Política | MILEI VERSUS VILLARRUEL

Divorcio en puerta

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Alberto López Girondo

El presidente escaló en la interna que libra con su compañera de fórmula y la ubicó por fuera del dispositivo de Gobierno. Crónica de un vínculo que marca los matices existentes dentro del proyecto libertario.

Juntos pero separados. Milei y Villarruel sacaron a relucir ciertas diferencias dentro de una compartida visión política de derecha.

Foto: NA

El presidente parece necesitar la pelea permanente. Cuando no es un opositor –la elegida ahora es Cristina Fernández de Kirchner–, son legisladores o periodistas. Cada tanto desde sus huestes chuceaban a su compañera de fórmula y actual vicepresidenta. Ahora, directamente, el primer mandatario apuntó contra Victoria Villarruel, elevando la tensión institucional de un modo que ya es costumbre en las últimas décadas. Baste recordar los cruces de Cristina Fernández con Julio Cobos a siete meses de asumir el cargo, en 2008, o de ella misma con Alberto Fernández desde 2019. Y más atrás en el tiempo, la disputa entre Carlos Menem y Eduardo Duhalde, o la renuncia de Carlos Chacho Álvarez a su cargo durante la presidencia de Fernando de la Rúa. Lo que marca una diferencia es que ahora los choques ocurrieron desde el 10 de diciembre de 2023, con la designación del primer gabinete de Javier Milei. Y se da de un modo mucho más violento a través de las redes sociales, donde la Casa Rosada tiene un batallón de trols con los que todavía la vicepresidenta no cuenta, aunque se nota el «esfuerzo».

Durante la campaña habían establecido que Villarruel se ocuparía de los temas relacionados con la seguridad, la defensa y la inteligencia del Estado y Milei del resto. Pero para ganar el balotaje, el paleolibertario debió hacer un acuerdo con el PRO por el cual los integrantes de la fórmula de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich y Luis Petri, ocuparon ambas carteras, mientras que la agencia de espionaje la terminó ocupando la gente de Santiago Caputo.

Villarruel, que representa la pata reivindicadora de la dictadura dentro del conglomerado de La Libertad Avanza, no se quedó quieta y avanzó hacia la construcción de su propio espacio. Si bien ambos dirigentes tienen en la ultraderecha su espacio de referencia, eran inevitables las diferencias, que en rigor de verdad tienen profundas raíces dentro de las élites vernáculas. Por un lado, un liberalismo a ultranza cercano al desprecio sarmientino por todo lo nacido de estas tierras, consideradas bárbaras en contraste con la civilización que viene de las culturas occidentales. Jorge Luis Borges dijo alguna vez que se sentía «un europeo en el exilio», y este gobierno creó una Secretaría de Culto y Civilización dentro de la cancillería.

Villarruel, en cambio, apela a un nacionalismo católico que, para los historiadores, apela a la idea de una defensa de lo nacional con los que se justificaron todos los golpes de Estado que luego aprovecharon los liberales para tomar el poder e implementar un plan económico extranjerizante. La «oligarquía con olor a bosta» que ya había advertido el «padre del aula». Por eso, la vicepresidenta, que por un lado maniobra para sacar de las prisiones a los militares detenidos por delitos de lesa humanidad, al mismo tiempo recorre las provincias en cuanto acto pueda mostrarse con vestimenta gauchesca.

El 20 de noviembre, en la celebración del Día de la Soberanía, que recuerda la batalla de la Vuelta de Obligado, cuando en 1845 las fuerzas al mando del general Lucio Mansilla intentaron resistir el ingreso de buques de Inglaterra y Francia por el río Paraná para «abrir los mercados» sudamericanos al comercio europeo, posteó su homenaje. 

Ese acontecimiento se produjo durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, personaje incómodo para esas oligarquías, que en el periodo de Carlos Menem fue figura de un billete que la inflación condenó al olvido. Un usuario de la red X cercano al exsecretario de Comercio, Guillermo Moreno, subió en su cuenta de X un video donde se ve el gesto de rechazo de Villarruel ante un discurso de Milei que reivindica a Justo José de Urquiza, el gobernador entrerriano que comandó las tropas que derrotaron a las fuerzas de Rosas en la batalla de Caseros.

Como anecdótico quedó que justo ese 20 de noviembre el Gobierno anunció la licitación de la vía navegable del Paraná, la llamada Hidrovía, la principal salida para la producción nacional.

La vicepresidenta había viajado un par de días antes a Entre Ríos para la Fiesta Nacional del Arroz. Un gesto que fue severamente condenado en X por cuentas mileístas.

La diputada Lilia Lemoine, que tiene a Villarruel entre ceja y ceja y la llama despectivamente «Bichacruel», se encargó de avanzar en sus críticas más despiadadas y en sendos reportajes radiales y televisivos descargó su ira contra la vicepresidenta, que se había atrevido a caratular como «Jamoncito» al primer mandatario, en una de las embestidas más certeras contra el mandatario. 

Esta ruptura, que ya parece irreversible, se potenció luego de una entrevista del presidente con uno de sus divulgadores más cercanos, Esteban Trebucq, por el canal LN+. Preguntado por la relación entre ambos compañeros de fórmula, Milei dijo que el trato que mantienen es estrictamente institucional, que ella no participa de las reuniones de gabinete ni comparte muchas de las políticas de su gestión, y agregó: «Ella está mucho más cerca del Círculo Rojo y de lo que llama “la alta política” y nosotros llamamos “la casta”».

El revuelo fue de tal magnitud que tanto el vocero Manuel Adorni como el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ensayaron una pirueta asombrosa para tratar de seguir sosteniendo que «no pasa nada» y que todo está en calma entre la sede del Gobierno y la presidencia del Senado, esas dramáticas 15 cuadras sobre la Avenida de Mayo. «Cuando el presidente dice que está cerca de la casta se refiere a que trabaja con los bloques de senadores para llevar adelante las propuestas del Gobierno nacional», le dijo Francos al comunicador Jonathan Viale.
Al cierre de esta nota, la vicepresidenta no había respondido a Milei. En cambio, sí lo hizo con Lemoine. En la red X, tomando el mensaje de una usuaria que llamaba «Miss Rivotril» a la legisladora, reivindicó el mote «Bichacruel» que le endilgan, señalando que es «un sobrenombre épico». Como se aprecia, un debate político de alto vuelo.

Analistas políticos afines al oficialismo coincidieron en que Milei aprovechó una semana en la que alega tener viento a favor para marcarle la cancha a Villarruel. Hablan de datos de inflación y actividad económica y pintan a un presidente envalentonado por la visita de los jefes de estado de Francia e Italia a Buenos Aires. Dejan de lado el rol que le cupo en la cumbre del G20 en Río de Janeiro y de la forma en que morigeró sus improperios contra Lula da Silva y Xi Jinping. Presionado en un caso para firmar un acuerdo por un gasoducto de Vaca Muerta a Brasil, y en el otro por los famosos swaps y el proyecto hidroeléctrico en Santa Cruz.

¿Habrá una fumata blanca similar entre Milei y Villarruel?

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