28 de enero de 2025
A partir de un amplio abanico estético, mujeres de diferentes regiones se entregan a la literatura en forma de verso. La importancia de la dimensión colectiva.
Escriben en papelitos arrugados, en computadoras, en márgenes de libros regados con alguna gota de vino, en cuadernos donde dibujan caricaturas y garabatean génesis de flores. Recitan cuando transitan la vigilia y cuando duermen. Vocalizan el último poema de su niñez cuando caminan. Le dan cauce a la lírica de una patria dolida y terrenal, atravesada por una épica que transporta un misticismo tenue. Disfrutan de esa forma de silencio que suscitan los pájaros. Insisten en el bullicio melódico de una comunión de talleres, encuentros y festivales.
Exponentes. Camila Vázquez vive en Río Cuarto, Córdoba, y Sabrina Barrego en Mendoza.
La escena de las poetas argentinas es inabordable en un artículo periodístico, sobre todo porque se despliega de forma pródiga a nivel federal con ramificaciones recónditas y subterráneas. Ese desarrollo se lleva a cabo en medio de una andanada de violencia simbólica, dosificada desde el Estado, para demonizar los derechos conquistados por las mujeres y las disidencias desde la asunción de Javier Milei. Acción se acercó a ese proceso a partir de consultas a poetas jóvenes: la rosarina Camila Vázquez, radicada en Río Cuarto, Córdoba; Sabrina Barrego, que vive en Mendoza; Lola Halfon, habitante de Villa Los Colihues, en Bariloche; y Natalia Leiderman, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Las cuatro escriben con letras de su tiempo. Sin embargo, Leiderman no considera que exista «un nuevo movimiento poético de mujeres argentinas». Atribuye esa consideración a la desconfianza que le provoca la idea pretenciosa de novedad. A pesar de eso, percibe una especificidad ligada al «fortalecimiento y la vitalidad que los movimientos feministas y las disidencias sexuales le otorgaron a la poesía escrita por mujeres». De todas formas, agrega, «no fue del todo nuevo ese impulso. Eso supondría desconocer todo lo que se generó desde mucho tiempo atrás».
Barrego, desde Mendoza, comparte la visión de Leiderman. «La palabra nuevo me hace un poco de ruido. La poesía, para mí, tiene la potencia de ser la misma y al mismo tiempo ser diferente a lo largo del tiempo. Por eso podemos leer a una poeta como Safo con la misma frescura con la que cantó hace dos mil quinientos años», afirma. A su turno, Vázquez suscribe el criterio común al objetar la existencia de un «nuevo movimiento poético de mujeres. Creo que hay una mayor disponibilidad para leer mujeres. Ahora hay una mayor visibilidad, producto de las luchas feministas y de las diversidades. No me parece que haya comunes denominadores en la escritura de las jóvenes mujeres poetas».
Diálogo abierto
Aunque no vislumbran líneas estilísticas comunes, las cuatro coordinan, impulsan y celebran talleres, iniciativas horizontales y encuentros donde se comparte y festeja la poesía. Junto a media docena de escritores, Halfon coorganiza desde hace dos años el Festival de Poesía que se lleva a cabo en la Biblioteca Popular Carilafquen de Villa Los Coihues: «En 2023 accedimos a un fondo concursable del Ministerio de Cultura de Nación, conocido como Gestionar Futuro, pero con la llegada del gobierno de Milei ese aporte fue negado. Sin embargo, logramos hacer el segundo encuentro gracias al trabajo colectivo de la Comunidad Como un Rayo. En su última edición se reflexionó sobre la resistencia y la supervivencia.
Vázquez también considera imprescindible la interacción: participa del Colectivo Glauce Baldovin, donde se combinan experiencias de artes visuales, exposición de editoriales independientes y presentaciones autogestivas ligadas a la producción literaria del sur de la Provincia de Córdoba, una de cuyas iniciativas es el Festival Aguante Poesía. Vázquez considera que el actual hostigamiento hacia las mujeres y las disidencias no es solo retórico sino también económico y material, y que el objetivo es el empobrecimiento generalizado para desintegrar las redes sociales e imposibilitar los vínculos colectivos.
Juntas. Lola Halfon y Natalia Leiderman destacan la vitalidad de los encuentros con colegas.
Por su parte, Halfon comparte su experiencia en el marco de la Asamblea de Poetas de Dina Huapi y Bariloche, conformada recientemente para generar una resistencia activa contra la Ley Ómnibus y el DNU del Gobierno actual, que cercenan la producción cultural. Desde esa iniciativa, describe Halfon, se han sumado a intervenciones que les permitieron el encuentro, «el tesoro de sabernos juntos». Leiderman suscribe esa perspectiva: «Los encuentros nos permiten desarrollar una mejor escucha y empatía, que a veces el exceso de pantalla y multitasking socava».
En relación con la necesidad de oponerse a este presente hostil, Barrego manifiesta que la derecha actual «se lleva mal con la palara, las lenguas, los dialectos. Su perspectiva no es solo misógina y homofóbica, sino que tiene un cariz profundamente autoritario, colonialista y clasista». El programa de gobierno que están instrumentado, insiste la autora residente en Mendoza, pretende «robarnos el tiempo de la creatividad, al obligarnos a vivir una realidad de subsistencia». Su producción, dice, está ligada «a la historia de las mujeres del campo, a la memoria, a mi pertenencia a la clase trabajadora».
Por su parte, Vázquez se siente identificada con una poesía ligada a regiones más suburbanas donde «el aire, las voces y las plantas me acompañan: hay una zona sensible y estética ahí que me llama a escribir desde territorios más federales». En relación al vínculo con el entorno social, Halfon advierte que la escritura poética es un acto solitario pero que participa de un diálogo con escritores actuales y de otros tiempos, con «los vivos y los muertos, con les que admiramos y queremos. Me parece que eso sana. Permite superar el monólogo interno: estar en diálogo con otras y otros».
Barrego recuerda que «el escritor chileno Jorge Teillier consideraba que los poetas son los guardianes del mito: esa es la fe que pretendo continuar. Quizás porque no puedo hacer otra cosa. Es necesario encontrar otra lengua por fuera de la lengua de la opresión, de la dominación y de la colonización».