Economía | IMPORTACIONES

Barreras levantadas

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Daniel Víctor Sosa

A contramano de las tendencias recientes en decenas de países, Argentina se apresta a recibir una avalancha de productos foráneos, perjudicando a las industrias locales.

Nueva meta. Equiparar las importaciones nacionales al nivel regional. Pasar de 14% al 25% del PIB.

Foto: Getty Images

La expectativa oficial es que las compras transfronterizas aumenten en 2025 no menos del 13%, en comparación con las del año pasado. Es decir, ingresarán bienes terminados, partes, energéticos e insumos para el agro y la industria por unos US$10.000 millones más. Aun cuando no se llegara a igualar el nivel de adquisiciones de 2023, las señales aperturistas generan suspicacias. Se alertó particularmente sobre los efectos negativos para las pequeñas y medianas empresas que conforman las distintas cadenas de valor. En los rubros más expuestos, como ocurrió en otras experiencias neoliberales del pasado no tan lejano, vuelven a surgir alternativas para eludir la quiebra, aunque con un alto costo social (derivado del previsible recorte de las respectivas nóminas laborales).

Ese es el caso de fabricantes que evalúan el cese de la producción local y admiten la posibilidad de nutrir su oferta con bienes del exterior. La perspectiva de un dólar relativamente «barato», en línea con la política antiinflacionaria aplicada por el ministro Luis Caputo, abona esa perspectiva de desguace de fábricas y apertura de depósitos para almacenar la mercadería foránea.

La preocupación en la Unión Industrial (UIA) es que, de la mano de las mayores importaciones, sobrevenga una «segunda ola» de cierre de fábricas. La primera se produjo luego del derrumbe provocado por la megadevaluación inaugural del Gobierno libertario y sus inmediatos efectos recesivos. De cumplirse esos presagios, la destrucción de empleo sería considerable (y elevaría fuertemente la cifra de 30.000 despidos fabriles registrados desde agosto de 2023), mientras que inversiones recientes quedarían ociosas. Todo dependerá del volumen que alcancen las operaciones facilitadas desde el Palacio de Hacienda, como por ejemplo, mediante la reciente eliminación del impuesto País. Meses antes se derogó la obligación de tramitar permisos para importar y el Banco Central limitó a 30 días (desde el ingreso aduanero) el plazo para liberar los dólares con los cuales pagar las compras. Luego, en octubre, se sumó la reducción de alícuotas (mayormente desde 35% a niveles de entre 16% y 20%) para los aranceles de 89 productos (neumáticos, plásticos, motos, bicicletas, ventiladores, pavas y hornos eléctricos, pequeños electrodomésticos, entre otros).

Cabe recordar que en mayo ya se habían reducido los aranceles de heladeras y lavarropas (del 35% al 20%) y de los principales insumos plásticos (del 12,6% al 6%). Los fertilizantes, en tanto, pasaron a tener un arancel del 0%, incluyendo a la urea, el nitrato de amonio y la mezcla de ambos, que tenían un arancel de importación del 5,4%, 6% y 3,6% respectivamente.

Para los herbicidas de uso agrícola, en tanto, los aranceles se recortaron desde el 35% al 12,6% en unos casos y a 10,8% en otras variedades. También se amplió el límite de compra por envío vía courier (de US$1.000 a US$3.000), se eliminaron aranceles y tasa de estadística para las operaciones hasta US$400 por envío. 

Entre quienes encendieron luces de alarma, Claudio Drescher, presidente de la Cámara Argentina de Indumentaria, criticó la supresión, en octubre último, de los precios de referencia (valores criterio) para la importación de todo tipo de mercaderías. «Es un absurdo. En el caso de las prendas se pueden importar a cualquier valor, incluso menor al costo, porque son sobrantes que han pasado varios procesos de liquidación y no se venden. Son directamente precios de descarte, ridículos», sostuvo. Se esperan las voces del sector alimenticio nucleadas en su cámara (COPAL) y la UIA ejemplo acerca del Decreto 35/2025, que simplifica las importaciones y exportaciones de alimentos. Con modificaciones al Código Alimentario Argentino (CAA), los requisitos para productos
provenientes de países con altos estándares sanitarios se flexibilizan y, por supuesto, reducen costos para el sector privado. En el anexo se especifica que, los alimentos importados de países como Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Japón, por existir tratados de integración económica o acuerdos de reciprocidad en materia
higiénico−sanitaria, pasan a quedar exentos de trámites adicionales de registro si cumplen con las certificaciones sanitarias de origen.

Pese a las advertencias, todo parece indicar que la apertura recién comienza. La meta, anticipan los funcionarios, es equiparar las importaciones de Argentina al nivel regional, es decir, pasar del 14% al 25% del PIB.


Medidas restrictivas
El levantamiento de barreras internas de Argentina, paradójicamente, coincide con la reciente advertencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre el «fuerte aumento» del alcance de las medidas restrictivas del intercambio adoptadas por los miembros del organismo en el último año. Cada vez hay más pruebas de políticas «aislacionistas» que podrían generar más incertidumbre para la economía mundial, se indicó.

Cuestionamientos. La directora general de la OMC, la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, cuestionó los obstáculos unilaterales de los Gobiernos.

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Entre octubre de 2023 e igual mes de 2024 los países del G20 (Grupo de los 20, que cuenta a Argentina entre sus integrantes) aplicaron 91 nuevas medidas restrictivas, que alcanzaron un monto comerciado de US$828.900 millones. Un aumento significativo con respecto al valor, de US$246.000 millones. El G20 está integrado además por Alemania, Arabia Saudita, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, República de Corea, Rusia, Sudáfrica, Turquía y Reino Unido, así como la Unión Africana y la Unión Europea.

Se espera, adicionalmente, que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, cumpla sus promesas de elevar las barreras arancelarias. No solo para cerrar el paso a China, sino también para proteger a las empresas norteamericanas de la competencia del resto del mundo.

Si bien las economías del G20 también introdujeron amplias medidas de facilitación del comercio, la directora general de la OMC, la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, cuestionó las barreras unilaterales que «contribuyen a la escasez, la volatilidad de los precios y la incertidumbre» y exhortó a los Gobiernos a que se abstengan de adoptar nuevas restricciones que podrían empeorar las perspectivas económicas mundiales. En 2024, precisó la OMC, el valor del comercio abarcado por las restricciones a la importación aplicadas por las economías del G20 se estimó en US$2,3 billones, el 12,5% de las importaciones totales del grupo o el 9,4% de las importaciones mundiales (frente a 9,1% de un año atrás).

En ese marco, las disposiciones antidumping siguen constituyendo un instrumento importante de política comercial de la mayor parte de las economías del G20, y representan el 63% de las medidas comerciales relativas a las mercancías. «Hay una escasa reversión sustantiva de las actuales restricciones al comercio, lo que significa que el número acumulado de esas restricciones sigue creciendo», concluyó la directora de la OMC.

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