Política | PRESIDENTES VERSUS VICEPRESIDENTES

Desencuentros con historia

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Daniel Vilá

En las cuatro décadas de gobiernos constitucionales, los cortocircuitos entre quienes llegaron como binomio a la Casa Rosada fueron frecuentes y, en varios casos, graves por sus consecuencias.

Recelo mutuo. Menem nunca quiso a su lado a Duhalde, quien desde los primeros días trabajó para sucederlo.

Foto: Archivo ACCIÓN

Todos los días alguna noticia, un trascendido o una filtración añaden leña al fuego que amenaza consumir la relación entre el presidente Javier Milei y su vice Victoria Villarruel. Su enemistad ya es evidente y se basa en que ambos tienen diferentes proyectos políticos. Uno, teóricamente libertario, es en verdad ortodoxamente neoliberal. La otra apunta a un populismo de derecha negacionista-clerical-militarista.

Desde la reinstauración de la democracia, estas disputas, con mayor o menor intensidad, han aparecido durante varios períodos de gobierno y en ocasiones han puesto en peligro la gobernabilidad. Vale la pena recorrer los aspectos generales de esos acontecimientos.

Eduardo Duhalde fue electo vicepresidente de Carlos Menem tras la victoria sobre la fórmula de la Unión Cívica Radical (UCR) que encabezaba Eduardo Angeloz, secundado por Juan Manuel Casella. Dos años después, renunció para postularse como gobernador de la provincia de Buenos Aires, objetivo que logró. El enfrentamiento con Menem tuvo una particularidad diferencial ya que no se produjo durante su gestión vicepresidencial, que tuvo corta vigencia, sino en 1998, cuando el bonaerense pugnaba por consagrarse como candidato a la presidencia del Partido Justicialista (PJ) para los comicios de 1999. Sus declaraciones públicas en las que señalaba que la convertibilidad de Domingo Cavallo estaba llegando a su techo y que la desocupación era un problema acuciante desagradaron al riojano quien prácticamente no participó en la campaña de su excoequiper.

Menem tenía una aversión general hacia la función del vicepresidente, que consideraba innecesaria. Una versión que circula en los mentideros políticos asegura que en ocasión de un viaje al exterior dijo a su círculo íntimo: «Si me llega a suceder algo, maten al vice». Finalmente, Duhalde fue derrotado por la Alianza, fruto de la confluencia entre la UCR de Fernando De la Rúa y el Frente País Solidario (Frepaso), liderado por Carlos «Chacho» Álvarez, quien se había alejado del PJ junto al denominado Grupo de los Ocho, en oposición a las políticas neoliberales del menemismo.

A dos voces. De la Rúa y Álvarez, una dupla que se quebró y una gestión fallida.

Foto: Archivo ACCIÓN

La Banelco
La fórmula De la Rúa-Álvarez se impuso por el 48% de los votos contra el binomio justicialista Duhalde – Ramón «Palito» Ortega, pero el frepasista se convirtió en el paradigma del vicepresidente incómodo y renunció a su cargo debido al denominado «escándalo de la Banelco» –tarjeta para extraer dinero de un cajero automático–, que se inició con la denuncia del sindicalista Hugo Moyano por presuntos sobornos a varios senadores para que aprobaran el proyecto de ley 25.250 de Reforma Laboral que impulsaba el Ejecutivo. El entonces ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, ante las dudas sobre la obtención del número de legisladores necesarios para aprobar la ley habría afirmado: «Para convencerlos tenemos la Banelco», expresión que sirvió para bautizar la norma. Después, por 121 votos a favor se completaría el trámite en Diputados.

Cerca de las ocho de la mañana del 6 de octubre de 2000, Álvarez le comunicó telefónicamente al presidente de la Nación su decisión irrevocable: «Lo lamento, me voy, ya no puedo volver atrás». De la Rúa intentó disuadirlo, pero no lo logró. A las 19.18, en un salón del hotel Castelar, tras agradecer a sus compañeros allí reunidos dijo: «No renuncio a la lucha, renuncio al cargo con el que me honró la ciudadanía» y añadió: «Estamos ante una crisis terminal de la relación entre el poder político y el poder económico y del vínculo entre la política y la gente».

Los sobornos en cuestión fueron confirmados por el proceso judicial, pero ninguno de los senadores fue separado de su banca, detenido o condenado y la ley fue derogada en 2004, a través de un proyecto enviado al Senado por el Gobierno de Néstor Kirchner.

Cobos. El mendocino protagonizó un hecho inédito: desempató una votación crucial en contra de su propio Gobierno.

Foto: NA

No positivo
Otro fuerte encontronazo se produjo en 2009 entre la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y su vice, Julio Cobos, un dirigente radical que se había sumado a la estrategia de la «transversalidad» diseñada por Néstor Kirchner, que buscaba la construcción de una compleja coalición política que le garantizara gobernabilidad. El motivo del duro enfrentamiento fue la polémica resolución 125, pergeñada por el entonces ministro de Economía Martín Lousteau, que imponía retenciones móviles a la soja y otros productos agropecuarios y que era duramente resistida por las patronales del campo. Luego de 18 horas de debate en el Senado se produjo un empate en 36 votos. A las 4.25, en un ambiente tenso, Cobos, que presidía la Cámara Alta y –por lo tanto– debía desempatar, sentenció: «Pido perdón si me equivoco, que me juzgue la historia. Mi voto es no positivo».

Cristina Fernández fue también protagonista de la anteúltima confrontación entre los miembros de una fórmula presidencial. Su oponente era Alberto Fernández, al que ella misma había ungido con el propósito de que el perfil conciliador de quien fuera jefe de Gabinete del Gobierno de Néstor Kirchner posibilitara la unidad del peronismo y sus aliados.

Pero las circunstancias adversas –entre ellas una pandemia que se extendió por un largo tiempo– y la indecisión presidencial respecto de los cambios necesarios para liquidar la herencia macrista y encarar un proceso redistributivo provocaron cortocircuitos. La propia Cristina Fernández ha sintetizado las diferencias, en un documento de 33 páginas en la que analiza la coyuntura. En uno de sus párrafos se refiere a la firma, en 2022, de un nuevo acuerdo con el FMI que «no solo validó el escandaloso préstamo que obtuviera la administración de Mauricio Macri, sino que condenó al gobierno a una suerte de agonía al obligarse a implementar las políticas dictadas por el organismo multilateral que ordenaba entre otras cosas, una devaluación del tipo de cambio por sobre la tasa de inflación». También señaló que «no se logró la fortaleza necesaria en materia de reservas por una mala administración de los dólares obtenidos».

Una contundente definición de la exvicepresidenta sintetiza sus divergencias: «No fue solo el voto antiperonista el que hizo presidente a Javier Milei. Sería intelectualmente deshonesto no mencionar el incumplimiento del programa electoral por parte del gobierno del Frente de Todos».

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