12 de abril de 2017
El mundo está reloco. Las guerras cada vez se organizan más rápidamente. No es como antes que una guerra llevaba un tiempo para organizarla primero y hacerla bien después. Yo entiendo que los fabricantes de armas, que han hecho inversiones, tienen obreros que trabajan en ellas, con familias e hijos a quienes mantener, no tienen tiempo para esperar.
Si bien los misiles son vendidos –y los cobran– antes de que estallen, lo cierto es que si el comprador no los hace reventar, no puede comprar nuevos, y la fábrica no puede emplear a los obreros, con familias e hijos a quienes mantener. ¿Me explico?
O sea que si el usuario hace reventar el misil, con este sencillo acto, ayuda a la economía del país que lo vendió, aumenta su ocupación, el consumo, el PIB, la construcción, el ingreso per cápita, las reservas, todo, todo. Es lo que se llama: un círculo virtuoso. Que el misil explote sobre alguien (no sería correcto llamarlo usuario) de un tercer país, es un dato que no pertenece a la esfera del negocio. Al vendedor de misiles, que suele ser un señor de traje que tiene una familia a quien mantener, no le interesa qué va a hacer el comprador con el misil que él le está vendiendo. Además, el misil se entrega nuevito, pintado con colores, en un packaging que es un lujo, nada más lejano a una imagen de calamidad.
Pero obviamente cualquiera que compra un misil no lo hace para ponerlo en el arbolito de navidad. En general se compra para lanzarlos y que revienten, siendo su efecto principal hacer reventar lo que había en el lugar en que este reventó. ¿Me siguen?
En el caso de que el país productor deba quedarse con el misil, un tiempo después se convertirá en un clavo. La tecnología avanza todos los días y alguien dirá que ese misil es obsoleto, una antigüedad, que ya hay diseños mejores, más modernos, con menos consumo, más cool.
Entonces le encargan al vendedor que se dedique a la venta del usado. Sobre todo si hay buena plata.
Dependiendo de la habilidad del vendedor, de los medios de comunicación encargados de hacer looby y de la corrupción del que maneja la guita del país comprador, estos misiles se pueden justificar de variadas maneras: defensa de alguna cosa, lucha contra algo muy pernicioso o, con dichos del tipo, «en realidad los regalan», «se compraron usando la Ahora doce». Es importante negar que el país se está armando. Más apropiado es decir que está gastando plata que no se tiene, lo cual también es verdad.
Pensamos que la explicación ha sido clara. Así que ya lo saben, si hay algo que ahora sobran, son misiles.