinacionales dominando la crema del negocio y sin ninguna articulación con el entramado productivo nacional o el sistema de innovación. Economía de enclave pura y dura», agrega.
Sin embargo, la puesta en marcha del RIGI no logra convertirse en un impulsor de grandes inversiones. Hasta el primer trimestre de 2025, fueron presentados once proyectos (en su mayoría del sector minero) por un monto estimado de inversión de US$12.566 millones a la espera de su aprobación y adhesión formal.
Y si bien para la gestión libertaria y sus adláteres 2024/2025 son los nuevos 90, cabe aclarar que, además de la pizza con champán, lo que brilla por su ausencia son las Inversiones Extranjeras Directas (IED). Contra los US$ 75.000 millones que ingresaron durante los 10 años del gobierno de Carlos Menem, Milei exhibe en todo 2024 unos magros US$ 344 millones. Y de acuerdo al balance cambiario del Banco Central, en febrero de este año la inversión directa extranjera no financiera, la que va a la producción, tuvo un egreso neto de US$ 1.050 millones. La cifra asciende a US$ 1.668 millones desde diciembre, lo que triplica el monto ingresado por este ítem en todo el año pasado.
«Con el RIGI no alcanza, faltan rutas», afirmó casi lacónicamente hace unas semanas el CEO para Latinoamérica de Barrick Gold, Marcelo Álvarez, la minera de oro más grande del mundo, ante el Congreso anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas.
Así las cosas, los capitales extranjeros salen del país a pesar del RIGI y de la mano del éxodo de multinacionales se va configurando una fuerte concentración en mercados estratégicos como energía, alimentos, bancos y telecomunicaciones, en esta ocasión encabezada por empresas de capital nacional. A contrapelo también en este aspecto de la última década del siglo pasado, cuando los grupos económicos nacionales vendieron primero sus participaciones en capital de sus empresas, para luego desprenderse del grupo económico entero, en el marco de la convertibilidad y con el patrón de acumulación basado en la valorización financiera, en pleno apogeo. «En la valorización financiera todo activo físico, productivo, se convierte en un activo financiero. Entonces, los grupos económicos, en el marco de la convertibilidad, evalúan que tiene activos fijos con valores notablemente elevados respecto a cualquier comparación internacional», resumía el economista Eduardo Basualdo para explicar la masividad de las ventas de las empresas de los grupos económicos locales durante la década del 90.
Para Alejandro Gaggero, especialista en temas de sociología económica y economía política, «los grupos empresarios que quedaron post 90 son los vinculados a la producción agroindustrial, a servicios, algunos grupos puntuales en la producción industrial (como en aluminio), grupos farmacéuticos y grupos vinculados a la energía. Sin embargo, durante las últimas dos décadas hubo un proceso de consolidación de un conjunto de grupos de capital nacional en el sector energético, en distintas ramas. Algunas tienen que ver con el sector eléctrico y otras fueron consolidándose en el sector hidrocarburífero. En algunos casos son grupos sin una larga tradición hidrocarburífera. Son grupos que aprovechan oportunidades, que en cada época van saltando de sector en sector. Son actores que por el conocimiento de la política y la economía argentina van aprovechando oportunidades».

Mercedes Benz Argentina. La emblemática automotriz abandona Argentina luego de 74 años.
–¿Por qué se retiran hoy las multinacionales?
–Hay que dividir en dos la explicación. Hay factores que llevan a los extranjeros a desinvertir en el país y que tienen que ver con el corto plazo, con la coyuntura local. Pero hay otros que están vinculados a la estrategia global que tienen estas empresas, que tienen que ver con el largo plazo e incluso con una perspectiva regional. En los casos actuales, esta segunda opción algo juega.
–¿Aun con un Gobierno procapital y con Vaca Muerta como explotación estrella?
–El sector de hidrocarburos en particular está quedando con una preeminencia nacional y no transnacional, y es llamativo, porque los incentivos fiscales del Gobierno lo que buscan es atraer a los grandes capitales globales. Pero no está pasando en Argentina. Además, del planeamiento de estrategias con mucha antelación por parte de las multinacionales, vale destacar que los grupos económicos locales tienen una gran virtud que es la flexibilidad, el conocimiento de la economía y de la política nacional y una particular capacidad de encontrar oportunidades.
Los años por venir develarán si las empresas o grupos económicos nacionales son capaces de llevar adelante, particularmente, el proceso de explotación de las fenomenales reservas hidrocarburíferas de Vaca Muerta en el marco de un Gobierno de libre mercado.
Ricardo Aronskind, economista e investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento, sostiene que los grupos económicos nacionales desde hace décadas, más específicamente desde los 70 en adelante, abandonaron cualquier tipo de pretensión de transformarse en una clase que disputa poder a nivel internacional. Dejaron de lado la idea de proyectarse en el escenario mundial como un sujeto independiente. En la misma línea, el economista y periodista Alejandro Bercovich, habla de «renuncios». El primero tuvo lugar en los años 90, cuando los empresarios nacionales vendieron sus empresas, como lo refiere Basualdo. El actual es otro momento de renuncia. Grupos económicos fuertemente diversificados en distintas ramas de actividad («saltan de un sector a otro», sostiene Gaggero), aceptan «comprar» un modelo subdesarrolista como el libertario. Un modelo primitivo en términos productivos, científicos y tecnológicos, que llevan a delinear un país reprimarizado, especializado en 3 sectores básicos como son petróleo, gas y energía de Vaca Muerta; minería (de cobre, litio y oro); y proteína vegetal. Porque son incapaces de imaginar un país con activos propios que lo haga avanzar tecnológicamente y así disputar, debatir mejor con los avances tecnológicos del resto del mundo.
La verdadera fuente de poder de un país radica en su capacidad de producir, no solo de acumular riqueza, escribió en 1776 el padre del liberalismo económico, Adam Smith, en su obra más destacada, La riqueza de las naciones.