9 de abril de 2024
Para Milei la prioridad absoluta para la inserción del país en el mundo es el alineamiento incondicional con Estados Unidos. Intereses nacionales afectados por esta estrategia.
Aliados. Giro en la política exterior del país en favor de los intereses estadounidenses.
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Lo destacable del Gobierno de Javier Milei y especialmente del presidente de los argentinos es que nada de lo haga o diga debería llamar la atención. Porque a lo largo de su exposición mediática, tanto como panelista de tevé como en su campaña electoral, mostró todas sus rendijas de un modo se diría que transparente. Y una de sus aristas más relevantes es su poco apego a los intereses y necesidades del país. De modo que haber hecho flamear la bandera del Estado de Israel en uno de sus actos proselitistas o decir que la moneda nacional –en la que mal que mal todavía se ven algunos próceres nacionales– es excremento sería apenas lo mínimo.
No es que el mandatario de La Libertad Avanza haya inventado ese desprecio por lo argentino, algo que le remarcó el presidente mexicano en un reciente cruce por las redes sociales. En la historia nacional no es el primero. Todavía se recuerda el discurso de Mauricio Macri en el acto central en la Casa de Tucumán por los 200 años de la declaración de Independencia, el 9 de Julio de 2016, cuando para congraciarse con Juan Carlos de Borbón, el escandaloso rey emérito, le dijo que «los patriotas debían haber sentido una gran angustia por tener que separarse de España». Poco antes, el 24 de marzo, cuando se recordaban los 40 años del golpe cívico-militar, había recibido al presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Milei, para no ser menos que el expresidente, dejó las puertas de la Casa Rosada abiertas para que el director de la CIA, William Burns, a horas de la marcha por el día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, se reuniera con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Silvestre Sívori. Hace ocho años al menos Obama se comprometió a desclasificar algunos documentos de la represión en manos de la Agencia de Inteligencia, cosa que se cumplió seis meses más tarde. Ahora el mensaje es reivindicativo de la barbarie.
Símbolos y señales
En un capítulo de la exquisita serie de televisión italiana Montalbano, basada en las novelas de Andrea Camilieri, el protagonista, el comisario Salvo Montalbano, analiza con uno de sus ayudantes un cuerpo sin vida y arguye que el crimen tiene todas las características de ser obra de la mafia. «¿Cómo lo sabe?» le dice el inspector Giuseppe Fazio. «Hay toda una simbología que usa la mafia», responde, y pasa a detallar.
Presencia colonial. El Gobierno argentino no repudió la visita del canciller británico David Cameron a Malvinas en febrero de este año.
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La gira de la jefa del Comando Sur, la generala Laura Richardson, iniciada el 2 de abril, tiene mucho de esa simbología que gustoso acepta el Gobierno nacional, que dijo presente en Ushuaia con Milei vestido de uniforme de fajina azul y el ministro de Defensa, Luis Petri, con pose militar. Otro detalle simbólico que tampoco es nuevo en gestiones derechistas. Ushuaia es la capital de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur y allí el recuerdo de la Guerra de Malvinas tiene una fuerte impronta. El gobernador Gustavo Melella declaró a la militar estadounidense «persona no grata» y en consecuencia se negó a reunirse con ella.
No es la primera vez que la generala está en Argentina. Hace justo dos años mantuvo un encuentro con la entonces vicepresidenta, Cristina Fernández. Desde que asumió su cargo, en octubre de 2021, la comandante de las fuerzas estadounidenses, que tiene como objetivo vigilar y custodiar el Atlántico sur a la manera de un «patio trasero» marino, se fijó como tarea marcar agenda de los intereses estadounidenses. También de manera transparente, hay que reconocerle. Y sus intereses son los recursos naturales, especialmente el litio, y correr de la región a China.
Conviene recordar que, junto con la creación de la Unasur, aquel eje de la integración que las derechas alineadas con EE.UU. se encargaron de desactivar, se lanzó el Consejo de Defensa Suramericana, que había declarado a Sudamérica como zona de paz y buscaba fortalecer la unidad de las naciones. Esta concepción de la estrategia militar en las Fuerzas Armadas planteaba como hipótesis de conflicto la defensa de los recursos naturales, entre ellos el agua y el litio. Era una respuesta tardía pero potente a lo que se pudo comprobar en 1982 con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar), creado por EE.UU. en el marco de la Guerra Fría y que prometía la defensa de cualquier país del continente que fuera atacado por una potencia extranjera: era un instrumento de sumisión liso y llano. La gestión Milei se propone reeditar esa sumisión en otras «relaciones carnales» como las que ensayó el menemismo en los 90.
Y las señales que dio Milei desde que asumió fueron escalando aceleradamente. Inauguró sus relaciones exteriores con provocaciones a China y Brasil y renunció a formar parte de los Brics ampliados en los últimos días de 2023. ¿Cómo respondió a la visita del canciller británico David Cameron a Malvinas en febrero, antes de la cumbre de cancilleres del G-20 en Brasil? Con una preocupante pasividad de la Casa Rosada y el Palacio San Martín que repitió luego ante la ampliación de la zona exclusiva de pesca en torno del archipiélago posterior. Malvinas, hay que insistir, es una base de la OTAN, no solo del Reino Unido.
Sonrisas. Con atuendo militar, Milei se reunió con Laura Richardson en Ushuaia.
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Ya en marzo, la Administración General de Puertos firmó un convenio para que el cuerpo de ingenieros del Ejército estadounidense pueda ejercer tareas en la Hidrovía. Por otro lado, firmó la compra de 24 aviones F-16 de fabricación estadounidense actualmente en manos de la Aeronáutica de Dinamarca, dejando de lado una oferta de aeronaves JF-17 Thunder fabricadas en conjunto por China y Pakistán que según todo indicaba, eran más convenientes para las FFAA, pero preocupaban a Estados Unidos y Gran Bretaña. En 2022, Richardson presionó al entonces ministro Jorge Taiana para ofrecer los F-16 daneses. Estratégicamente, un Gobierno que quisiera tener presencia en el mar argentino debería tener opciones de repuestos y entrenamiento distintos de los que pretende la OTAN.
Otra señal: el vocero presidencial Manuel Adorni confirmó que en mayo llegará a estas costas el portaviones de propulsión nuclear USS George Washington, mientras adelantó la posibilidad de que se analice el convenio firmado con China en 2012 por la planta espacial china en la localidad neuquina de Bajada del Agrio. El embajador Marc Stanley, en lo que debería ser considerada una intromisión en los asuntos nacionales, había declarado a medios proestadounidenses locales que no entiende como «Argentina permite que las Fuerzas Armadas chinas operen en Neuquén», un dato falaz.
La ofensiva contra las relaciones con China, que el propio Milei denostaba desde antes de la elección, es el eje de este nuevo alineamiento sin balanceo que como ya ocurrió entre 1976-1983 y 1989-1999, para no ir más lejos, probó ser nefasto para los intereses nacionales. Salvo que se cambie el sentido del lema «la Patria es el otro» del kirchnerismo y se admita públicamente que ese otro ya no es el que se cobija bajo la bandera celeste y blanca.