Cultura | NUEVO DISCO DE DUKI

En busca de la tierra prometida

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Gabriel Plaza

Con una seguidilla de seis fechas en Buenos Aires, el cantante inaugura la gira de presentación del flamante Ameri. Ambiciones e inseguridades en la cima del trap.

Rimas. La nueva producción de Duki suma quince temas, con invitados locales y extranjeros.

Foto: Prensa/Luque

Soñaba con ser una estrella de rock y ahora no le alcanza el cielo, quiere ser la constelación. Duki tiene 28 años, ya llenó dos River y agotó las entradas para el estadio Santiago Bernabéu de Madrid en junio de este año. El sábado 7 de diciembre cerró la primera noche del festival Buenos Aires Trap en Parque de la Ciudad, donde lo vieron unas cincuenta mil personas. Ese fue el lugar elegido para presentar clásicos como «Goteo» y «Malbec», junto a los estrenos en vivo de las nuevas canciones de su último disco, Ameri, otro escalón en la construcción de la épica que rodea a Duki: el pionero del trap en la Argentina y el motor de todo un movimiento que nadie esperaba hace ocho años.

Es un momento particular en la vida artística de Duki. En pocas horas se agotaron las entradas para las seis fechas en el Movistar Arena, tras el anuncio de su nuevo tour mundial que comienza en marzo de 2025 sobre suelo porteño, y que lo llevará por quince países, incluyendo diez ciudades de Estados Unidos. Durante noviembre fue la comidilla de los programas de chimentos por su relación con Emilia Mernes y también fue tendencia en las redes sociales por la crítica negativa que le hizo la revista Rolling Stone al flamante disco.
El cantante no se puede dormir en los laureles. Sabe que todo el tiempo tiene que demostrar por qué ocupa ese lugar que se ganó. Sabe, también, que tiene que mantenerse y estar alerta para evitar el parricidio de la generación más joven. En todo su nuevo álbum da cuenta de ese sentimiento. En «Brindis» sobra a sus enemigos y dice en tono socarrón: «Hago un brindis por mis enemie’/ espero que este año les vaya bien/ Quiero verlos en su mejor estado/ hay que competir, y si no, ¿con quién?». Hasta se toma con sorna su rol de patriarca de la escena del trap argentino y se define como un tatarabuelo en el beat obsesivo de «Un día más», junto a YSY A. Allí manda otro mensaje a los más jóvenes que lo quieren jubilar, cuando rapea con ese flow adrenalínico de respiración corta: «Sigo haciendo milagros/ sin frotar ninguna lámpara».

Duki lucha contra el tiempo, las nuevas tendencias, los cambios de género, la nueva información, las modas y la insolencia de la nueva camada: Ameri, en algún punto, esgrime la idea de no dejar dudas sobre su legado en el trap argentino y convertirse con el tiempo en un clásico del género. «Le pusimos todo y trabajamos con Yessan y Assan mucho tiempo. Espero que puedan entender mi locura y siento que la entienden hace más de mil años», dijo frente al público que agotó las localidades del Movistar para escuchar el nuevo álbum junto a Duki el pasado 31 de octubre.


Gira. Luego de tocar en marzo en el Movistar Arena, la presentación de Ameri lo llevará a quince países.

Foto: Prensa/Luque


Visión estratégica
En el esperado Ameri, Duki se dio todos los gustos. Participaron el príncipe del rap gansta de Los Angeles YG, una leyenda del hip hop como Wiz Khalifa, el rapero británico Headie One, el boricua Myke Towers, los estadounidenses Arcangel y Eladio Carrión, el cubano Ovi, los argentinos YSY A, Lucho SSJ y Milo J, y los españoles Morad, Judeline y Lia Khali. El álbum es un punto de encuentro de estrellas y una excusa para posicionarse en la primera línea de la movida urbana con una visión estratégica: seguir traccionando público desde diferentes países y corrientes musicales.

La nueva producción de Duki es un compendio de recursos conocidos del género, donde muestra todas las cartas: los giros, el acento de Detroit, el espíritu del trap nacido en Atlanta, traducido a un idioma argento y centroamericano. Es un disco que se respalda en la capacidad de Duki para crear barras y fluir con los beats montados por los productores Yesan y Assan. En ese rubro es uno de los mejores. Pero también es cierto que no se aleja de su territorio conocido: todavía no conquistó ese lugar llamado Ameri, la tierra prometida. «Es un disco que había generado muchas expectativas en la prensa, pero quizás es hora de que Duki haga un cambio de paradigma», dice la periodista Catalina Greloni Pierri, especializada en seguir la pista de las nuevas tendencias urbanas.

Las quince canciones suenan a material de transición antes que a recambio artístico. Su madre Sandra lo definió muy bien cuando lo presentó en público: «Ameri es una etapa. Es un lindo disco, que ojalá tenga el reconocimiento del amor que él le dio a ese trabajo. Mauro tiene mucho camino por recorrer y cada disco es un peldaño en una escalera y es importante por eso».

En el tema «Nueva era», después de la intro instrumental épica que parece ambientar su llegada a un nuevo mundo, Duki se presenta como Rocky, tirando rimas como ganchos bajo una lluvia de cheques y billetes, mientras el rapero Mike Towers manda saludos a sus seguidores. En un país donde no se habla más que de dinero, muchas de las rimas de Duki responden al signo de la época.
Lo más interesante del álbum aparece cuando aborda una mirada más sensible, introspectiva, como en «Barro», un trap-canción construido sobre la base de un sample de «Barro tal vez», de Luis Alberto Spinetta, cuya voz deformada aparece al final del tema. Ese single que salió de manera anticipada hacía pensar que iba a tomar otro camino musical, pero el artista nacido en Almagro no es un contador de historias, sino que sus canciones relatan el flujo de sus pensamientos.

En Ameri no hay un concepto, un cuento de principio a fin, sino una serie de singles, algunos de ellos muy buenos: «Buscarte lejos», producida por Bizarrap, brinda otro carácter con el beat de los bombos en 6 x 8, el aporte de Louta en la composición y una voz más melodiosa; «Vida de rock», con Milo J, tiene un final épico con una batería muy rockera; el encuentro con la española Judeline en «Imperio» ofrece un trazo extraño, experimental y magnético; y el encuentro con Lia Khali en «Constelaciones» refleja su costado más vulnerable y reflexivo, más cercano al Mauro de las entrevistas que al peleador de las batallas de rap que se lleva todo por delante.
Ameri es un trabajo promedio dentro de su discografía o, en todo caso, una oportunidad desaprovechada, un experimento más en ese camino hacia la obra maestra que todavía no llega. Sin embargo, el disco es una radiografía de su tiempo, de su vida presente, del respeto que busca infundir un artista que se hizo de la nada, de todo el negocio que se mueve a su alrededor, y de las contradicciones que atraviesa mientras da sus primeros pasos sobre la cima. En «Constelación», una de las mejores canciones, define esa extraña sensación agridulce de la popularidad: «Siento que todo es más difícil/ desde que me va bien».

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