12 de diciembre de 2023
Santiago. El presidente Boric tras firmar el proyecto de la nueva propuesta para modificar la Constitución, el 7 de noviembre.
Foto: Getty images
La sociedad chilena nuevamente acude a las urnas. Desde el estallido social de octubre de 2019, uno de los temas centrales de la política del país ha sido la eliminación y/o reforma de la Constitución heredada de la dictadura que gobernó entre 1973 y 1989.
Aquel texto, que no fue votado sino impuesto, fue cuestionado durante las protestas de 2019 cuando gobernaba Sebastián Piñera, que fue obligado por las circunstancias a comenzar un proceso de reforma constitucional.
El 17 de diciembre, la ciudadanía tendrá que responder a la pregunta: «¿Está usted a favor o en contra del texto de nueva Constitución?», en un contexto de gran confusión respecto de la elaboración de la nueva propuesta. Esto se explica por la crisis de representatividad que vive Chile desde la dictadura y que tuvo su máxima expresión en octubre de 2019, con las multitudinarias manifestaciones que pusieron en jaque todo el sistema político y llevó a la presidencia a Gabriel Boric en marzo de 2022.
Todavía con Piñera en el poder, en octubre 2020 se aprobó por amplia mayoría la conformación de un organismo que no fuera por representación partidaria para que elaborara una nueva Constitución sobre un papel en blanco y desechara por completo aquella de la dictadura. Sin embargo, fue rechazada en 2022 –ya con Boric presidente– por amplia mayoría luego de ser demonizada por los partidos de derecha. Muchas personas votaron en contra porque se instaló en los grandes medios que habría una masiva confiscación de las viviendas particulares si se aprobaba, algo totalmente falso.
El texto actual es producto de un nuevo organismo, esta vez sí conformado por representación partidaria, pero, paradójicamente, hegemonizado por quienes no querían tocar la Constitución pinochetista. Una verdadera incongruencia. Como todo lo que sucede en Chile desde el estallido social.