19 de mayo de 2025
El resultado en la Ciudad redefine el escenario de la derecha al dilucidar la disputa interna en favor de Milei frente a Macri. El peronismo, entre luces y sombras, y el ausentismo como dato insoslayable.

Festejo. Junto a su candidato y parte del Gabinete, el presidente dijo que se pintó de violeta el bastión amarillo.
Foto: NA
Se sabía que las elecciones porteñas que se realizaron este domingo 18 de mayo podían ser un punto de inflexión. Muchas de las contiendas políticas que se vienen librando desde que Javier Milei asumió la presidencia confluían en esta batalla. Los resultados modificaron por completo el mapa de la política local y tienen un impacto inocultable a nivel nacional. Otro dato de la jornada fue el nivel de participación, el más bajo desde que existe la autonomía capitalina incorporada en la Constitución de 1994.
Los resultados para renovar 30 legisladores locales se conocieron temprano, solo 90 minutos después de que se cerraran los comicios. Manuel Adorni, de La Libertad Avanza (LLA), obtuvo el 30,1% de los votos. En el segundo puesto quedó Leandro Santoro, de Es Ahora Buenos Aires, con el 27,34%. Bastante más abajo apareció el partido que hace casi 20 años reina en la Ciudad. Silvia Lospennato encabezó la lista del submarino –por lo hundido– amarillo. Sacó el 15,93%, el peor resultado del PRO desde su fundación. El cuarto lugar fue para el exjefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, que salvó su aventura independentista al conseguir el 8,08% de los votos. Detrás se ubicó Vanina Biasi, del Frente de Izquierda y los Trabajadores, con el 3,16%. Esas fueron las fuerzas políticas que podrán ingresar uno o más diputados en la Legislatura, ya que el piso es de tres puntos. Afuera quedaron el libertario Ramiro Marra, de la UCEDE; Paula Olivetto, de Coalición Cívica; la radical Lula Levy, de Evolución-UCR; el morenista Alejandro Kim, de Principios y Valores, que confirmó que la estrategia del peronismo de pura cepa cosecha 1945 no funciona en la Ciudad, y candidatos de ocho frentes más.
Fue una elección que se presta para múltiples lecturas. Aquí se hilvanarán algunas.

Sin explicaciones. Macri con Lospennato: dura derrota del PRO.
Foto: NA
El ocaso
La pelea de fondo más importante de la elección porteña era por el liderazgo de la derecha. La vienen librando Mauricio Macri y Milei desde la llegada del libertario a la presidencia. El fundador del PRO había apoyado al panelista de televisión en el balotaje de 2023 creyendo que podría cogobernar. Ahora Milei tiene en la mira arrebatarle a Macri la Ciudad, el distrito más rico del país, que fue la plataforma de todo el proyecto de poder amarillo. Y con ella, todo poder de negociación en los armados políticos que se vayan construyendo en cada provincia.
La debacle del PRO tiene otro artífice, Horacio Rodríguez Larreta. Milei y el exjefe de Gobierno confluyeron en esta ocasión en el objetivo de destronar a Macri. La estrategia del hijo de Franco había sido primero boicotear la carrera a la presidencia del exjefe de Gobierno impulsando a Patricia Bullrich. Luego, había apostado por Milei para sacar del juego a Bullrich, y finalmente quiso que el padre adoptivo de Conan fuera su «Chirolita» en la Rosada. «Puede fallar», dirían en las redes sociales. Este domingo esa estrategia demostró ser una batalla de Waterloo para la vida política de Macri.
Los ocho puntos de Larreta habría dejado a Lospennato más cerca del 25% y la catástrofe habría sido un poco menor. El exjefe porteño celebró su porcentaje, que le permitirá ingresar tres legisladores, como quien al menos salvó la ropa con su aventura independentista, lejos de la casa del padrino que alguna vez le brindó un abrigo.
Una hora después de que se conocieran los resultados, Macri apareció en los estudios del canal de cable TN. Estaba vestido con un chaleco inflado que podía parecer un salvavidas para un barco que se hunde. Acusó a Milei de poner el acento en la batalla contra el PRO y no contra el peronismo, pero se mostró abierto a seguir negociando. Era la escena de una rendición incondicional.
El mileismo, por su parte, tuvo un festejo eufórico en el Hotel Libertador, el edificio que fue hogar del presidente durante más de un mes cuando resultó electo. En el búnker de la extrema derecha estaban convencidos de que la migración de dirigentes macristas a las filas de LLA no hará más que acelerarse. Figuras como el bonaerense Diego Santilli solo estaban esperando este duelo en la Ciudad para cuadrarse ante un nuevo jefe, jurar lealtad a Milei y regalarle a Macri unas bochas para que juegue en la plaza. Nunca se puede dar por derrotado definitivamente a nadie, pero después del resultado de estas elecciones a Macri parece perseguirlo su jubilación política como si fuera su propia sombra.

Santoro. La lista de Es Ahora Buenos Aires sostuvo el caudal histórico del peronismo en la Ciudad.
Foto: NA
Claroscuros
El peronismo, por su parte, apostaba a colar una victoria en medio de la fragmentación de la derecha. Era un juego de equilibrios muy inestable, una moneda tirada al aire difícil de controlar. Antes de las elecciones, las encuestas le daban a Leandro Santoro entre un 25 y un 30% de intención de voto. La coalición Es Ahora Buenos Aires aspiraba a los 30 puntos. Quedó bastante cerca. Sin embargo, la relación entre la expectativa y la realidad puede provocar que un buen resultado tenga sabor amargo. En este caso, había sido muy fuerte la instalación de que Santoro saldría primero. Quizás ese exceso de optimismo empujó una polarización y provocó una mayor migración de votos del PRO a la Libertad Avanza. Desde el poroteo legislativo, la coalición panperonista puede darse por satisfecha. Ponía en juego ocho bancas en la Legislatura local y obtuvo 10, es decir que sumó dos. Lo mismo ocurrió en el aspecto territorial. En las elecciones para jefe de Gobierno, hace dos años, Santoro había ganado en dos comunas, la 4 y la 8, ahora añadió la 3, la 5, la 9 y la 15. Al mirar el mapa de la Ciudad se ve con claridad un triunfo de la extrema derecha en el corredor norte, el más pudiente, una victoria del peronismo en el sur y una disputa por los barrios de la franja central.
Santoro había planteado antes de la elección que una vez pasada esta instancia había que ampliar la coalición. Queda claro que es así. El panperonismo deberá preparar un buen brebaje para tragar sapos. Porque objetivamente para crecer debe ampliar hacia la base electoral del larretismo. Alguna vez Martín Lousteau estuvo a punto de ganarle la Ciudad a Larreta porque sumó dos vertientes: el voto peronista y un sector antiperonista «progre» que cree en el Estado. Esa franja votó en esta ocasión dividida en varias opciones, entre ellas Larreta. ¿Son alianzas posibles? La política es ese terreno en el que los adversarios de ayer son los aliados de mañana y viceversa. Todo depende de qué tan fuerte sea el antimileísmo como pulsión en la sociedad porteña.
Pocos votos
La Ciudad no escapó de la tendencia a la apatía electoral que ya habían mostrado las elecciones locales en Santa Fe, Jujuy, Chaco, San Luis y Salta. De los más de tres millones de porteños habilitados para votar, solo el 53,2% fue a las urnas. Es la participación más baja en la historia de las elecciones locales desde que la Ciudad se volvió autónoma en 1994. Hasta ahora, el nivel más bajo había sido en 2007, cuando Mauricio Macri fue electo jefe de Gobierno por primera vez. En esa ocasión concurrieron a las urnas el 68,5% de los porteños. En la otra punta, la mayor participación registrada había sido en octubre de 2019, cuando alcanzó el 80,1%.
Más allá de este pico, el promedio general en estos 31 años de autonomía se ubicó en un piso del 70% y un techo del 80%. Eso transforma al bajo nivel de participación de la elección de este domingo en un dato histórico.
¿El ausentismo fue porque en las anteriores elecciones se votaba también diputados nacionales o jefe de Gobierno porteño y elegir solo legisladores locales no tiene atractivo? Puede ser, aunque al mirar lo que viene ocurriendo en otros distritos pareciera haber un mar de fondo que en algún momento saldrá a la luz.
El bloque peronista ha sido un adorno , cuando no cómplice de la gestión derechista.Esperemos que se modifique esa actitud y sea verdadera oposición.