3 de junio de 2024
Su ascenso en el Gabinete buscó ser un gesto de diálogo y moderación, una tarea compleja en un equipo con problemas de gestión. Perfil del exponente de la «casta» en el que confía el presidente.
Rodeado. A diferencia de su antecesor, el nuevo jefe de Gabinete no rehúye el contacto con la prensa.
Foto: NA
El ascenso de Guillermo Francos a la jefatura de Gabinete se anunció como una decisión de Javier Milei para darle mayor «volumen político» a un cargo deslucido por la actuación de Nicolás Posse, eyectado de la Casa Rosada en medio de versiones cruzadas y una reacción fría del presidente, que lo definía como su gran amigo. La tarea del hasta hace pocos días ministro del Interior no será sencilla: buscará dar una señal de diálogo y moderación en un equipo sin mayores recambios y con una narrativa de confrontación.
La salida de Posse fue ruidosa, con versiones que incluyeron cuestionamientos por el manejo de los servicios de inteligencia y sospechas por la demora en desprenderse de las empresas del Estado. El amplio abanico de críticas coincidió en un punto: Milei estaba disconforme con su estilo y lentitud para gestionar. A Posse se lo cambió por su antítesis: él era parco, esquivaba hablar en público y hacía alarde de su perfil técnico, mientras que Francos se presenta como un hombre que dialoga con la prensa y busca consensos con la oposición. Se fue un CEO y ascendió un político.
Durante los primeros meses de gestión, Francos fue la cara del oficialismo ante los gobernadores, molestos por el recorte de fondos de la Rosada. Como un equilibrista, buscó acercar posiciones entre Milei y las provincias, incluso cuando a veces la escalada verbal del presidente a través de X (Twitter) le jugaba en contra. También negoció el proyecto de «Ley Bases» y celebró como una victoria personal su media sanción en Diputados, aunque su destino en el Senado hasta el momento es incierto.
La predisposición de Francos a dar entrevistas le trajo cortocircuitos en el mismo día de su designación como jefe de Gabinete. «El presidente me elige a mí porque se da cuenta de que con la política argentina a él se le hace complicado, porque no la entiende, porque tiene diferencias, por equis motivos. Y yo tengo una posibilidad mayor de dialogar», afirmó en radio Rivadavia. Horas más tarde, debió salir a aclarar sus dichos: «Yo no dije eso, dije que el presidente y nuestro espacio no interpretan la política de manera tradicional, no entiende la política de esa manera, y como yo vengo de muchos años de hacer política soy el interlocutor», respondió cuando le consultaron por la frase que desató la polémica puertas adentro.
El origen
La carrera política de Francos estuvo ligada al peronismo antes de dar el salto a las filas libertarias. Debutó como concejal de la ciudad de Buenos Aires en 1985 por el Partido Federal y tres años más tarde se convirtió en el presidente de ese espacio. Apoyó la candidatura presidencial de Eduardo Angeloz, de la Unión Cívica Radical (UCR), aunque en los 90 se pasó al bando de Carlos Menem, convirtiéndose en la mano derecha de su ministro Domingo Cavallo.
Fue electo diputado nacional en 1997, jefe de un bloque de 13, y renunció a su banca antes de la crisis de 2001 por «cansancio moral», en medio del escándalo por los sobornos del Senado. Adujo también cuestiones económicas, ya que aseguró que su sueldo no era suficiente para mantener a su familia, compuesta por su esposa y cinco hijos. Entonces dio el salto al mundo privado.
Francos se incorporó al grupo Corporación América, de Eduardo Eurnekian, como director de Aeropuertos Argentina 2000. En la empresa conoció a Milei y también a Posse, a quien reemplazó la última semana, y generó una amistad con ambos.
Paso inicial. Apenas anunciada su designación, Francos encabezó una reunión de gabinete en Casa Rosada.
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Desde su desembarco en el mundo de los negocios, Francos volvió de modo intermitente al sector público. Durante la gobernación de Daniel Scioli fue presidente del Banco Provincia y en la presidencia de Alberto Fernández fue designado como representante de la Argentina ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un cargo al que renunció de modo sorpresivo en el tramo final de la campaña electoral para sumarse al armado de Milei. «Francos estaba cómodo en su trabajo, cobrando en dólares, volvió al país porque confía en Milei y cree que se necesitaba un cambio profundo», explicaron a Acción desde su entorno. En otro sector del oficialismo fueron más directos: «Estaba de retiro y lo tentaron con ser ministro».
Nueva estructura
El ascenso de Francos a la jefatura de Gabinete implica una degradación del Ministerio del Interior a secretaría. Al frente de ella, en un rol de virtual ministro, quedará quien hasta ahora fue su mano derecha, Lisandro Catalán. La particularidad del funcionario es que es un sobreviviente de la gestión de Fernández: desde 2020 había ejercido el cargo de director del Registro Nacional de Reincidencia. Cuando asumió Milei, aceptó la propuesta de Francos, con quien había compartido trabajo en la Fundación Acordar, y se quedó para ayudar al ministro en la gestión.
La otra figura clave en los tiempos de Francos al mando de la jefatura será José Rolandi, que se desempeñaba como el segundo de Posse y aceptó quedarse con el cambio de mando. A cargo de la Secretaría Ejecutiva de Gobierno, es el único hombre de peso en esa área que fue revalidado por Milei y su círculo de confianza.
Francos se apoyará en Catalán y Rolandi para la gestión diaria, mientras que en el oficialismo no descartan nuevos cambios: varias secretarías y subsecretarías que hoy dependen de la jefatura pasarán al ministerio –aún sin nombre– que liderará Federico Sturzenegger, bajo la promesa de «modernizar» el Estado.
La sombra de Caputo
El equipo de Francos recibió en los últimos días un curso intensivo sobre el funcionamiento y las distintas áreas que abarca la jefatura de Gabinete. El diálogo con Posse no se cortó, sino que estuvieron en contacto permanente para el traspaso, al punto de que compartieron una actividad en la embajada de Austria, un evento que desde el entorno de ambos aclararon que ya estaba previsto antes de los cambios de gabinete.
¿Quiere Francos ser superministro? «Él está para aportar», es la respuesta que dan en su entorno. Quien sí muestra una ambición de poder es el asesor Santiago Caputo, el hombre más cercano a Milei, que se ubicó en la primera fila durante la conferencia que dio Francos al ser anunciado en el cargo y cruzó a la Plaza de Mayo para sacarse una selfie con todo el gabinete en un bar de la zona. Luego se metió en el traspaso de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), donde cambiarán las autoridades vinculadas a Posse. Su buena relación con Francos, en contraste con el vínculo tirante que tenía con Posse, expresan su influencia y su visto bueno para avanzar con el recambio.