La conferencia anual del organismo multilateral que promueve el libre cambio, facilita convenios y resuelve litigios entre sus países miembros concluyó con una lavada declaración final ante la férrea postura estadounidense. Cumbre de los Pueblos.
28 de diciembre de 2017
Sin acuerdos. El encuentro, que tuvo lugar en el marco de una fuerte censura a corrientes críticas, terminó en fracaso. (Mabromata/AFP/Dachary)
Mundial del Comercio (OMC) realizada en la ciudad de Buenos Aires culminara con un nuevo fracaso. La imposibilidad de redactar una declaración final conjunta habla por sí sola. La presidenta de la Conferencia, Susana Malcorra, reconoció que «sin dudas nos hemos quedado cortos en algunas cosas que queríamos hacer. Negar eso es tapar el sol con las manos». Por su parte, el presidente de la OMC, Roberto Azevêdo, planteó que «sentimos decepción porque a pesar de los grandes esfuerzos no pudimos cumplir con los plazos y tampoco nos pusimos de acuerdo para un programa más detallado en varios ámbitos. La actitud tendrá que cambiar si se quiere progresar».
El evento, que se desarrolló en el Centro Cultural Kirchner, contó con la participación de funcionarios y empresarios de 164 países, mientras que los representantes de la sociedad civil se las vieron en figurillas para entrar al recinto. El gobierno argentino prohibió el ingreso al país de aquellos líderes de organizaciones no gubernamentales (ONG) con una visión crítica.
La OMC es una ferviente defensora de la liberalización comercial y plantea que las políticas aperturistas son una condición necesaria para el desarrollo económico. Sin embargo, todos los países centrales, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, fueron proteccionistas en sus estadios iniciales de desarrollo. Y el gobierno argentino coincide plenamente con esta visión librecambista. «Creemos en el círculo virtuoso que se pone en funcionamiento cuando eliminamos los obstáculos al libre comercio», dijo el mismo Mauricio Macri. No obstante, los datos empíricos desmienten que una economía más abierta sea sinónimo de mayor crecimiento.
El economista francés Pierre Salama sostiene que «el proteccionismo y la manipulación de las tasas de cambio no generan necesariamente comportamientos de “caza de rentas”, como denuncia la corriente liberal; por el contrario, permiten el surgimiento de una nueva clase de empresarios. El mercado interno y su ampliación explican las altas tasas de crecimiento del PIB». Salama explica que «lo que impulsa el crecimiento no es el aumento del grado de apertura sino la manera de realizar la apertura… descuidar el mercado interno en beneficio exclusivo del mercado externo, adoptando una política de liberalización de los mercados y retirada del Estado, lleva, “en el mejor de los casos”, a obtener una alta tasa de crecimiento acompañada de desindustrialización, como sucedió en Argentina en los años 90 y, “en el peor”, a un bajo crecimiento. El mercado interno y el mercado externo son las “dos piernas” del crecimiento: “ambos se refuerzan mutuamente”».
Juego de roles
Las negociaciones en la OMC están estancadas hace muchos años, debido a que la crisis económica de 2008 multiplicó las respuestas proteccionistas. Desde ese año, la organización contabilizó 2.557 medidas restrictivas comerciales. En otras palabras, el contexto internacional es muy distinto al planteado en las mesas de arena del gobierno argentino. El politólogo Andrés Malamud señaló la ironía de que el macrismo se entusiasmó por «volver al mundo que ya se fue».
A ese complejo panorama se sumó el triunfo de Donald Trump. Su campaña apuntó a capturar los votos de hombres blancos con bajo nivel de instrucción, denominados white trash, cuya insatisfacción es una tendencia en ascenso en los últimos años. Estos son un colectivo muy perjudicado por la globalización neoliberal, como consecuencia de la deslocalización productiva, es decir, del traslado de industrias norteamericanas a India, China y México, que provocó en los últimos 15 años en Estados Unidos un retroceso del empleo industrial cercano al 30%. Un estudio de los economistas Angus Deaton y Anne Case reveló el aumento de la tasa de mortalidad de este grupo social por distintas razones, como suicidio, alcoholismo, abuso de analgésicos. «Paradojas de la historia, se trata de la generación del baby-boom, concebida en el clima de optimismo posterior a la Segunda Guerra», comenta el politólogo José Natanson.
Las propuestas de campaña del magnate inmobiliario –como reindustrializar el país y denunciar y/o renegociar los tratados de libre comercio– sonaron como música para los oídos de esos sectores. Incluso durante la campaña, el candidato republicano emplazó a Ford y Apple para que dejaran de trasladar líneas de producción a México y China, respectivamente. Lo cierto es que si Trump lograra avanzar en esa dirección esto supondría una profunda reestructuración interna de la economía norteamericana, de su relación con el resto del mundo y una fuente adicional de inestabilidad política y económica mundial. Para el economista Nicolás Arceo, «con Trump se inicia una nueva fase en la que va a haber todavía más trabas al comercio internacional, lo cual a su vez va a golpear a la periferia. Algunos economistas calculan que por cada empleo perdido o ganado por Estados Unidos, crecen o bajan cuatro en la periferia».