El anuncio de licitaciones petroleras offshore y el avance de la minería con impacto ambiental profundizan el patrón de producción de recursos para exportación como pilar de la economía junto con el agronegocio sojero.
10 de enero de 2018
Vaca Muerta. Para dar el «salto exportador» el yacimiento no convencional es imprescindible. (LAP/Archivolatino)El ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, despidió 2017 con un mensaje esperado por la industria petrolera. Para reforzar las expectativas que genera la formación de Vaca Muerta en Neuquén, anticipó durante el almuerzo de fin de año con los CEO y directivos del sector que antes de julio de 2018 se lanzará la primera licitación para explorar hidrocarburos convencionales mar afuera. La perspectiva de cesión a compañías globales y a grupos locales de una superficie offshore de millones de hectáreas, frente a las costas bonaerenses y patagónicas, se suma a la aceleración de numerosos proyectos mineros, favorecidos además por mejores condiciones impositivas.
En ambos casos se profundiza la apuesta al extractivismo de recursos naturales, vía elegida junto con el desarrollo del agronegocio (principalmente sojero) como pilar de la economía y eventual salvavidas ante las dificultades coyunturales. Un informe de la consultora Econométrica estimó el déficit en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos en torno de los 27.000 millones de dólares en 2017 y proyectó un rojo de 31.000 millones para el año que comienza. «Las urgencias de corto plazo –sostiene el análisis– recomiendan que el salto exportador se concentre en áreas con rápida respuesta como, por ejemplo, petróleo y minerales, que son actividades con experiencia exportadora».
La consultora que orienta el exsecretario de Hacienda radical, Mario Brodersohn, propone llevar adelante una estrategia de «shock sectorial, para estimular la expansión exportadora del triplete de oro de ventajas comparativas de la Argentina: el oro verde (la soja), el oro negro (el petróleo) y el oro blanco (el litio)». Los funcionarios y empresarios que impulsan esta vía recuerdan que la Argentina logró un superávit energético de 30.000 millones de dólares entre 1992 y 2002. Lo que no se menciona es que ese período coincidió con un agudo proceso de desguace de la industria radicada en el país, que redujo la demanda de energéticos y favoreció envíos desventajosos, como los de gas natural hacia Chile. Justamente, semanas atrás se reanudaron las exportaciones gasíferas temporales trasandinas (con compromiso de reimportación). Pero gobierno y empresas ya planean que esas operaciones se conviertan en ventas puras (solo de ida) el próximo verano, a medida que crezcan los excedentes por la mayor producción en Vaca Muerta.
En la visión oficial del negocio, la perspectiva de volúmenes exportables de hidrocarburos se asentará además en futuros descubrimientos en el océano Atlántico. La Ronda 1 del Plan de Exploración offshore, por lo pronto, abarcará tres áreas del litoral marítimo, sobre una superficie de 225.000 kilómetros cuadrados. Aranguren buscó entusiasmar a los eventuales inversores al destacar que Argentina tiene en su plataforma continental «una de las áreas menos exploradas del mundo». Lo cierto es que la licitación incluirá una vasta región de la Plataforma Austral Norte (5.000 km2); la Cuenca Malvinas Oeste (90.000 km2); y la Cuenca Argentina Norte (130.000 km2). El cronograma gubernamental contempla la recepción de ofertas en noviembre próximo, para adjudicar los permisos exploratorios a fines de este mismo año. El ministro también destacó que «esta primera etapa será seguida en 2019 por una segunda Ronda, en la cual se incorporará la Cuenca Argentina Sur que cuenta con un área aproximada de 120.000 km2».
Permisos
En mayo de 2017, la cartera energética otorgó los primeros permisos de reconocimiento superficial a YPF y a la noruega Spectrum Asa, en colaboración con la china BGP Marine, sobre áreas marinas de 500.000 y 35.000 km2, respectivamente. Luego extendió la autorización a la firma nórdica sobre 284.500 km2 en las cuencas Austral Marina y Malvinas Marina, a la vez que se admitieron trabajos similares en las mismas áreas por parte de la australiana Searcher Seismic. YPF, a su vez, había acordado a fines de 2016 con la también noruega Statoil trabajos de sísmica 2D en un área de estudio de 360.000 km2 del mar argentino. En total, la superficie que se examina para hallar futuros pozos petroleros o gasíferos equivale a casi un tercio de la superficie continental de la República Argentina, en aguas con costas desde la bahía de Samborombón hasta el Estrecho de Magallanes.
La actividad reconoce como antecedente unos 80 pozos exploratorios realizados décadas atrás, muy próximos al borde terrestre y que no arrojaron resultados alentadores. En esta ocasión la expectativa está centrada en lo que se denomina «fenómeno de márgenes abruptas» de 3.000 a 3.500 metros de profundidad, donde se buscan las trampas que ya fueron reconocidas con éxito en otras partes del planeta. Ese es el caso de Guayana, Egipto o Mozambique, se entusiasman los funcionarios y CEOs de petroleras estadounidenses y europeas.