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La Scaloneta, una religión

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Alejandro Duchini

Con el triunfo ante Canadá, la Selección mostró su chapa de candidato. Tiene a Messi y Di María en estado de gracia, junto a otros puntales del ciclo en gran nivel. Chile, próximo rival.

Estados Unidos. Lautaro Martínez celebra el segundo gol en el estadio Mercedes Benz de Atlanta.

Foto: NA

La Selección argentina está dulce. Su camino para revalidar la Copa América ganada en el Maracaná ante Brasil hace tres años empezó con el pie derecho. El 2 a 0 ante Canadá, con dos golazos de Julián Álvarez y Lautaro Martínez, fue una fiesta de principio a fin, pero con momentos complicados, como si se apagase la luz o si se cortara la música.

Veamos: el Mercedes Benz Stadium, en Atlanta, estuvo colmado por 70.000 personas, de las cuales la gran mayoría, por lejos, alentaba a la Scaloneta. El atractivo de Lionel Messi está en su punto justo. Además de ser local en los Estados Unidos, sabemos que el Messi de hoy es local en cualquier parte del mundo, menos en Francia, por eso de la competencia con Mbappé. Pero uno está en la Copa América y el otro en la Eurocopa. Uno la rompe, y el otro, lesionado: Mbappé se quebró la nariz y hay dudas que siga en la Euro.

La Copa América demuestra que el fútbol de este continente está cada vez más ligado al show. Hoy a las clásicas ceremonias de inauguración de torneos se les agregan espectáculos musicales y luces. Lo sorprendente es que en esta edición tan americana se apelase a un pastor que, micrófono en mano, pidió que Dios bendiga a jugadores, dirigentes e hinchas. La cuestión religiosa sorprende porque no es habitual en el mundo del fútbol. El elegido fue Emilio Agüero Esgaib, líder de la denominada Iglesia Más que Vencedores. Excampeón de kickboxing e hincha de Olimpia de Paraguay, compartió por sus redes sociales, junto a su esposa, Liliam Medina, su momento Messi. Agradeció a Dios por participar en la inauguración de la Copa América y a Alejandro Domínguez –también paraguayo y presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol– el hecho de estar ahí. Al menos, raro.

Tras ese detalle, el fútbol. Argentina confirmó, como hace un partido tras otro, que sigue sólida. Ante los canadienses arrancó con todo. Ángel Di María empezó su despedida de la albiceleste a puro ritmo. Llenó sus pulmones de aire y corrió sin parar hasta los 70 minutos, cuando lo reemplazó Giovani Lo Celso. Pero mientras jugó, se lució. Pudo convertir goles e hizo pases increíbles. Apenas empezado el partido, por ejemplo, se perdió uno. Y habilitó a Messi en tres ocasiones.

De entrada, Scaloni mandó a los jugadores al ataque. Pases, centros, pierna fuerte cuando hizo falta y algún que otro lujo. Rodrigo De Paul aportó lo suyo, buenas transiciones y asistencias. Ahora suma un toque de prepotencia, algo que puede generarle alguna que otra tarjeta, pero que a la vez lo erige como caudillo.

Leandro Paredes también se lució. Hace tiempo que viene así. Alexis Mac Allister y Julián Álvarez son otros dos que están en un nivel alto. La defensa es tal vez el punto flojo. Lisandro Martínez y, sobre todo, Cuti Romero, son irreemplazables. Cuti fue una muralla, más que nada en el segundo tiempo, cuando los canadienses atacaron y él estuvo ahí para marcar terreno. El problema estuvo en los laterales. Ni Nahuel Molina (reemplazado por Gonzalo Montiel) ni Marcos Acuña (Nicolás Tagliafico) tuvieron su mejor partido.

Genio y figura. Messi, uno de los puntos altos del equipo en el debut albiceleste.

Foto: NA

Cuestión de nivel
La luminosa Argentina del primer tiempo tuvo cortocircuitos en el segundo; casualmente después de que Julián Álvarez hiciera el primer gol tras un pase de Messi. Un minuto después, Álvarez estuvo a punto de hacer otro; otra vez por un pase de Messi. A los 19, «Dibu» Martínez sacó del arco una pelota que pasó la mitad de cancha y dejó solo a Messi en carrera para convertir, pero el defensor Derek Cornelius le ganó cuando ya había superado al arquero Maxime Crépeau. Después se lo volvió a perder Messi en otro mano a mano con el arquero y enseguida, Paredes.

Cuando Argentina era una máquina de errar goles, los canadienses se animaron a atacar. Pintaba para goleada, pero la sombra del empate se agazapaba por ahí. Aparecieron los problemas defensivos mencionados. «Dibu» Martínez, tanto en la primera parte como en la segunda, tapó pelotas increíbles.

Antes del segundo gol de Lautaro Martínez, a falta de dos minutos para que termine el partido, Messi recibió un golpe y quedó tendido en el césped. No se movía. El miedo que provocó el verlo tirado fue enorme; aunque la historia terminó bien. Tardó unos minutos, pero se levantó y dio el pase para el 2 a 0. En líneas generales, el seleccionado de Scaloni dejó otra vez una muy buena imagen.

Con Messi y Di María, claro, es demasiado. Aunque por momentos lo parece, no es un equipo invulnerable (ninguno lo es), pero sigue ratificando un nivel superior al resto. Incluso mejor que el de seleccionados europeos como Inglaterra o Italia, que no terminan de dar la talla en la Euro, también recién iniciada.

El próximo martes el Chile de Ricardo Gareca será un parámetro superior a Canadá. Argentina-Chile ya es una suerte de clásico sudamericano. Para entonces sabremos también cómo se perfilan los siempre candidatos Brasil y Uruguay, dirigido por otro argentino, Marcelo Bielsa. También sabremos en estos días qué tan bueno es  Colombia. Y no hay que descartar alguna sorpresa. Por el momento Argentina, un país futbolero y hoy campeón del mundo, sigue en lo alto con su fútbol ofensivo y fiel al dios Messi y sus apóstoles. Al fin de cuentas, nuestra religión.

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