4 de junio de 2024
El escándalo por los alimentos retenidos en galpones no se detiene. Renuncia de funcionarios y defensa de Pettovello por parte de Milei. La «solución» que ofrece Sturzenegger.
Comedores. Aunque se denunciaron algunos «inexistentes», hay miles reales que necesitan comida con urgencia.
Foto: Getty Images
El kirchnerismo sigue siendo para el Gobierno de Javier Milei, como lo fue para Cambiemos, la mejor excusa cuando el viento sopla en contra. Y vaya si no es un temporal el que se armó por el escándalo con las cerca de 5.000 toneladas de alimentos no entregados por el Ministerio de Capital Humano y los casos de corrupción en esa megadependencia que fueron escalando a partir de denuncias periodísticas –todavía se hace periodismo en algunos rincones del país– y que generaron otros despidos despiadados en el Gobierno.
La involucrada en este caso es Sandra Pettovello, una de las bendecidas en el círculo áulico del presidente anarcocapitalista, quien era su secretario de Niñez y Familia, Pablo de la Torre, y el director administrativo de esa dependencia, Federico Fernández.
De la Torre era el responsable de administrar la entrega de alimentos, entre los que hay leche en polvo que tiene fecha de vencimiento bastante cercana, en medio de una crisis alimentaria feroz y cuando desde el superministerio también se presentaban denuncias por presuntos comedores inexistentes. El secretario fue escarnecido públicamente y la ministra lo denunció ante la Oficina Anticorrupción por «falta de transparencia» en las entregas. Por otro lado, Fernández quedó expuesto porque sería el que filtró una planilla Excel en la que figuran pagos irregulares a «ñoquis» –se dice que contratados por De la Torre– a través de convenios ahora sospechados a través de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).
La defensa de De la Torre, hermano del exintendente de San Miguel Joaquín de la Torre –senador y hombre fuerte de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, de pasado en el peronismo, Cambiemos y ahora en el oficialismo, al que amenaza con dejar– es que le habían infiltrado a kirchneristas en su corta gestión.
Javier Milei, cuando percibió que hasta los comunicadores televisivos más cercanos al mileísmo le esquivaban el respaldo a su ministra, culpó al kirchnerismo de todos sus males. «Son cínicos, psicópatas, capaces de cualquier cosa», dijo a radio Mitre. De regreso de su gira por Silicon Valley y la visita a El Salvador para la asunción del segundo mandato de Nayib Bukele, posteó en su cuenta de la red X una encendida defensa de Pettovello, intentando evitar que la situación siguiera enlodando una gestión que todavía no cumplió seis meses, acumula goles en contra como la falta de GNC en las estaciones de servicio, y venía del espinoso recambio del jefe de Gabinete una semana antes. «Todos los corruptos están aterrados, no voy a entregar a Pettovello de ninguna manera», escribió el presidente en un tuit bajo un título pomposo en mayúsculas. «LOS VALORES NO SE NEGOCIAN» y donde también colgó una parte de una entrevista con radio Mitre en la que la define como su «abanderada en la lucha contra la corrupción».
Milei también había dicho «no sea cosa que por las distintas estrategias que están montando desde los medios afines a ellos (por el kirchnerismo), sedientos de pauta, que reciben pauta de la provincia de Buenos Aires… No sea cosa que además quieran plantar algún muerto».
Seguramente se refería a que el escándalo por la retención de alimentos había sido publicado por Ari Lijalad en El Destape. La primera defensa que articuló el oficialismo fue que se trataba de una filtración de kirchneristas dentro del ministerio, pero el periodista aclaró que simplemente había tomado datos de un pedido de acceso a la información pública que establece la ley 27.275. «La información la proporcionó el propio Gobierno».
La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner recurrió también a la red X para cuestionar la andanada de acusaciones. «Otra vez la burra al trigo… Córtela presidente con la cantinela de “son los kirchneristas”. No presidente, aunque resulte una obviedad, lo que pasa en el Ministerio de Capital Humano es responsabilidad de quienes son sus cuadros de conducción», anotó CFK en un largo texto al que adosa un artículo de Infobae donde se muestra que durante su gestión se habían bajado los planes sociales.
Por cierto, ella toma el período de las gestiones de su marido y sus dos gobiernos (2003-2015) y no anota como propio el enorme salto que se percibe en ese informe durante la administración de Alberto Fernández, que eleva aún más el de Mauricio Macri.
Para coronar esta movida, este lunes el hasta ese momento ministro sin cartera, Federico Sturzenegger, anunció como gran solución un nuevo sistema para la provisión de alimentos y otros menesteres en «situaciones de emergencia». La iniciativa, muy acorde con el paleoliberalismo que profesa y que tanto seduce a Milei, consiste en un seguro, «call» como se lo conoce en el mundo de las finanzas, por el cual el Gobierno sostiene una opción de compra y «el sector privado (…) se compromete a la entrega de los bienes cuando y donde se le requiera». Funcionaría como una suerte de voucher como el que sueñan para la educación.
La explicación tiene la originalidad con que suele sorprender quien fue presidente del Banco Central durante el Gobierno de Macri. «Que el Estado maneje el stock es como si yo en vez de comprar un seguro de mi auto decidiera tener en mi casa los repuestos por si tengo un accidente».
Curiosamente, el que salió a alabar la propuesta fue el dirigente social Juan Grabois, que fue quien presentó la denuncia penal por los alimentos. «Un sistema de contratos contingentes bien realizado puede ser una forma apropiada y eficiente de abordar las situaciones imprevistas (inundaciones, terremotos, etcétera). Felicitaciones, por primera vez se les cae una idea en vez de un insulto», escribió.
Claro que le advirtió al inventor del plan que «el contrato contingente hay que hacerlo bien, porque el diablo está en los detalles». Y aprovechó para recordarle a Sturzenegger que se corre el riesgo de que se organice un sistema que permita ganancias indebidas a los privados sin beneficio ni para el Estado ni para los que necesitan de los alimentos. «Ya te pasó cuando armaste el megacanje con De La Rúa y el país sufrió un perjuicio multimillonario en dólares que terminó en el desastre de 2001. Solo se beneficiaron –hablando de intermediarios– los bancos comisionistas de esa operación».
Mientras según el relevamiento de la Universidad Católica Argentina, son once millones los argentinos y argentinas que sufren insuficiencia alimentaria, el Gobierno nacional retacea la ayuda y el presidente sigue echando nafta al fuego. La semana pasada, en Estados Unidos, dijo :« Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre. De alguna manera va a decidir algo para no morirse. No necesito intervenir. Alguien lo va a resolver». Alguien que no es Milei, evidentemente.