Política | DISCURSOS DE ODIO

Los riesgos de jugar con fuego

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Alberto López Girondo

Insultos y descalificaciones por parte del presidente y sus seguidores, así como acciones de provocación en movilizaciones y asambleas intentan alimentar un clima de violencia.

Exaltación. Milei en Parque Lezama donde, además de presentar a su partido político, descalificó a opositores, dirigentes sindicales y periodistas.

Foto: Getty Images

En el cierre del coloquio de Idea que se realizó en Mar del Plata, y que se hizo bajo un sugerente lema: «Si no es ahora, cuándo», el presidente Javier Milei volvió a brindar un toque de su tono agresivo ante empresarios que pagaron entre 1,4 y 3 millones de pesos solo para presenciar su discurso. Y llamó «econochantas mandriles» a los economistas que cuestionan la línea que desarrolla su Gobierno desde el 10 de diciembre pasado.

A esta altura podría decirse que estuvo bastante civilizado. En el encuentro con sus militantes del 28 de septiembre en Parque Centenario, en el lanzamiento del partido La Libertad Avanza en la Ciudad de Buenos Aires, lanzó tal catarata de improperios que hasta los medios más cercanos se asombraron. «Manga de delincuentes», «sindigarcas», «ensobrados», referido a kirchneristas, gremialistas y periodistas, respectivamente, es lo más delicado que lanzó aquella tarde-noche. Hay mucho más, poco recomendable para almas sensibles, en esta recopilación del portal La Letra P.

https://www.letrap.com.ar/politica/todos-los-insultos-javier-milei-quienes-y-como-ataco-el-presidente-n5411510

Casi el mismo léxico elemental que repitió contra diputados y gobernadores desde principios de año, cuando pretendía que le votaran la mega Ley Bases y la delegación de poderes. «Ratas», «coimeros», «degenerados fiscales». Lo de «mandriles» es otra de sus referencias anales, que tanto podrían haber divertido a chicos de primaria hace 30, 40 años o incluso más.

Una encuesta de la consultora Zuban Córdoba del 11 de octubre revela que el 65% de los consultados cree que el clima de violencia política esta en aumento en el país desde que Javier Milei es presidente. El dato a tener en cuenta es que el 44% de los votantes de Milei también piensa que desde el 10 de diciembre pasado «el odio y la intolerancia están en aumento».

Las imágenes de jóvenes libertarios expulsados violentamente de una asamblea en la Universidad de Quilmes se viralizaron prontamente con gruesas acusaciones contra los alumnos, velozmente sindicados del delito de ser «K», a quienes se puso como ejemplo de que el kirchnerismo es violento por naturaleza. En la web del diario Clarín de ese día, se vio por algunas horas un titulo que adelantaba la acusación: «Agreden a estudiantes de Javier Milei en una universidad K». Esa versión es la que apareció en la edición de papel del martes 15.

Cuando se conoció un informe del rectorado de la institución, donde se aclaraba que los expulsados no eran estudiantes, y que, cuando se fueron arrojaron gas pimienta sobre el resto de los presentes, el título cambió. Así quedó finalmente en clarín.com.

https://www.clarin.com/politica/agreden-estudiantes-javier-milei-universidad-kirchnerista_0_7F9rHcBNzg.html

En el papel, el miércoles 16 hace la corrección pertinente, con una segunda nota en la que el medio da cuenta de los agravios descalificadores de Milei contra el diputado Miguel Ángel Pichetto. ¿Una de cal y una de arena?

El estilo Milei, que subyugó a muchos jóvenes y no tanto que encuentran en las redes sociales su caldo de cultivo, alcanzó la fama precisamente por su agresión constante, y no solo contra quienes no piensan como él. Se hizo conocido porque cada vez que era convocado como panelista o entrevistado, el rating se disparaba. Y en tiempos donde los clics se monetizan, era el invitado necesario. Pero ahora es presidente y esas mismas «gracias» se convierten en un juego peligroso.

El especialista en medios Martín Becerra se sorprendía hace unos días por un comunicado de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) en solidaridad con directivos del diario La Nación atacados por Milei públicamente. 

La sorpresa se relaciona con que la entidad, entre cuyos integrantes se encuentran Héctor Magnetto y Marcos Galperin, no acostumbra a meterse en esos temas. El primero es el máximo accionista del grupo Clarín. El segundo, dueño de Mercado Libre, es uno de los que desde su cuenta de X más nafta agrega a cualquier debate político. Como en este caso, chuceando de un modo innecesario al periodista Alejandro Bercovich, con quien mantiene viejas disputas por su posición sobre el conflicto en Gaza. Solo porque puede.

Milei, por su parte, también gusta de chicanas y se dedica a repostear mensajes de algunos de sus seguidores, cuyo núcleo central suelen ser trols. En este caso, trayendo a colación parte de la historia trágica de la Argentina de los 70.

El posteo era posterior al ataque que sufrió durante la última marcha de los universitarios el tuitero conocido como Fran Fijap, quien se hizo conocido como «influencer» y se mete en manifestaciones opositoras en trance provocativo. En esa ocasión fue perseguido y agredido –también de manera innecesaria– por un grupo de manifestantes y se refugió en una pizzería del centro porteño.

Este caso desnudó el sentido que alcanzan estas actitudes. Porque el riesgoso oficio de provocar tiene sus consecuencias. Pero el joven Fijap, se vio en las redes, tenía cobertura de un agente parapolicial que lo metió en el local en cuestión y luego se pavoneó en la TV contando a qué se dedica.

Como sucedió en la UNQui, acercar un fósforo a un bidón no es bueno. El temor es que muchos hacen como si se tratara de un juego inocente. La historia, sin embargo, demuestra que puede terminar muy mal.

La celebración del 17 de octubre de la vicepresidenta Victoria Villarruel tuvo su dosis de provocación, y tampoco fue inocente. Visitó en Madrid a María Estela Martínez de Perón, la presidenta derrocada por el golpe cívico-militar de 1976. Y posteó un video en el que reivindica la tarea que cumplió la viuda del fundador del movimiento peronista contra el «terrorismo y la subversión» de Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) durante su breve gestión (1 de julio de 1974-24 de marzo de 1976).

Es interesante desmenuzar el contenido del video. Ensalza la figura de la expresidenta en medio de las internas en el peronismo por elegir a su dirigencia, pero omite puntillosamente el modo en que fue desplazada del poder. Según se dice allí, «el gobierno de facto puso fin a su mandato». No aclara la razones para el golpe genocida que entre otros uniformados, protagonizó su padre, el teniente coronel Eduardo Villarruel. ¿Qué necesidad había de reemplazar a María Estela Martínez si estaba haciendo todo bien para combatir a los grupos armados, como proclama el corto? ¿O será que ella no quería hacer todo lo que los militares sí hicieron?

Un asunto que no se suele analizar desde las derechas es que la guerrilla no nació espontáneamente por la maldad de jóvenes descarriados. ¿Cuánto influyeron en esa respuesta radicalizada las agresiones cometidas desde el bombardeo a Plaza de Mayo y la dictadura de 1955 –que se proclamó «Revolución Libertadora»– contra el proyecto de vida de los sectores más desfavorecidos de la población?

Preguntas incómodas para momentos incómodos.

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