25 de mayo de 2025
Tras la experiencia porteña, en el PJ saben que no hay más lugar para divisiones ante la amenaza de un eventual triunfo del oficialismo. La candidatura de Cristina Fernández y los planes de Axel Kicillof.

Instituto Patria. La expresidenta reunida con dirigentes del PJ correntino.
Foto: @CFKArgentina
Las alarmas del peronismo bonaerense se encendieron en la última semana, a partir de los resultados de la elección en la Ciudad de Buenos Aires. El triunfo de La Libertad Avanza (LLA) en comicios desdoblados y con una bajísima participación dejó un mensaje elocuente para Cristina Fernández y Axel Kicillof: si no llegan a un acuerdo, la ola violeta podría arrasar con ambos.
La interna peronista es oscilante. Cuando parece apaciguarse y los distintos sectores manifiestan en público su voluntad de ir unidos, vuelven las rispideces. Sucedió el último jueves con un tema concreto: el kirchnerismo había presentado un proyecto para habilitar a los legisladores a ser reelectos, pero no consiguió el número para tratarlo en el Senado bonaerense en una sesión especial. El tema parecía avanzar sobre ruedas y, en el medio, una senadora alineada con Kicillof presentó un proyecto más amplio, que incluía las reelecciones indefinidas de los intendentes. Se desató un cortocircuito y el tema quedó sin tratarse.
Carlos Bianco, el colaborador más estrecho de Kicillof, admitió que no hay un diálogo concreto para buscar un acuerdo entre ambas tribus. «Nadie está discutiendo en términos prácticos la unidad», sostuvo. Es que la insistencia pública sobre la necesidad de ir unidos no saldará las discusiones, que en varias instancias se llevaron al límite y alimentaron la bronca entre las segundas líneas. Intendentes, legisladores y funcionarios que responden a Fernández y a Kicillof conviven en un clima de malestar.
En ese escenario, la expresidenta avanza con la idea de encabezar la boleta por la Tercera sección, y a ese plan se sumó en los últimos días el exministro de Economía, Sergio Massa, que ya admite por lo bajo que está dispuesto a competir en la Primera. Ambos operan como una amenaza concreta para Kicillof, quien quedaría en desventaja a la hora de armar las listas en los municipios más calientes del Conurbano. ¿Cristina está decidida a competir o se trata de una señal para condicionar el armado de listas? En el entorno del gobernador impera la desconfianza. Sostienen que hasta ahora la candidatura de la expresidenta solamente es una construcción periodística. Lo mismo piensan de Massa, que especulará, encuestas en mano, y definirá qué hacer a último momento. En el entorno del líder del Frente Renovador (FR) aseguran que no tomará la decisión antes del 30 de junio, un límite autoimpuesto para hacer el anuncio. También dejan trascender que un grupo de intendentes, encabezados por los cristinistas Federico Otermín y Gustavo Menéndez, le pidieron que compita.
Además del argumento de garantizar un piso de votos con caras conocidas, las candidaturas de Cristina y Massa persiguen un segundo objetivo: establecer el tono de la campaña y nacionalizar los debates, en detrimento de la idea de Kicillof, quien apostaba a plebiscitar su gestión. En el PJ Nacional aseguran que tomaron nota de lo ocurrido en CABA: si bien Santoro apeló a una campaña local, el ritmo lo marcó Javier Milei, que se pegó a Manuel Adorni y condicionó la agenda. Desde comienzos de este año, la expresidenta se manifestó en contra de desdoblar la elección bonaerense y de apelar a una campaña de tono provincial. Su argumento era que había que apostar a una confrontación nacional con Milei. Repetía, puertas adentro, que tanto los medios como los candidatos opositores pondrían el foco en casos de inseguridad y deficiencias en el área de salud para cuestionar la gestión del gobernador. Por eso sostenía que lo mejor era votar en la misma fecha, pero Kicillof la desoyó.

Gobernador. Kicillof encabezando un acto de entrega de vehículos para fuerzas de seguridad en La Matanza.
Foto: NA
La Cámpora y el Frente Renovador (FR) insisten en que el desdoblamiento fue un error. Admiten que el resultado electoral podría ser adverso y le recriminan al gobernador haber tomado una decisión unilateral. En La Plata, por el contrario, creen que arman un escenario para culpar a Kicillof de una derrota o una ruptura.
Con el resultado fresco de los comicios porteños y las dificultades de Santoro para que la campaña tuviera un tono completamente local, Cristina y Massa se creen en una situación de ventaja para marcar esas cuestiones en la interna. Sostienen que no hay lugar para nuevos errores. El clima cambió en la última semana, ya que antes de los comicios porteños el peronismo venía de vivir una paliza en las elecciones de Chaco, San Luis, Salta y Jujuy. En las dos últimas, el PJ provincial estaba intervenido y bajo la supervisión de la exvicepresidenta, quien había quedado en el centro de los cuestionamientos. Sobre todo por el caso de Salta, donde la intervención se dio bajo su mandato. Pero la relación de fuerzas es oscilante y, quien quedó en desventaja, ahora parece ser el gobernador bonaerense.
La relación personal entre Fernández y Kicillof está rota. Hace meses que no hablan, y sus segundas líneas decidieron tirarse con artillería pesada a través de los medios y discusiones en los distritos. Sin embargo, contra lo que esperaban los intendentes más cercanos al gobernador, tanto él como la titular del PJ consideran que esta campaña no será el mejor ámbito para medirse. Al no haber primarias, si van separados podrían quedar detrás de Milei. Teniendo en cuenta que La Libertad Avanza (LLA) va camino a lograr en la provincia lo que no pudo en la Ciudad: la absorción del grueso de los dirigentes del PRO para competir en sus filas. El peronismo espera evitar una victoria violeta en su territorio más amigable, aunque ninguno puede descartar la fractura, por el nivel al que escaló la pelea. En las próximas semanas, se agudizará la puja por las listas. Cristina decidió reaparecer en escena con un acto este domingo, mientras Kicillof suspendió el que planificaba para el sábado 24, donde iba a hacer una demostración de fuerza junto a los intendentes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF). Son gestos, que hasta ahora no se traducen en negociaciones concretas. La fecha tope para el armado de listas es el 19 de julio, por lo que a la discusión interna entrará en su recta final. Al menos durante 2025.