El actor mendocino logró insertarse en el medio televisivo, aunque rechaza los papeles protagónicos. Para tomar mayores riesgos incursiona en el teatro, con piezas oscuras como «En la soledad de los campos de algodón», recién estrenada en el CCC.
25 de agosto de 2016
Cliente y dealer. Caponi, García y una historia que gira alrededor de las drogas. (Gentileza Nico García)
Siempre digo que tenés que estar preparado para recibir cincuenta cachetadas y una caricia. Hay que hacer y hacer. Tengo más de quinientos castings en mi vida, por lo que ya no me da miedo nada. Muchas veces es cruel, aunque a mí me fue bastante bien». Esta frase define al mendocino Marco Antonio Caponi, un actor que consiguió un espacio a base de empuje y talento. Así fue ganando lugar en televisión, gracias a roles cada vez más importantes en Valientes, Sres. papis, Herederos de una venganza, Vecinos en guerra y en La leona.
Aunque ya cuenta con un meritorio recorrido, para el mendocino de 32 años «esto de la actuación recién empieza». Y siente que con En la soledad de los campos de algodón, recién estrenada en el Centro Cultural de la Cooperación, puede haber «un antes y un después» en su trayectoria. Se trata de una pieza compleja, fuerte y arriesgada del francés Bernard Marie Koltes, dirigida por Jorge Vitti y adaptada, en 1997, por Alfredo Alcón, quien la llevó al escenario bajo su realización.
La pieza de Koltes, que coprotagoniza Nico García (intérprete paraguayo, que se hizo conocido también en La leona) propone un duelo verbal entre sus protagonistas: un dealer (García) y un cliente (Caponi). «Un vínculo que estará marcado por la dualidad entre la oferta y la demanda, la brutalidad y la humanidad, por la mirada del otro y de uno mismo», define Caponi, que se sintió cautivado por la complejidad de un texto «que lo tiene todo: densidad, profundidad, estructura y sensibilidad».
En la soledad… es una pieza que camina por una endeble frontera entre la vida civilizada y el mundo salvaje, donde irrumpen como latigazos la droga y la homosexualidad. «El deseo y el objeto del deseo están constantemente dando vueltas en la boca de los personajes», describe. «Siempre es intangible lo que se propone y lo que se rechaza. La elocuencia de la palabra va manipulando a los personajes, todo esto sucede en medio de hombres y animales salvajes a los que ni siquiera se les ve la cola», agrega.
Cuando surge el nombre de Alfredo Alcón en la charla con Acción, Caponi cuenta que lo conoció en esa fabulosa obra que fue Filosofía de vida, hace apenas cinco años. «Recuerdo que siempre hablábamos con Alfredo de la vida y me generaba fascinación su extraordinario sentido del humor. Lo extraño mucho, porque fue un caballero que me enseñó con su ejemplo, su trayectoria y su pasión por el teatro».
Personajes a medida
Desde 2010 que viene teniendo una actividad intensa en la televisión, aunque el propio actor afirma que no se siente instalado en el oficio. «La tele es un lugar donde todavía no encontré lo que me gustaría hacer, lo que quiero hacer, aunque me dio algunas satisfacciones. La verdad es que quisiera ser parte de algo que nunca se haya hecho. Por eso, como en esta obra, intento buscar mi voz. El hacer es crecimiento, sea cual sea el resultado».
A pesar de haber integrado ciclos con alto rating, nunca fue protagonista ni le interesa serlo. «Francamente, no tengo ningún deseo de protagonizar. De verdad, tuve la oportunidad varias veces y lo rechacé sistemáticamente. ¿Por qué? Porque el costo-beneficio es demasiado alto: es agotador sostener tantas escenas y un personaje durante cien capítulos. Prefiero buscar otro rumbo y, mientras, conformarme con un personaje chiquito y bien diseñado».
Hincha de Godoy Cruz y fana de Messi, Caponi, que hoy está en boca de la prensa del corazón por su relación con su colega Mónica Antonópulos, confiesa que todavía está a la espera de un gran papel. «Lo que hice hasta aquí fue adquirir experiencia, probar en todas las formas posibles. Pero siento que todavía no empecé: recién estoy haciendo escuela. El camino es largo y los mejores personajes vienen a partir de los 35 años: voy por los 32».