24 de agosto de 2024
Esta semana, el oficialismo fue derrotado en las dos Cámaras legislativas. Casi de inmediato, las rencillas al interior del partido de gobierno estallaron. Villarruel, diputados y hasta Macri atizaron el fuego.
Dupla gobernante. Los «ruidos» entre el presidente y su vice escalan a pasos agigantados.
Foto: NA
Habrá que convenir que aburrirse en Argentina cuesta mucho trabajo, aunque de ahí a disfrutar hay un paso demasiado largo. Esta semana no fue una excepción y a las viejas rencillas entre el presidente Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel se le sumaron los choques con el fundador del PRO, Mauricio Macri, al cabo de dos derrotas aplastantes contra el Gobierno en el Congreso: con el DNU que otorga abultados fondos reservados a los espías vernáculos y la fórmula para la actualización de las jubilaciones.
Si hubiera que graficar este momento, tal vez el que mejor lo ilustre sea el de las chicanas extrañamente afectuosas entre el jefe del bloque de senadores peronistas Frente Nacional y Popular, el formoseño José Mayans, con Villarruel. Fue durante el tratamiento de la reforma previsional. Mayans, con ese tono campechano que lo caracteriza, venía argumentando que «Milei cree que entiende más de economía que los 20 zorros que tiene atrás, entre ellos Cavallo, Caputo. Todos ellos forman parte de un clan», dijo, y tomó carrera para lanzar, con mirada cómplice: «Él es un pobrecito. Es un jamoncito, diría la vicepresidenta. ¿Verdad?». La compañera de fórmula de Milei respondió, quién sabe, sorprendida: «Gracias por el favor, Mayans. Gracias por traerme a colación. Un amigo».
Aludían a esa vez en que Villarruel calificó en el canal TN a Milei como el «jamoncito» de un sándwich que la tiene a ella de un lado, mientras del otro está la hermana, Karina Milei.
En esa ocasión también sobrevolaba el debate público un aumento en la dieta a los senadores y desde las granjas de trolls calificaron con sorna a la vicepresidenta de «bicha cruel». Esta vez la diputada Lilia Lemoine fue la que salió fuerte en sus redes.
Villarruel, a su vez, arrojó un dardo contra los críticos de este nuevo aumento de dieta de los senadores.
Es que un día antes, Milei había fustigado el incremento salarial en cuestión.
Espacio revuelto
Esta fractura quizás irreversible deja al aire las feroces diferencias, no solo entre Milei y Villarruel, sino dentro del propio espacio de La Libertad Avanza, un «rejunte» electoral que pudo servir en su momento para salir a la cancha, pero que ahora no muestra unidad de criterio. Para una agrupación que apenas tiene 38 diputados y 7 senadores, mostrar enfrentamientos internos equivale a una especie de suicidio político. Más aún, porque se trata de un sector que construyó un lugar bajo el sol en base a exteriorizaciones de violencia verbal incontenible contra los que se cruzan en el camino.
El incidente con la visita a los genocidas en la cárcel de Ezeiza dejó profundas esquirlas dentro de LLA. La primera en cuestionar la forma en que algunos legisladores aparecieron en el penal para visitar, entre otros, a Alfredo Astiz, fue la santafecina Rocío Bonacci. La segunda que lanzó un traumático cruce de facturas contra el presidente de la Cámara Baja y titular de la bancada de LLA, Martín Menem, fue la diputada mendocina Lourdes Arrieta. Lemoine, otra vez, fue protagonista de los más feroces agravios contra la joven hija de un cabo primero acusado de torturar a soldados en Malvinas, conocida por haber ido a una sesión con un patito kawaii en la cabeza. Lemoine la acusó de estar «desequilibrada mentalmente» y de «no tener los patitos en fila».
La cuestión entre los dos integrantes de la fórmula que ganó el balotaje pasa por otra sociedad armada cuando quizás no pensaban que podrían estar uno en la Casa Rosada y la otra haciendo sonar la campanita en el Senado. La semana pasada, en un acto que Villarruel, como hija de un oficial de alto rango no se hubiera querido perder, faltó al acto de entrega de los despachos y sables a los nuevos generales, almirantes y brigadieres de las Fuerzas Armadas. Dijo que no la habían invitado. Al otro día, en el aniversario de la muerte de José de San Martin, en Mendoza, alegó haber tenido presión baja. No era la primera vez que su salud fallaba en el momento oportuno.
Milei se jacta de ser el primer liberal −o anarcocapitalista− en haber llegado al Gobierno por los votos. Y es cierto, cualquier otra política cercana a Von Friedrich Hayek o Milton Friedman por estas tierras fue producto de un golpe de Estado y por un giro copernicano de quien llegó al sillón de Rivadavia con otras promesas.
Hay un pariente de los Benegas Lynch, José Benegas, que se define como libertario y en el libro Lo impensado: el curioso caso de los liberales mutando al fascismo, analiza la para él inexplicable alianza de algunos movimientos populistas de derecha que aplican políticas neoliberales mediante contenidos religiosos, que según interpreta, lleva a un proyecto neofascista. Villarruel, en este análisis, sería la raíz católico/militar que le daría lustre a un plan neoliberal. Algo como en la dictadura pudo hacer José Martínez de Hoz con Jorge Videla. Pero ni el dictador ni su ministro de Economía tenían vínculos con las mayorías. De hecho, detestaban al «populacho», en palabras de las oligarquías argentinas. Por primera vez hay un liberal/libertario que se apoya en las masas, aunque sus políticas no muestren que las ama.
Lo que desde los rincones liberales le cuestionan a Milei es que sus políticas no son verdaderamente liberales. Así lo entienden algunos de sus excolegas, como Diego Giacomini y Carlos Maslatón.
Puede ser que abran el paraguas para no asimilar a Hayek o Friedman a las consecuencias del plan Caputo/Milei. En todo caso, Macri también quiere jugar en ese partido. Y por un lado apoyó el voto contra el DNU de los espías en Diputados y dejó el camino libre para la reforma previsional en el Senado. Lo que le granjeó −por eso de los trolls− violentos epítetos de los más conocidos.
Macri tomó nota y «dio la orden» de aceptar el veto presidencial a la ley previsional.
Una vuelta que no impidió que lo siguieran «atendiendo» desde las redes.
«Si tomo su tuit significa que no maneja la tropa», opinó Milei sobre el giro del ingeniero, en una entrevista. Y agregó: «O la tropa no tiene magnitud del daño que está haciendo».