12 de octubre de 2017
Encuesta. Fueron entrevistados 3.172 chicos que cursan primer año del secundario. (Lucas Maciel)Desde el imaginario popular siempre se ha puesto el foco, casi intuitivamente, en el entorno social de quien padece una adicción. Así, «las malas compañías», «la falta de límites» o «es un chico rebelde» son algunas de las frases que padres o maestros suelen pasar de unos a otros cuando este problema invade la vida de los niños y adolescentes. Pero ahora, por primera vez en nuestro país, un grupo de investigadores del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), de la Escuela de Salud Pública Arnold, perteneciente a la Universidad de Carolina del Sur, Estados Unidos, y del Departamento de Pediatría, Escuela de Medicina de Geisel en Dartmouth, del mismo país, decidieron indagar si realmente los denominados factores de riesgo sociales tenían alguna vinculación con el inicio del consumo de tabaco, alcohol y drogas en esta población.
Para esto, y como parte de un estudio realizado en Argentina y México, cuyo objetivo era evaluar la exposición de los jóvenes a escenas de tabaco y alcohol en las películas y su relación con el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, se llevó a cabo una encuesta en estudiantes de primer año del secundario. Así, entre mayo y junio de 2014, alumnos de 33 escuelas públicas y privadas de Buenos Aires, ciudad de Córdoba y San Miguel de Tucumán respondieron en horario de clase una encuesta anónima autoadministrada.
En total, respondieron 3.172 alumnos, el 42% mujeres, con una edad media de 12,8 años. El cuestionario que se les dio a los chicos incluyó preguntas sobre aspectos sociodemográficos, personales, desempeño escolar, consumo de tabaco en familiares y amigos, estilos parentales, acceso y restricciones al uso de medios (computadora, televisión, etcétera), consumo de tabaco, alcohol, marihuana y paco o cocaína. Pero además, y esto es lo novedoso, se incluyó un índice de «búsqueda de emociones», que reflejaba el deseo de experiencias novedosas, y un índice de «estilos parentales» para cada uno de los padres, que evaluaba la percepción de los adolescentes acerca del control y soporte emocional parental. Se creó un índice de «acceso a los medios de comunicación» basado en poseer televisión, DVD o Blu-ray, tableta, computadora, consola para videojuegos o celular, y un índice de «reglas parentales de uso de medios». Estos índices fueron utilizados por primera vez en Argentina.
Los resultados del estudio, publicados en la revista Archivos Argentinos de Pediatría, mostraron que el 10% había fumado; el 32% había consumido alcohol; el 17% había tenido consumo excesivo durante el último mes; y el 8% había consumido, al menos, una droga ilícita en su vida. A la vez, lo que se vio, y aquí radica la novedad, fue que el índice de búsqueda de emociones alto se asoció al consumo de tabaco, alcohol y marihuana/paco/cocaína; el tener amigos que consumían tabaco/alcohol se asoció al consumo de tabaco y alcohol; el tener padres que imponían pocas restricciones en el uso de medios se asoció al consumo de tabaco; y percibir un bajo control y soporte parental se asoció al consumo de marihuana/paco/cocaína.
Controles y reglas
Otra de las variables que se incluyeron por primera vez en la investigación fue el bajo soporte parental. Según explica Paola Morello, pediatra e investigadora del CEDES, para medir este indicador se les proponían a los chicos los siguientes enunciados: mi mamá o mi papá «me hace sentir mejor cuando estoy molesto», «me escucha cuando hablo», «quiere escuchar mis problemas», «me dice a qué hora tengo que estar en casa», «me pregunta qué hago con mis amigos» y «sabe dónde estoy cuando salgo de la escuela».
«Hay padres a los que se denomina “autoritativos”, que ejercen mucho control, y otros que no tienen tanto control; en este último caso son los chicos que contestaron “mi mamá no sabe lo que hago, no le interesa escucharme, no sabe a qué hora llego a casa”», sostuvo Morello.
En tanto, para medir el acceso a medios de comunicación, se les preguntó a los adolescentes si tenían celular, Internet en el cuarto, computadoras, DVD y se juntaron estas variables en un índice de acceso a medios en función de cuántas respuestas afirmativas había.
«Buscamos poner en un modelo estadístico a los chicos que tenían mucho acceso a los medios y qué relación tenía eso con empezar a fumar o tomar alcohol. Ya hace tiempo que se demostró que casi el 20% del consumo de tabaco se podía explicar por estar expuesto a películas donde se fuma, donde aparecen marcas de cigarrillos. Incluso la Organización Mundial de la Salud publicó un informe el año pasado remarcando la importancia de que los directores de cine no aceptaran plata de las tabacaleras», indicó la investigadora del CEDES.
Otro de los índices que también se estudió fueron las reglas que ponían los padres, si los dejaban ver películas prohibidas, si las miraban con los padres o si establecían reglas sobre lo que podían mirar o hacer en Internet.
«Intuitivamente uno pensaría que los padres tienen un rol importante en la vida cotidiana. En general si tenés una familia bien constituida, con padres que se preocupan, que están en la casa cuando el chico vuelve de la escuela o van a buscar a los niños al colegio, es más difícil que los chicos se desbanden. Lo que se hizo en este estudio fue investigar justamente estas variables más sociales»”, indicó Morello.
Medidas preventivas
Para la psiquiatra Verónica Mora Dubuc, especialista en adicciones y miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), «este estudio confirma algo que uno percibe en la clínica con mucha frecuencia: en la etapa de la adolescencia la influencia del medio ambiente es muy determinante en los patrones de comportamiento en general, pero particularmente en los patrones de consumo».
No obstante, aclaró que esto no desestima los factores individuales de cada persona y subrayó que la adolescencia, es una etapa de la vida en la cual los sujetos tienen, por la constitución de su identidad, la necesidad de integrarse en ciertos grupos que van conformando esa identidad y que incluso los llevan a diferenciarse de los padres, con los cuales mantienen una relación particularmente significativa.
«Este estudio muestra un factor muy importante: la relación de los más jóvenes con sus padres. Muchas veces los padres tienden a pensar que los jóvenes no valorizan su palabra, no respetan sus límites, y que poner límites o no resulta indiferente. Los padres se van desvalorizando en su propio rol como alguien que tiene posibilidades de ejercer autoridad y el estudio muestra claramente que eso es justamente al revés. Los límites tienen un papel fundamental en la constitución del sujeto, nadie empezaría a poner límites a los 14 años, se ponen desde que la persona nace», subrayó.
El estudio plantea la necesidad de realizar medidas preventivas y pone el foco en los médicos pediatras para que sean ellos quienes detecten a los chicos en riesgo. Mora Dubuc va más allá y también apunta a los docentes.
«La escuela es un escenario de acción privilegiado porque tiene una población cautiva para intervenir –asegura Dubuc–. Si un docente observa un bajo rendimiento, retraimiento, alguna conducta disruptiva, como estar más irritable o intolerable, o incluso a un chico agotado que se duerme en la clase, ya estas conductas invitarían a que el docente trate de acercarse o al alumno o a sus padres o a su núcleo de influencia para tratar de investigar qué está pasando y allí abrir un abanico de posibilidades de intervenciones».