13 de diciembre de 2017
Recientemente, el Banco Central anunció que eliminará la Línea de Créditos Productivos cuya finalidad era esencialmente la de otorgar financiamiento a pymes para proyectos de inversión. Será gradual.
Mes a mes, los fondos que los bancos deberán aplicar serán menores, hasta extinguirse en diciembre de 2018.
La Línea había nacido en 2012 bajo el amparo de una nueva Carta Orgánica que asignaba al Banco Central la atribución de orientar el crédito. Con tasas de interés más accesibles que las de mercado y plazos más largos, se facilitó el acceso al crédito a 78.000 pymes entre 2012 y 2015. Si bien en las sucesivas etapas fueron modificándose las condiciones, no se alteró su naturaleza. En el período mencionado el crédito otorgado a pymes subió del 14,5% al 21% del total del crédito.
En diciembre de 2015 cambió el nombre de la Línea, el enfoque y subieron las tasas de interés. Se incorporaron cada vez más excepciones que habilitaron a los bancos a dirigir los fondos hacia otros fines. Se destinó cada vez más a préstamos de cortísimo plazo como los descuentos de cheques, auxilio al que las pymes acuden con más asiduidad en momentos difíciles.
La eliminación en 2018 había sido anticipada por el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, cuando alentó a «desterrar de nuestro léxico el concepto de crédito subsidiado».
Con esto busca, en sintonía con otras políticas de liberalización, dejar actuar al mercado y las consecuencias ya se evidencian. En los últimos dos años mientras el crédito a empresas creció un 35% el destinado a tarjetas de crédito y personales avanzó un 78%. Y el crédito subsidiado a pymes se estancó e irá languideciendo con el paso de los meses. Un indicador preocupante del rumbo que va tomando el sistema financiero con el actual equipo económico.