10 de noviembre de 2024
El presidente Javier Milei espera un espaldarazo para su gestión desde el norte. Agenda de ultraderecha en común, diferencias en lo económico y el intento de reeditar el apoyo financiero otorgado a Macri.
A media luz. Breve encuentro de Milei con Trump en una cumbre derechista en febrero de este año.
Foto: NA
Los astros están alineados para que Javier Milei pueda tener su foto con Donald Trump. Luego del aplastante triunfo del empresario republicano en las elecciones del martes pasado, el presidente argentino hizo de todo para sumarse a la retahíla de jefes de Estado que felicitaron telefónicamente al futuro mandatario estadounidense, pero sin lograr que lo atendiera, según reflejaron incluso medios alineados con La Libertad Avanza. Lo que aparecía como un despropósito teniendo en cuenta que Milei es de los más fervorosos partidarios de la agenda retrógrada de Trump, con quien solo había tenido un encuentro con aires de casual en un pasillo –a media luz– durante la cumbre de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), en Washington, en febrero pasado. Ahora el paleolibertario se anotó en un nuevo encuentro de la CPAC, en Mar-a-Lago, la residencia del magnate en Florida, el jueves y viernes que viene, a la que están convocados políticos ultraconservadores e inversores. Allí espera lucirse en otra de sus charlas y estar bajo los spots con su ídolo. Cosa de no volver con las manos vacías.
Si Milei esperaba que el futuro inquilino de la Casa Blanca corriera a devolverle los mensajes de salutación, se equivocó de cabo a rabo. Quizás un reflejo de lo que espera con la administración que comienza el 20 de enero de 2025. Habrá que decir, para desánimo de los connacionales, que la Argentina resulta irrelevante para las grandes potencias y, además, que el crédito concedido por el FMI al Gobierno de Mauricio Macri, por presiones de Trump, fue uno de los mayores fiascos para la entidad financiera. Y de este lado del mostrador están las mismas caras que habían ido a mendigar aquella vez (Luis Caputo y Federico Sturzenegger los más visibles), y el PRO con Macri son los mayores garantes de gobernabilidad del mileísmo, que no ocultan su ansiedad por la llegada del nuevo Gobierno a EE.UU. para volver a «tirar de la manga».
Como contrapartida, Macri siempre mostró cercanía con Trump. Se conocieron a fines de los años 70, cuando el entonces joven ejecutivo del grupo familiar SOCMA viajo a Estados Unidos con la intención de cerrar un trato por negocios en común iniciados por Franco Macri. Las malas lenguas hablan de alguna trapisonda entre tahúres en la que terminó ganando el estadounidense, pero también de correrías juveniles de ambos millonarios que terminaron en una suerte de complicidad que fructificó en 2018, cuando las cuentas públicas tambaleaban y aparecieron 45.000 millones de dólares para intentar salvar la ropa. Sin pasar por los controles de regla, violando límites y «olvidando» recomendaciones de los funcionarios de carrera del FMI. En todo caso, es seguro que Trump siente en Macri a un par –en todo el sentido de la palabra– y en Milei a un voluntario que exagera las pompas ultraderechistas para congraciarse. Pero en el fondo es de otra clase social.
En su cuenta de Tik-Tok, Milei fue más explícito en relación a los mensajes oficiales. Y en 25 segundos, con un primer plano absorbente, pareció leer un mensaje en que dijo: «Usted sabe que puede contar con la Argentina para hacer grande a Estados Unidos nuevamente», usando el slogan de las campañas trumpistas. Esto levantó críticas de los sectores nacionalistas más fanatizados al ver recortes que se viralizaron prontamente. El mensaje completo es: «nosotros sabemos que podemos contar con usted para hacer Argentina grande nuevamente». Lo que no deja de resultar un tanto insólito. No hay evidencia empírica de que Estados Unidos hubiese ayudado a crecer a la Argentina en toda su historia.
Las élites que acompañan a Milei son las mismas que adhirieron a los postulados del neoliberalismo, del Departamento de Estado y del Pentágono durante la dictadura militar y con las «relaciones carnales» del menemismo. Una experiencia llevó a participar en la guerra clandestina en Centroamérica para darse contra una pared durante el conflicto de Malvinas, la otra terminó enterrada con la convertibilidad en 2001. Ambos son hechos puntillosamente barridos debajo de la alfombra libertaria. ¿Por qué una «limpieza ideológica» en la Cancillería y el aislamiento internacional debería resultar diferente?
Por otro lado, Trump promete una economía más cerrada y aumento de aranceles para favorecer a la industria estadounidense, mientras que Milei repostea mensajes en la red X de viejas publicidades de la dictadura anti-industria argentina –aquella de la silla de mala calidad– que fueron el prolegómeno de la política de José Martínez de Hoz.
Milei no solo ahora se encuentra con el rechazo de los productores textiles, que le recordaron en un documento de la fundación Pro Tejer que «la sociedad estadounidense eligió al candidato que apoyó vehementemente un nuevo proceso histórico de reindustrialización en USA (sic) y, por tanto, la conservación y expansión de los puestos de trabajo». También del CEO del grupo Techint, Paolo Rocca, pide limitar el ingreso de acero chino. El Gobierno podría responderle con aquella frase del Secretario de Comercio de Martínez de Hoz: «El mercado habrá de decidir si producir acero o caramelos». También en esto la historia dijo lo suyo.
Como sea, Milei celebra el triunfo de Trump como propio porque fortalece su concepción del mundo y cree que podrá hacer y deshacer sin que lo reprenda una voz admonitoria desde Washington. Allá habrá alguien que hará lo mismo que él intenta aquí, pero con el control de Ambas Cámaras y de la Corte Suprema de Justicia.