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La participación política, la actualización de los programas y el trabajo de los docentes, entre otros temas, fueron debatidos por representantes de centros de estudiantes de escuelas de distintas ciudades. La educación según sus protagonistas.


Voces. «Estamos capacitados para tener más participación institucional, necesitamos colegios más democráticos», dicen los chicos. (Jorge Aloy)

 

Más de 80 jóvenes, representantes de los centros de estudiantes de 35 escuelas secundarias de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, de Córdoba, Rosario y Paraná, debatieron acaloradamente en la sede porteña de la Unión de Trabajadores de la Educación (Ute) y exponen sus miradas sobre temas como la innovación pedagógica, la infraestructura de las escuelas, las motivaciones y el sentido de la educación media y, sobre todo, el rol de los centros de estudiantes y la participación de los alumnos.
El encuentro fue organizado por una mesa de estudiantes de distintas agrupaciones y la Fundación Voz en el marco del programa Transformar la secundaria. «La idea es generar demandas, propuestas y lograr consensos y espacios de diálogo que permitan impulsar los cambios que queremos hace mucho tiempo y que esto sea a partir del Estado y no por una puja constante», explica Violeta, una estudiante de 16 años de una escuela pública de la localidad bonaerense de Avellaneda.
Martina tiene 15 años, y no pertenece al centro de estudiantes de su escuela, pero una amiga le habló de la propuesta y quiso saber de qué se trataba: «Hay que encontrar una manera de que los alumnos estemos más cómodos en los colegios, de que nos sintamos más motivados porque la escuela es nuestro día a día y un cambio sería bueno para todos nosotros y para la sociedad, porque somos el futuro», afirma.
En nuestro país, la educación arrastra, desde hace décadas, numerosos problemas estructurales. En este sentido, los chicos coinciden tanto en la necesidad de unificar criterios para solucionarlos como en la importancia de trabajar en equipo, en comunidad. Para eso, dicen, es fundamental lograr una unidad con los docentes para luchar por los objetivos comunes. Creen que la profesión docente es fundamental porque son los maestros quienes pueden incentivar el desarrollo de mentes críticas. Entonces, exigen que el presupuesto educativo sea mayor para que los profesores no sean «docentes taxis» que tengan que trasladarse de una escuela a otra. «Ellos necesitan un buen sueldo para que la bronca económica no nos la tiren a nosotros en las aulas. Muchos docentes se enojan con los alumnos cuando el problema es otro», expresa Camilo, estudiante de 5° año de una escuela del barrio porteño de Flores.
Otro de los reclamos tiene que ver con las actualizaciones en las currículas, las nivelaciones según promedio y el sistema de previas que consideran injusto debido a que si un alumno desaprueba tres materias, repite el año aunque haya obtenido buenas calificaciones en el resto de las asignaturas. En este sentido, aseguran que una alternativa sería un régimen más parecido al universitario.
En cuanto a la participación estudiantil en la toma de decisiones, los jóvenes se plantean hasta qué punto un alumno está preparado para intervenir sobre su propia educación, sobre los contenidos o la modificación de reglamentos y sanciones a partir de la formación de consejos de convivencia, resolutivos o asesores.  Ellos tienen la respuesta. «Creemos que estamos capacitados para tener más participación institucional porque necesitamos colegios más democráticos», afirma María, representante del centro de estudiantes de una de las escuelas más prestigiosas del país.

 

Problemas y soluciones
Si bien la lista de demandas continúa, los alumnos sostienen que este espacio es un buen comienzo para que se escuchen las problemáticas y las posibles soluciones. Ana, una estudiante de 3° año de una escuela porteña, se muestra entusiasmada y optimista. Cree en la posibilidad de lograr que la comunidad educativa deje de ser una promesa y sea una realidad concreta. En la sociedad –dice–  muchas veces está la idea del estudiante como el joven rebelde que se lleva por delante todas las instituciones y eso no es así. «Somos chicos y tenemos nuestras luchas y nuestras opiniones. Necesitamos trabajar todos juntos, desde cualquier lugar del país, para transformar las cosas de nuestra educación», agrega.
«El centro de estudiantes, tu lugar para transformar», «Sin movimiento no podemos crear lucha ni conciencia» o «El mejor lugar para los jóvenes es la política» son algunas de las frases que se leen en las banderas que alzan los estudiantes cuando encabezan alguna marcha. Los cambios deben ir de la mano de las políticas públicas. Violeta aporta una clara explicación: «Tiene que ver con entender a la política como algo que uno vive y respira todos los días, más allá de los dirigentes y de los partidos políticos». Entender la política como una herramienta de transformación del día a día.
«Hay una ley de centros de estudiantes que es muy detallada pero deberíamos hacerla cumplir. Es decir, que se garantice el espacio, que los chicos la conozcan, que los directivos acompañen y que el Estado ampare esta decisión. Desde los centros de estudiantes debemos llevarles esperanza a los pibes y esa esperanza, transformarla en acción concreta y que todo podamos verlo reflejado en un trabajo concreto», expresa Camilo.
Invitado a compartir las conclusiones sobre el encuentro, Franco Bogado –de la Federación de Estudiantes Secundarios de Quilmes– toma la palabra. «Las escuelas tienen que formar ciudadanos libres y no deben transformarse en comedores escolares. Los centros de estudiantes tienen que trabajar en ese sentido. Nunca hay que naturalizar las injusticias. La única forma de revertir ciertas realidades es con organización, debatiendo, sea o no de política partidaria. Un pibe tiene que poder ir a la escuela, hacer un deporte y pasar tiempo con sus amigos. El ser humano tiene que sentir las injusticias y transformarlas».

 

 

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