6 de septiembre de 2017
Ilustración: Pablo BlasbergRecuerdo que mi viejo me contaba que una vez, allá por la década del 30, en una de sus primeras elecciones, fue a votar al atrio de la iglesia, entregó la libreta de enrolamiento en la mesa, un tipo le metió una firma, un sello y se la dio al instante. Mi viejo se quedó sorprendido porque la libreta la tenían que devolver después de poner la boleta en la urna y él aún no había visto ni boleta, ni urna, ni nada. El de la mesa notó la sorpresa y muy serio le dijo: «Listo pibe, podés irte, vos ya votaste».
Ese fue un ejemplo familiar de lo que los conservadores llamarían, durante la Década Infame, el Fraude Patriótico, que de patriótico no tenía nada y de fraude todo. Hoy están nuevamente los conservadores en el poder y nuevamente, ¡oh casualidad!, comenzamos a escuchar de toqueteo en los comicios, planillas truchas y resultados demorados.
Pero claro, como la tecnología avanza, ahora publicitan el voto electrónico. Voto que prácticamente ningún país medianamente serio utiliza, por la sencilla razón de que a nadie se le ocurriría poner su elección en un lugar a quien todos definen como una caja negra. Usted elige un candidato, aprieta «enter» y chau… ¿Dónde está su voto? Seguramente en el ciberespacio donde se encuentra la famosa Nube. Nube en la que puede haber un montón de personas, que nosotros no sabemos que están ahí, haciendo cosas que nosotros no sabemos que están haciendo. Aparentemente esto se debe a que dentro de la Nube se ve poco y nunca se sabe qué está pasando realmente.
Respecto a la máquina en sí, se cuentan cosas muy curiosas. Por ejemplo, que todo está en inglés y que el programa no admite otros candidatos que no sean Trump o Hilary Clinton. Usted elige.
También se dice que en unas pruebas que realizaron, los técnicos lograron que hoy ganara la fórmula Menem-Duhalde y en otra simulación fueron más lejos e hicieron que triunfara holgadamente el binomio Tamborini-Mosca. Se comenta que estas máquinas, con el software adecuado, hacen maravillas y pueden convertir en gobierno a la dupla Nazareno Cruz-El Lobo.
Una versión afirma que la compu puede diseñarse de forma tal que si usted vota por alguien que la máquina no cree que sea el adecuado, primero le avisa para que lo cambie y si no lo hace, ella, solícita, lo hace por usted.
Para justificarse, algunos funcionarios afirman que ellos se ven obligados a hacer estas inocentes triquiñuelas por esa maldita costumbre que tienen algunos de pensar que un voto de un ranchito de Laferrere vale lo mismo que el voto de un penthouse de Puerto Madero. No deja de ser una explicación.