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Cazador de negocios turbios

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Alejandro Lingenti

Dirty Pop 
Director: David Terry Fine
Netflix

Manager. Antes de que trascendieran sus estafas, Pearlman aparece rodeado por los Backstreet Boys.

Foto: Prensa

El caso de Lou Pearlman es perfecto para una película o una serie. Un simple recuento de su prontuario ya provoca asombro. Podría haber sido famoso por ser el creador de dos boy bands súper exitosas en todo el mundo, Backstreet Boys y NSYNC, pero llegó al público masivo por una lista impresionante de estafas que lo llevaron a prisión, donde murió en agosto de 2016 cuando tenía 62 años. 

La gran defraudación en la que pone el foco Dirty Pop: La estafa detrás de las boy bands, la docuserie de tres capítulos de menos de una hora que acaba de estrenar Netflix, es la que está relacionada con su papel como manager y productor de dos proyectos musicales que generaron negocios fabulosos cuando estaban en activo. Pero Pearlman supo cómo diversificar sus estrategias para mover dinero: estuvo involucrado con el complejo de entretenimiento Church Street Station, en Orlando; montó una pizzería, un estudio de baile y un club nocturno; compró a los Orlando Predators de la AFL y a la compañía de strippers Chippendales. También tuvo una aerolínea, un programa de inversión y una firma de contabilidad falsos.

En 2019, el tradicional festival South by Southwest estrenó The Boy Band Con: The Lou Pearlman Story, un documental producido por Lance Bass, uno de los integrantes de NSYNC, que después fue parte de la programación de YouTube Red. El lado oscuro de Pearlman quedaba revelado en esa película con aroma a ajuste de cuentas. En la docuserie de Netflix también se detallan los manejos turbios del protagonista, no tanto en el primer episodio, más centrado en la etapa de enamoramiento con artistas a los que impulsó con inteligencia en sus inicios. 

Pearlman era un cazador de negocios que quedó maravillado con la explosión de New Kids On The Block a mediados de los 80 y se propuso replicar e incluso mejorar el modelo, pero derrapó, enredándose en una enorme cantidad de problemas que, con perspectiva, parecen más asociados a patologías de su personalidad que a simples ambiciones de progreso.

Primo de Art Garfunkel, intentó formar una banda cuando era adolescente, pero abandonó muy pronto la idea y empezó su carrera como fabulador montando una empresa que alquilaba dirigibles a marcas de ropa o cigarrillos para campañas publicitarias que desembocaron en desastres. Aun así creó una compañía de aviación nada fiable y después estuvo detrás de la aparición no solo de Backstreet Boys y NSYNC, sino también de LFO, Aaron Carter, Take 5 y Natural, todos productos de una factura y un target parecidos.

Lo que realmente llama la atención es que sus patrañas hayan durado tanto tiempo. Y eso tiene que ver con la innegable capacidad de persuasión de Pearlman y también con la complicidad por conveniencia de los que se asociaron con él, seducidos por el lujo y la fama. Todavía hoy, algunos de los que fueron víctimas del esquema Ponzi más duradero del que se tenga registro lo siguen justificando. 

Ya en prisión, después de haber sido arrestado en Bali tras una precipitada huida de los Estados Unidos, Pearlman seguía pensando en negocios y tratando de que alguno de sus contactos políticos le diera una mano. Era un plan complicado porque también emergieron acusaciones de abuso sexual. Tuvo todo para ser rico y vivir tranquilo, pero no lo ayudó su compleja psicología ni mucho menos un entorno que estuvo demasiado distraído mientras duró la fiesta.

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