Opinión

Mariana Carbajal.

Periodista. Autora de «Encendidas»

Negacionismo de género

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Cámara de Diputados. Cúneo Libarona habló en la Comisión de Mujeres y Diversidades.

Foto: HCDN

La escandalosa intervención del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, en la Comisión de Mujeres y Diversidades de la Cámara de Diputados tiene dos planos que compiten al dejar en evidencia su ignorancia o sus ganas de provocar y concitar atención (para desviarla de otros temas).

Por un lado, el rechazo a las orientaciones sexuales e identidades de género diversas «que no se alineen a la biología» y, por el otro, el negacionismo de la violencia de género y la «no política» de este Gobierno contra esa problemática cuya expresión más extrema causa casi un femicidio por día en el país y se trata de un flagelo reconocido mundialmente, como la contracara del machismo en la sociedad.

Los dos ejes principales de su exposición muestran el rostro más conservador del Gobierno de Javier Milei. En España, una fuerza política de ultraderecha como Vox levanta banderas similares.

¿Qué clase de liberales son? ¿Dónde quedó el respeto irrestricto por el proyecto de vida del prójimo? Pero, además, hay leyes en Argentina que se deben respetar.

En el país rige la Ley 26.485 de Protección Integral contra la Violencia hacia las Mujeres, que obliga al Ejecutivo a desarrollar políticas para proteger a las víctimas; está vigente el Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género. Además, se incorporaron a la Constitución Nacional tratados internacionales de derechos humanos.

Las personas gay, lesbianas, travestis, transexsuales, no binarias existen, tienen familias, son parte de nuestra sociedad. Parece ridículo tener que explicarlo. Todas tienen los mismos derechos. 

Los femicidios también existen: no se pueden negar.

En el ámbito supranacional, se destacan la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará) y su mecanismo de seguimiento (MESECVI), que imponen a los Estado parte –Argentina es uno de ellos– el deber de implementar políticas públicas para eliminar toda manifestación de discriminación y violencia contra las mujeres, y, en particular, el femicidio como la expresión más extrema e irreversible de la violencia y discriminación de género.

Es llamativo que el ministro no sepa o no quiera saber.

La agenda de género y LGBT llegó al Ministerio de Justicia luego de la eliminación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad al asumir Javier Milei: esa área había quedado reducida a una Subsecretaría dentro de Capital Humano, que también fue vaciada y suprimida. Ahora las «no políticas» dependen de Cúneo Libarona que –recordemos– fue defensor de violadores como el exgobernador José Alperovich. Es la primera vez desde la recuperación de la democracia que no hay un área de género en el Gabinete nacional.

Pero lo más curioso es que el ministro cambió drásticamente su postura en el término de un par de meses. «El área de género tendrá prioridad absoluta. Tenemos que cambiar la cultura», había señalado indignado por la falta de «conciencia social» sobre el lugar de las mujeres. «Odio que les den prioridad a los hombres en los cargos y los sueldos», sostuvo entonces, y anunció que tan importante era el asunto para él que iba a poner entre 70 y 100 personas a trabajar «full time y exclusivamente para género». Se lo dijo a Clarín en una entrevista publicada el 1 de julio y realizada por la periodista Mariana Iglesias, editora de Género.

También aclaró que tenía un proyecto para llevar adelante políticas que antes le correspondían al Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades y que él mismo iba a supervisar. La sensibilidad de Cúneo Libarona sobre el tema era tal que anunció incluso charlas en los colegios y materias nuevas en las universidades; pidió agravar las penas para crímenes «de odio» contra «transexuales» y anunció un absoluto «involucramiento personal» de su parte.

Tanto entusiasmo le duró un día. Los voceros del propio Ministerio de Justicia lo desautorizaron y en el diario salió publicada a los tres días una bochornosa desmentida de sus dichos. «No vamos a tener política de género. La violencia no tiene género. Nuestra política está orientada a ayudar y proteger a todas las personas que estén en situación de violencia y riesgo sin importar su sexo». Frente a la incoherencia con las afirmaciones de unos días antes del propio Cúneo Libarona, el vocero del área de prensa del Ministerio le contestó a Clarín: «Entiendo que el ministro debe haberse expresado mal».

El martes, en la Cámara de Diputados, Cúneo Libarona no quiso salirse del cuadro libertario. Pero se pasó varios pueblos. A tal punto que uno de sus colaboradores, seguramente preocupado al escucharlo decir las barbaridades que dijo, se le acercó y se escuchó –todos lo escuchamos– la respuesta del ministro que tenía el micrófono abierto: «Boludo, esto está textual del discurso de Milei».

Que no habrá políticas específicas para combatir la violencia por razones de género está quedando más que claro: el programa Acompañar –la política más importante en términos presupuestarios que llevó adelante el antiguo Ministerio de Mujeres en la gestión anterior– está paralizado. El lunes el Gobierno anunció por decreto que quedó recortada de 6 a 3 meses esa ayuda económica –equivalente a un salario mínimo vital y móvil– e impuso la exigencia de la denuncia policial o judicial para el acceso, lo que pondrá en mayor riesgo a mujeres y diversidades que convivan con su agresor. El Acompañar es clave para darles autonomía económica. La mayoría no quiere hacer la denuncia porque tiene miedo, porque la Justicia no da respuestas, y ellas quedan más expuestas ante su victimario. Esa es la realidad.

De todas formas, desde que asumió Milei, no se pagó ni a una sola mujer el Acompañar, según surge de un pedido de información pública realizado por la provincia de Buenos Aires: 117.905 mujeres pidieron ser incorporadas al programa, fueron aprobadas 1.919, es decir, apenas el 1,6%, pero ninguna cobró nada.

Las palabras de Cúneo Libarona representan retrocesos de décadas. No son liberales, son medievales. El ministro de Justicia hizo alarde de la vulneración de leyes en el mismo ámbito que se votaron: debería renunciar.

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