Política | MILEI REDOBLA LA APUESTA

El libreto de la intolerancia

Tiempo de lectura: ...
Néstor Restivo

Tras participar de la asunción de Trump, en un nuevo viaje a Estados Unidos, el presidente atacó a opositores, defendió a Elon Musk y llevó su ofensiva contra la agenda «woke» al Foro de Davos.

Suiza. El libertario no ahorró insultos y agravios contra las mujeres y las minorías sexuales, en su discurso del 23 de enero.

Foto: NA


En 2024, en su debut en Davos como flamante presidente, Milei sorprendió con sus diatribas contra el «socialismo» que, según él, habría arruinado a Occidente, y contra la acción o complicidad en ese declive de dirigentes políticos y empresariales, es decir, el público que, impávido, escuchaba y recibía sus insultos. Al terminar su discurso, la mitad ya se había ido a esquiar o a comer fondue y la otra aplaudió con rubor, como distraída. 

Un año después, Milei subió la apuesta en el Foro Económico Mundial que cita a millonarios y personalidades desde 1971 en esa villa alpina de Suiza, pero se desinfla en la insignificancia cada año. La emprendió contra lo que llama agenda woke escalando varios grados sus insultos y virulencia. Según las crónicas, media sala estaba vacía y el público quedó «pasmado» ante la iracunda oratoria. 

Entre ambas catilinarias, dos hechos encendieron el tono. Uno, local, lo que Milei ve como logros (siempre históricos, inigualables, etcétera) de su gestión: el supuesto pero mentiroso equilibrio fiscal, la baja de la inflación, el porcentaje de adeptos que tendría su plan, el desinfle resignado de las protestas, entre los principales, lo que daría legitimidad y razón a sus obsesiones. El otro ocurrió en los únicos Estados que ama, los Estados Unidos de América: la elección que devolvió a la Casa Blanca a Donald Trump tanto su contundente victoria como sus amenazas y anuncios en la jura.

Ese día, Trump también cargó contra sus enemigos, igual que Milei, aunque es obvio que lo dicho por un líder estadounidense impacta más que lo que diga un argentino. En ese momento de «luz verde» a sus postulados, el fundador de La Libertad Avanza fue de los pocos mandatarios presentes. Hubo contados líderes extranjeros sentados y estirando el cuello detrás de los funcionarios y exfuncionarios de EE.UU., de influencers y de los CEO de tecnológicas, todos en primera fila. Ellos fueron el ecuatoriano Noboa, la italiana Meloni y el vicepresidente chino Han Zheng; el resto de los enviados tenían cargos menores. 

En su octavo viaje a EE.UU. en un año (ese sí, récord absoluto), Milei participó exultante de la toma de posesión de Trump y vio al secretario de Estado Marco Rubio, furioso anticomunista, a ejecutivos y a Kristalina Georgieva, jefa del FMI con el que busca endeudarse todavía más. En total seguidismo con el ideario del nuevo gobierno estadounidense, dijo luego que evaluaría el retiro de Argentina de la Organización Mundial de la Salud y del acuerdo climático de París, e insistió con un tratado de «libre» comercio con EE.UU., lo que perforaría el Mercosur, aunque dijo que hay formas de hacerlo sin violentar el bloque, lo cual no parece posible. 

La agenda de la ultraderecha global desconoce el impacto del cambio climático y combate los programas de la OMS. Así como grandes laboratorios transnacionales rechazaron campañas globales, por ejemplo, en remedios genéricos para enfrentar el SIDA u otras enfermedades masivas en África y en Asia, los gobiernos de derecha se negaron a coordinar acciones contra el Covid-19, retaceando apoyo a la OMS. Pudiendo haber atenuado la tasa de mortandad con vacunas, tuvieron en cambio, fronteras adentro, récords de fallecidos por ser antivacunas, como fue el caso del primer gobierno de Trump en EE.UU. o el de Bolsonaro en Brasil. En Argentina, el entonces opositor y expresidente Macri le habría dicho al presidente Alberto Fernández, según este, «que se mueran los que tengan que morir». Si hubiese sido presidente Milei, mejor no imaginar. Respecto de la ruptura del Mercosur, es también un anhelo del gobierno argentino, que lo considera una rémora heredada de la «prehistoria» alfonsinista y peronista, estatista, proteccionista, antiliberal. La retórica nacionalista económica de Trump le es ajena a Milei.

Washington. Milei, atrás de todo, en el acto de investidura de Trump en el Capitolio, el 20 de enero.

Foto: Getty Images

Tras su paso por EE.UU., el argentino viajó a Davos. Ante los CEO y la mirada controladora de su hermana Karina, mentó sus fantasiosos números económicos y aseguró que «ya recibimos inversiones por más de 12.000 millones de dólares (sic) y anuncios por otros tantos de miles de millones más. Y recibimos la grata noticia de que tendremos nuestra primera inversión tech por US$ 500 millones». Todo incomprobable. 

Pero lo más resonante fue el texto que leyó como mantra en el auditorio central. «Cuánto ha cambiado en tan poco tiempo. Hace un año, me paré aquí frente a ustedes en soledad y dije algunas verdades sobre el estado del mundo occidental que fueron recibidas con cierta sorpresa y estupor por buena parte del establishment político, económico y mediático de Occidente», arrancó, incomodando a su presentadora. Siguió: «Un año después, debo decir que ya no me siento tan solo porque el mundo ha abrazado a la Argentina, que se ha convertido en ejemplo mundial de responsabilidad fiscal, de compromiso con nuestras obligaciones, de cómo terminar con el problema de la inflación y también de una nueva forma de hacer política (…). A lo largo de este año he podido encontrar compañeros en esta pelea en todos los rincones del planeta, desde el maravilloso Elon Musk hasta la feroz dama italiana, mi querida amiga Giorgia Meloni; desde Bukele en El Salvador a Viktor Orbán en Hungría; desde Netanyahu en Israel a Donald Trump en EE.UU.». No tiene mucho más para contar, pero suman un sector mundial poderoso, sobre todo por el envión que da la remake trumpista.

Milei concentró su ataque en los inmigrantes y en especial el movimiento woke o «wokismo». La palabra inglesa significa «despierto» y se acuñó en los 60 en EE.UU. Es la voz pasiva de «despertar» (wake up), y en aquellos años significaba estar alerta contra el racismo, dirigida a los afrodescendientes y a quienes los apoyaban en su lucha contra la segregación. Ahora se ha extendido a otras alertas. Para los mileístas y las extremas derechas de hoy, es una «ideología» que incluye a las luchas por derechos humanos, a la diversidad sexual, al feminismo y al antirracismo. Con gobiernos donde los Trump o los Milei son solo delegados políticos de multibillonarios de fondos de inversión y firmas high tech —a diferencia de otras etapas donde se disfrazó de sostenedor de la democracia, la igualdad o los derechos humanos, el capitalismo es ahora un sistema que repudia cualquier tipo de regulación—, todavía no llega a comprenderse que la prevención especial, el estar despierto, la alarma, debería ser ya no solo contra el racismo, la ultraderecha o este tipo de gobierno, aun cuando sean elegidos por una mayoría ocasional. Se debería estar despierto directamente contra el capitalismo, tal y como ha necesariamente evolucionado: hacia su fase más desembozada y con su naturaleza tan desnuda como nunca.

Estás leyendo:

Política MILEI REDOBLA LA APUESTA

El libreto de la intolerancia

Dejar un comentario

Tenés que estar identificado para dejar un comentario.