El periodista francés, fundador de la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana (Attac) y cofundador del Foro Social Mundial, advierte acerca de la financiarización de la economía y sus consecuencias.
24 de enero de 2018
A casi 10 años de la caída de la banca de inversión estadounidense Lehman Brothers, símbolo del último derrumbe financiero planetario, «la hipótesis más probable es la de una crisis de una magnitud mucho mayor que la de 2008», advierte el periodista Bernard Cassen, cofundador del Foro Social Mundial. Tras dirigir Le Monde Diplomatique por más de tres décadas, el presidente honorario de la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana (Attac) sostuvo que el sistema financiero internacional «no ha aprendido las lecciones de la crisis de 2008».
«El mundo financiero se está ahogando en efectivo. Los dividendos pagados por las 1.200 compañías más grandes durante 2016 se estiman en 1,1 billón de dólares. A esto se suman las finanzas paralelas, la de los fondos especulativos, las subsidiarias de bancos con sede en paraísos fiscales, que ese mismo año intercambiaron 84,5 billones de dólares, el equivalente al 150% del PIB global. Frente a estas sumas colosales, los instrumentos regulatorios son irrisorios y algunos incluso son desmantelados por la administración del presidente estadounidense Donald Trump».
–¿Qué rol juegan la gran banca privada y los organismos multilaterales?
–La gran banca privada no está interesada en las inversiones en infraestructura, como salud, educación, transporte, que los países más pobres necesitan urgentemente. Prefiere obtener ganancias gigantescas en la especulación. En cuanto a las instituciones financieras multilaterales, siguen marcadas por la ideología neoliberal, en particular por el dogma del libre comercio. Sin embargo, los tratados de libre comercio son inherentemente desiguales y desfavorables para los países menos desarrollados. Entonces no hay nada que esperar de ellos.
–¿Por qué cree que las guaridas fiscales continúan siendo parte del sistema económico y financiero mundial?
–Los paraísos fiscales no son aberraciones del sistema financiero internacional. Son un engranaje esencial. Esta es la razón por la cual las medidas tomadas por los gobiernos para combatir estas finanzas offshore –sobre la base de las propuestas de la OCDE– son cortinas de humo. Esto es para dar la impresión de que en realidad se está librando una batalla, y poner a salvo a esas guaridas.
–La reciente reunión de la OMC en Buenos Aires fracasó en continuar liberalizando el comercio. ¿Es una mala noticia o una buena?
–Todo lo que obstaculiza el libre comercio total es positivo. Debemos dejar de ver su crecimiento como una solución milagrosa al problema del desarrollo. Por otro lado, existe una gran contradicción entre los imperativos ecológicos y la proliferación del comercio y del transporte.
–De todos modos, en busca de una mayor liberalización, la Unión Europea, China y Japón alertaron sobre las medidas proteccionistas de Trump.
–Hay diferentes formas de proteccionismo. Estoy a favor de un proteccionismo solidario, que subordina el comercio al respeto de las normas sociales, fiscales, de salud y ambientales. El objetivo es evitar todas las formas de dumping y penalizar financieramente a las empresas y Estados que no respetan estas normas. Las sumas generadas por esas penalizaciones se podrían utilizar para programas de lucha contra las desigualdades y la pobreza, para construir infraestructura en salud, educación, etcétera.
–¿Qué validez –y posibilidades de aplicación– tienen las propuestas formuladas por Attac?
–Desde su fundación en 1998, Attac promovió el desarme de las finanzas, especialmente a través de la imposición de impuestos a las transacciones financieras y a la especulación con monedas. Fue una propuesta del Premio Nobel de Economía de 1981, James Tobin, referida a los mercados de divisas, que podría arrojar decenas de miles de millones de dólares. Se pueden considerar otros impuestos, por ejemplo en los mercados de acciones y bonos. Todas estas medidas son técnicamente posibles. Lo que falta es la voluntad política para implementarlas.