El déficit acumulado en la cuenta externa, entre enero y julio, es el más elevado de la historia argentina, en un contexto en que los países desarrollados cierran cada vez más sus mercados. El comercio de limones, porcinos y biodiésel con los Estados Unidos.
6 de septiembre de 2017
Biocombustible. La prohibición norteamericana lo deja sin chances de ingreso a ese destino. (Diego Giudice/Archivolatino)
La oferta local de dólares tiene cuatro fuentes posibles: exportaciones, inversiones extranjeras directas (IED), capitales especulativos y deuda. Los ingresos de divisas más genuinos son los provenientes del canal comercial (exportaciones menos importaciones), seguidas por la IED. Respecto a ese último rubro, la entrada de inversiones extranjeras directas a América Latina y el Caribe disminuyó 7,9% en 2016. Según la Cepal, las caídas más acentuadas se produjeron en Argentina (64%), Ecuador (43,7) y Chile (40,3).
Así, parece que la «lluvia de inversiones» tampoco se producirá en 2017. El Balance Cambiario del Banco Central revela que apenas ingresaron 1.422 millones de dólares en inversiones productivas, en el primer semestre del año.
¿Qué sucede con el canal comercial? Los números no son auspiciosos. El déficit comercial acumulado en los primeros siete meses de 2017 es el más elevado de la historia argentina. El saldo comercial negativo (3.428 millones de dólares) ya supera al mayor déficit registrado en los últimos 30 años (1994: 3.255 millones de dólares).
El rojo comercial es resultado de un virtual estancamiento de las exportaciones combinado con un fuerte incremento de las importaciones (ver cuadro).
Un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda sostiene que «si observamos el saldo de la balanza comercial con un detalle mensual, 11 de los 20 meses considerados de la gestión de Cambiemos (de diciembre de 2015 a julio 2017 inclusive) arrojan un déficit en la cuenta comercial con el exterior. El acumulado de los 20 meses además totaliza un déficit de 2.394 millones de dólares, mientras que el acumulado de los últimos meses del gobierno anterior arroja un superávit de 3.745 millones de dólares (se calcula desde abril 2014 a noviembre 2015)».
La falta de ingresos de divisas por el canal comercial es sustituida, por ahora, con endeudamiento externo. El problema es que la imposibilidad de obtener dólares genuinos pondrá en riesgo, más temprano que tarde, la capacidad de repago de la deuda.
La Alianza Cambiemos planteó en campaña electoral que Argentina se había aislado del mundo. Los problemas se resolverían generando confianza e integrándose a la aldea global. Sin embargo, el libre comercio, auspiciado por el macrismo, está lejos de ser una panacea. El politólogo Andrés Malamud sostiene que el macrismo se entusiasmó con volver a un mundo que «ya se fue». Desde la crisis de 2008, el relevamiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC) da cuenta de la efectivización de 2.557 medidas restrictivas comerciales.
Cuento ácido
La novela de los limones es bastante elocuente de estas guerras mercantiles. Luego de múltiples idas y vueltas, el gobierno estadounidense levantó las restricciones a las importaciones de limones desde Argentina. La decisión, importante para los productores tucumanos, es poco significativa económicamente. En el mejor de los casos, las exportaciones del cítrico representarán un ingreso de 50 millones de dólares, mientras que la contraprestación argentina fue habilitar el ingreso de carne porcina desde los Estados Unidos. Esta medida implicará importaciones por alrededor de 70 millones de dólares y, fundamentalmente, representa un duro golpe para la cadena de valor porcina nacional.
Además, el Departamento de Comercio estadounidense incrementó el arancel a las importaciones de biodiésel argentino, dejándolo sin chances de ingresar a ese destino. Esa virtual prohibición implica resignar exportaciones, a Estados Unidos, por un valor aproximado de 1.200 millones de dólares anuales.
El economista Andrés Tavosnaska sostiene que «esto lo que demuestra es el manejo particular y muy sofisticado que tienen los países más desarrollados para la administración del comercio, donde pregonan el libre comercio pero cada vez que sienten que alguien es más competitivo que ellos cierran sus mercados y entran a discutirlo para reabrirlo quizás cinco años después». La suba arancelaria pone en riesgo 6.000 empleos en la provincia de Santa Fe, según estimaciones del ministro de la Producción provincial Luis Contigiani. De no mediar una reconsideración estadounidense, la industria local tendrá que avanzar en la sustitución de producción de biodiésel por aceite de soja. La anunciada reapertura del mercado chino para las exportaciones de aceite de soja, en el caso de que se concrete, apenas será un paliativo. Los industriales locales estiman que podrían compensarse solamente un tercio del mercado perdido en Estados Unidos.
La reprimarización de las exportaciones (aceite de soja en lugar de biodiésel) también perjudica a los productores al presionar a la baja en el precio del insumo (soja).