Sociedad

Futuro imperfecto

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La reforma del nivel medio que pretende implementar el gobierno porteño generó una decidida respuesta estudiantil y abre un escenario de incertidumbre sobre las perspectivas de la educación pública. Tomas, pasantías y acusaciones cruzadas.

(Foto: Jorge Aloy)

Nosotros la llamamos la Secundaria sin Futuro. En vez de que estemos en la escuela, quieren que estemos trabajando». Max habla con soltura. Tiene la sintaxis de un adulto con la edad de un adolescente. A los 13, tan solo hace 4 años, comenzó a militar en su escuela y hoy integra la Coordinadora de Estudiantes de Base, que nuclea a los centros que a lo largo del mes de setiembre fueron tomando las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires en rechazo a la reforma que el gobierno porteño desea implementar sobre el nivel secundario. Pasantías no rentadas, cambios curriculares y la policialización de los colegios fueron algunos de los puntos que congregaron la respuesta estudiantil y que hoy abren un escenario de enorme incertidumbre sobre el futuro de la educación pública en la ciudad de la CABA.
«El 65% de los niños que ingresan a primaria van a trabajar en puestos de trabajo que aún no fueron creados», arriesga la diapositiva de un Power Point. La cita, prácticamente la única, se vuelve en el fundamento que enmarca la presentación. No proviene ni de un pedagogo ni de un especialista en educación. Ni siquiera de algún tecnócrata de una ONG extranjera. No, su autor –según reza el documento– es Gustavo Guaragna, quien se presenta a sí mismo como un «apasionado de los números, ilusionista y ávido lector», además de ser el director de Snoop Consulting, una pequeña empresa de asesoría de software y servicios informáticos. Es así como la observación del entusiasta CEO introduce el proyecto de reforma del nivel medio sintetizado en 20 diapositivas. El Ministerio de Educación porteño evitó una presentación formal, en cambio, eligió hacerlo circular entre las autoridades de las escuelas y algunos miembros de la comunidad educativa.
El plan, conocido como «Secundaria del futuro», propone entre otros puntos la transformación del último año de estudios con la incorporación de «aprendizajes en empresas», una reorganización de todo el ciclo en unidades pedagógicas y el reemplazo de las tradicionales materias por áreas temáticas, en consonancia con las transformaciones sobre las que busca avanzar el gobierno a nivel nacional enunciadas en el Plan Maestro. «La secundaria requiere una transformación. Nadie dice que no. Pero este proyecto, además de no tener fundamentos y ser muy débil en términos académicos, tiene un problema técnico. Por ejemplo, si quieren invertir el 50% del tiempo en pasantías, mínimamente tienen que explicar cómo lo van a implementar: con qué criterios se van a elegir estas empresas, cuáles son las garantías para los chicos y qué va a pasar entonces con los docentes», reflexiona Manuel Becerra, autor del blog Fue la pluma y docente de la Escuela Sarmiento.
En este sentido, la respuesta no tardó en aparecer. En la última semana de agosto, los alumnos de la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano decidieron tomar el establecimiento y durante las semanas siguientes la medida fue adoptada en unas 30 escuelas de la CABA. Para Max, uno de los principales reclamos apunta al modo en que avanzó la cartera que dirige Soledad Acuña: «Nosotros nos enteramos por vías no oficiales. Creemos que toda reforma exige una instancia de diálogo con los estudiantes y los docentes. Además, muchos de los puntos no están claros. Por ejemplo, se habla de implementar una cosa muy innovadora que es la educación con videojuegos, pero hoy las escuelas ni siquiera tienen una red de banda ancha para poder pensar algo así».

Comedia de enredos
En medio del conflicto, comenzaron a circular nuevos documentos que prácticamente no dejaban rastros del primer Power Point –mantenían algunos criterios sobre la evaluación– y que contradictoriamente recogían algunos de los ejes y políticas puestos en juego por las leyes sancionadas durante el kirchnerismo. Paralelamente desde el Ministerio se hizo llegar a las escuelas un Protocolo que disponía la penalización de la protesta de los chicos. En concreto, se les planteó a los directores que frente a las tomas realizaran una denuncia policial, dado que los estudiantes estarían realizando actividades ilícitas, como violación de domicilio, usurpación y diversas contravenciones. Las fuerzas del orden, por su parte, actuaron con más celeridad. El 29 de agosto un grupo de la Policía de la Ciudad ingresó con armas al Liceo Nº 9 Santiago Derqui, del barrio de Belgrano, y amenazó a los chicos. Lo mismo ocurrió en la Escuela Secundaria Antonio Devoto, de Villa del Parque.
Ahora bien, ¿cuál fue la respuesta de Acuña frente a estos hechos? Tras la orden de la jueza en lo contencioso administrativo y tributario de la Ciudad de Buenos Aires, Elena Liberatori, que aceptó una medida cautelar y suspendió el Protocolo, la funcionaria tuvo que comparecer ante la Justicia y, según consigna el periodista Ricardo Ragendorfer en la revista digital Zoom, reconoció que el documento fue enviado desde una casilla de correo electrónico oficial del Ministerio, pero no por orden suya, deslizando que «podría haberse tratado de un boicot».
«La forma de puesta en agenda de un tema sustantivo para toda la comunidad educativa como lo es la escuela secundaria se parece más a una discusión para los medios que para quienes deben discutir una reforma educativa. Se monta esta puesta en escena con el fin de distraer y desdibujar la discusión central. Los documentos se han ido diseminando en distintas redes sociales, configurando así un modo particular de presentación. Se utilizan gráficos y cuadros indescifrables, se argumenta a partir de frases “hechas” o “simples”, convocando el más liso y llano sentido común. Al discurso oficial se añaden los medios de comunicación que operan instalando temas, una treintena de escuelas tomadas, denuncias policiales, identificación de estudiantes menores de edad y cruces entre el Poder Judicial y el Ejecutivo. En este contexto, el tema se encuentra cargado de incertidumbre acerca de los tiempos, la instrumentación y los actores implicados en la reforma», analizan Edgardo Maggi y Lucía Santiago del Departamento de Educación del CCC Floreal Gorini.

20 diapositivas. El proyecto y la polémica.

Por el momento, desde el oficialismo siguen sin dar precisiones sobre las diversas cuestiones que involucra el plan, pero mantienen una posición firme sobre su avance. Durante un encuentro que la ministra mantuvo con los estudiantes, defendió la reforma y aseguró que «se viene construyendo hace un año y medio con referentes de la comunidad educativa, sin importar modelos extranjeros y sin la intervención de organizaciones no gubernamentales ni consultoras externas». Por su parte, los jóvenes aseguran que esto es falaz. «Por los colegios no pasaron», concluye Max y advierte: «No es casualidad que –si es cierto lo que dicen y la reforma en que viene siendo trabajada hace un año y medio– deslicen el tema tres meses antes de que termine el ciclo lectivo, dejándonos muy poco tiempo para evitar su implementación el año que viene».
Mientras tanto el horizonte pinta cada vez más incierto. Así lo resumen Maggi y Santiago: «Los docentes se preocupan por sus fuentes de trabajo, los estudiantes se preguntan si en el futuro deberán trabajar gratuitamente y las familias desconocen si sus hijos atravesarán el quinto año o cómo será ese proceso».

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