30 de diciembre de 2023
«El libre albedrío no existe. Pero hay que vivir como si existiera».
Jorge L. Borges.
¿Cuánta plata debo?
La mamá tiene un cuaderno en la mano. Llama a su hijo, que está boludeando con una pelota en el patio. Este se acerca y la mamá le dice:
–Marito… ya tenés 11 años. Vas a convertirte en un hombre pronto. Bueno… ya sos un hombrecito…
–Mssse… ¿a qué viene esto mamá?
–Tenemos que hablar del futuro. De tu futuro. Ya hay que ir pensando en cosas de la secundaria, y de la facultad si querés…
–Bueno a mí me gustaría…
–«¿Me gustaría?» Mmm… ya tenemos un problema.
–¿Por?
–Porque a veces lo que nos gusta es enemigo de lo que nos conviene. La mayoría de las veces, te diría. Seguro que alguna vez habrás escuchado a papá decirme: «Pero Marina, sos una reverenda pragmática hija de puta»…
–Sí, sí. Nunca entendí lo de «pragmática». Y no te dice «hija de puta». Te dice «hija de remil putas». A veces agrega cosas como «la concha de tu madre» o «la concha de Bruce Willis».
–Así es. Y lo dice porque soy práctica, realista. Eso es ser «pragmática». No dar vueltas, y más allá de deseos y valores, pienso que hay que hacer lo que finalmente resulta.
–Bueno, pero uno puede perseguir un sueño.
–Si al sueño lo tenés que perseguir, quiere decir que el sueño está huyendo. Y si está huyendo, es porque el sueño no quiere estar con vos. Dejalo libre al sueño. Que le cague la vida a otro.
–Está bien, pero si yo trabajo por mi sueño, puedo lograrlo.
–Estás pasado de nebulizaciones de Disney. Siempre se lo dije a tu papá. La vida no es perseguir un sueño. La vida es pagar lo que debés. Y si te sobra plata, mejor. Ahí podés más o menos darte un gusto, «cumplir un sueño», ponele…
–¿Pero por qué me decís «pagar lo que debés»? ¿Vos me vas a cobrar lo que me diste?
–Nooo. Soy tu mamá y te amo. No me debés nada. Todo te lo di y te lo voy a dar con amor. Es por amor que te doy las cosas. Pero eso es una anomalía del capitalismo. En la vida puede haber mucha gente que te ame. ¿Pero cuántas?
–Podemos hacer un cumpleaños grande y probar.
–Pueden venir cien, o doscientos… Pero los que te quieren, los que te van a dar todo sin pedirte nada, no van a ser más de diez o quince.
–Bueno, son bastantes.
–Sí. Pero sirven en el caso de que puedan darte algo. Si son pobres no te van a poder dar más que amor. Y por ahí, encima, los tenés que ayudar económicamente vos.
–Okey. Supongamos que sí pueden.
–Bien. Entonces, tenemos quince personas que te van a dar por amor. Pero está el resto del mundo. Unos cuarenta y ocho millones de personas en la Argentina y unos siete mil ochocientos millones en todo el mundo. Son muchísimos… y son iguales en algo.
–¿En qué?
–En que vos no les importás un pomo. Algunos cientos pueden conocerte. Pero son miles de millones los que no. Y, por lo tanto, no te van a dar nada. Te van a cobrar todo. A esos les debés. Al resto del mundo.
–¿Pero por qué les debo?
–Porque tenés que vivir. Ahora vas a entender. Deja la pelotita, agarrá este cuaderno y anotá.
–Okey.
–Ponele que te independizás de nosotros a los veinte años. Pero por la forma en que se prolonga la adolescencia y porque te podemos bancar, a los veinticuatro. Y te damos una expectativa de vida (que se va a estirar, seguro) de ochenta y cuatro años, por decir algo.
–Está bien. Tengo sesenta años sin depender de ustedes.
Así es. Si querés tener una vida más o menos burguesa como la que tenés hasta ahora, con o sin familia, vas a necesitar unos mil dólares por mes.
–Hagamos cuentas. 1.000 x 12 meses (un año). Y luego: 12.000 x 60 (por los 60 años). Total: 720.000 dólares.
–¿Eso qué es?
–Es lo que debés. Es tu deuda. Vas a necesitar pagar esa plata para poder vivir. Es lo básico para un burgués como vos.
–O sea: ya debo 720.000 dólares.
–Sí. Es lo que vas a necesitar para vivir.
–Pero bueno, puedo heredar de ustedes… o…
–O podés vender merca a la salida de una misa. No importa cómo vas a conseguir la plata. A los demás no les importa.
–Bueno, pero hay formas honestas…
–Los billetes son los mismos. Estamos hablando de la plata que debés, no de cómo la ganás. ¿Escuchaste hablar de las políticas de género?
–Sí. En la escuela hicimos una jornada…
–La plata no tiene sexo. El sexo, el género, son cosas de los que pagan o cobran. A un banco no le importa si sos hombre, mujer, si tenés cuerpo o cuerpa. Quiere la plata. Los que te van a permitir sobrevivir, quieren tu plata. Así que es bueno que sepas cómo son las cosas.
–Bueno. Quiero vivir todos esos años que calculaste. Y más… Así que me voy a tener que poner las pilas para pagar lo que cuesta.
–Así es. Por eso se le dice «costo de vida».
–Bueno, supongo que también puedo estar bien.
–Claro. De eso se trata. Cómo sentirse bien en esos espacios de tiempo que quedan entre conseguir la plata y pagar.
–Peor es morirse.
–Obvio. Aunque todo se vuelve más fácil. Es una manera de ahorrar. Al fin y al cabo, morir es dejar de pagar. Vivir es deber. La vida es un FMI que condiciona y ordena tus días. Perdón por la metáfora.
–Mamá, no me das mucho ánimo.
Análisis y reflexión
Seguramente ya ha sacado conclusiones de lo recién leído. No dudamos de ella, pero ofrecemos humildemente esta otra.
La deuda como emoción, un diálogo con Francisco Berefio, observador de perros, pollos y brócolis.
–Yo no voy a andar con esa boludez de «aprendamos de los animales, que son puros y nobles y todo eso». Nada que ver. Ahora, nunca vi a un perro reclamar una deuda o a un pollo sentirse en falta porque debe algo. Lo mismo pasa con los vegetales: no vi a un brócoli discutir por deudas.
–Así que la idea de «deuda» es solamente humana.
–Así es. Freud (pronuncia Freud, no «froid») establece que uno de los asuntos que ordena la psiquis humana es el enfrentamiento entre el principio del placer y el principio de la realidad.
–El del placer está regulado por el inconsciente: y busca satisfacer pulsiones. La conciencia se rige por el de realidad…
–Sí señor… así es. La conciencia, formateada por leyes, éticas, morales, y mandatos, maneja más o menos los impulsos surgidos del principio del placer.
–Entonces hay un sistema de control.
–Claro, nene… el sentido común: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente» y etcétera. La idea de que vas a tener que pagar por todo lo que tengas. Es decir, vivís en deuda. La psiquis se ubica muy bien como deudora. Muy pocos escapan a esto. La deuda condiciona gran parte de tu comportamiento. Se convierte en una parte importante de tu forma de vida.
–Estamos atrapados.
–Si querés, podés verlo así. Pero hay alternativas. La indigencia o el delito, por ejemplo, que son algunas de las formas de estar, no afuera, pero por lo menos al margen del sistema. Otra: podrías no tener estos problemas siendo perro, pollo o brócoli, pero sos una persona. Y cuando nacés, el dinero y las propiedades privadas ya tienen dueño. Así que a bancársela y seguir viendo de qué se trata todo esto.