29 de mayo de 2025
Mientras 124 países respaldaron el nuevo Acuerdo sobre Pandemias impulsado por la OMS, el Gobierno de Javier Milei decidió no adherir y ratificó su retiro del organismo. Los riesgos que vienen.

Ginebra. El director general Tedros Adhanom Ghebreyesu celebra junto a otros delegados la aprobación del acuerdo.
Foto: Getty Images
El 20 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó por consenso el primer Acuerdo Internacional sobre Pandemias, una resolución histórica respaldada por 124 países que busca consolidar un marco legal y operativo para evitar que el mundo repita los errores cometidos durante la emergencia global del covid-19.
Sin embargo, Argentina no solo se abstuvo: fue el único país del sur global que decidió no participar de la votación, dejando a la vista una política exterior sanitaria que se distancia cada vez más del multilateralismo, y que quedó confirmada con la ratificación de la postura de retirarse de la OMS.
El nuevo acuerdo establece principios y mecanismos concretos para reforzar la prevención, preparación y respuesta ante futuras pandemias y apunta a garantizar el acceso equitativo a vacunas, tratamientos y diagnósticos; establecer una red global de logística sanitaria; crear un sistema de acceso y reparto de beneficios (PABS) en torno a los patógenos emergentes y avanzar en acuerdos voluntarios para la transferencia de tecnología médica.
Triunfo multilateral
«Se trata de un triunfo para la salud pública, la ciencia y la acción multilateral», declaró el director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. El texto, fruto de más de tres años de negociaciones, establece también que ninguna disposición del tratado podrá interpretarse como una cesión de soberanía nacional: la OMS no tiene potestad para imponer políticas sanitarias, cierres, vacunaciones ni mandatos obligatorios.
Argentina no solo no adhirió, argumentando «profundas diferencias» con el contenido del acuerdo, al que acusó de atentar contra la soberanía sanitaria, sino que, en línea con el anuncio de su retiro formal de la OMS en febrero de 2025, el ministro de Salud, Mario Lugones, luego de reunirse con Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud de Trump, ratificó la decisión ‒aún pendiente de aprobación legislativa‒.
Al respecto, el ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, aseguró que «Argentina dijo que el tratado pone en riesgo la soberanía sanitaria del país al permitir que la OMS imponga decisiones. Sin embargo, el tratado señala que cada Estado la mantiene porque la OMS no tiene autoridad para imponer decisiones. El tratado es voluntario y no vinculante». Y agregó: «Nos sacaron de la OMS, sin ningún provecho y dejándonos aislados del mundo sanitario, del cual nos perdemos invaluable información».
La Fundación Soberanía Sanitaria ya había alertado sobre las consecuencias que podría tener esta decisión: «Si nuestro país sigue el mismo camino que EE.UU., abandonando la OMS, puede verse debilitado en materia de preparación y organización frente a futuras pandemias, pero también ante la posibilidad de financiamiento para la compra de insumos sanitarios».

Kennedy y Lugones. Tras la reunión con el secretario estadounidense, el ministro de Salud anunció la decisión de abandonar de la OMS.
Foto: Argentina.gob.ar
Corregir desigualdades
El nuevo Acuerdo sobre Pandemias fue aprobado por la 78ª Asamblea Mundial de la Salud, sin objeciones, con 124 votos a favor y solo 11 abstenciones. Este instrumento internacional tiene como objetivo central corregir las profundas desigualdades que quedaron en evidencia durante la pandemia de covid-19, cuando el acceso a vacunas, tratamientos y diagnósticos se concentró en los países ricos.
La decisión argentina se percibe como una renuncia voluntaria a formar parte de los espacios donde se definen las estrategias sanitarias del siglo XXI. No es la primera vez que el país queda al margen de iniciativas internacionales en materia de salud: en 2003 firmó el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, pero nunca lo ratificó. Hoy, es el único Estado de la región que aún no lo hizo.
Problemas sin fronteras
Consultados por Acción, desde la Asociación Argentina de Salud Pública (AASAP) expresaron su «profunda preocupación por la decisión del Gobierno argentino de iniciar el proceso de retiro de la Organización Mundial de la Salud. Esta medida implica un serio retroceso en nuestra capacidad de respuesta ante amenazas sanitarias globales como pandemias, resistencia antimicrobiana o crisis ambientales».
«La OMS no solo establece estándares científicos internacionales, sino que facilita el acceso equitativo a vacunas, tratamientos e insumos esenciales», añadieron desde la organización y advirtieron que «salir del organismo ‒al que Argentina aporta cerca de 3,6 millones de dólares anuales‒ significaría aislar al país de redes clave de cooperación técnica y científica. Incluso si se mantiene la participación en la Organización Panamericana de la Salud, los mecanismos regionales no sustituyen el alcance y la articulación global que garantiza la OMS».
Para Hugo Mercer, secretario general de la AASAP, quien se desempeñó como coordinador de Formación de Recursos Humanos para la Salud en la OMS, «la pertenencia a un organismo internacional, en especial a los organismos técnicos en el campo de la salud, es algo muy serio porque es un compromiso de larga duración». En diálogo con Acción señaló que «Argentina tiene una muy comprometida y activa participación desde hace casi un siglo, primero en la Oficina Sanitaria Panamericana, luego en la Organización Panamericana de la Salud, y a partir de 1948, en la Organización Mundial de la Salud». Para Mercer, ser miembro de la OMS no implica solamente participar en sistemas de información y vigilancia sobre pandemias y medicamentos, «sino también ser parte de decisiones sobre recursos humanos en salud, y de características y condiciones de los servicios de salud».
Además, existen más de 70 alianzas dedicadas a enfermedades específicas, problemas de cobertura de servicios de salud y de atención a la población vulnerable, que reúne a Estados miembros de la OMS, pero también a representaciones de la sociedad civil. «Dejar de ser parte de la OMS es borrarse, desistir de hacer escuchar la voz del Estado argentino y también de organizaciones que representan a provincias, a grupos vulnerables y a sociedades científicas», asegura Mercer.
Juan Manuel Casetelli, exsubsecretario de Estrategias Sanitarias en el Ministerio de Salud de la Nación, coincide en el análisis y apunta que «la OMS funciona como órgano consultivo no vinculante y todos sus miembros son soberanos en sus decisiones. La mayor parte de los documentos técnicos del organismo son basados en evidencia y por supuesto la salud Argentina tiene un recorrido histórico importante de evaluar evidencia para la toma de decisiones». Castelli reafirmó que «siempre hay beneficio en formar parte de los organismos internacionales, no solo para nosotros mismos sino para los otros países, porque la cooperación internacional en salud es más que necesaria: los problemas de salud no tienen fronteras, abordarlos en forma aislada no predice un mejor resultado en términos sanitarios».
Finalmente, Mercer califica la medida como «imprudente, inútil y un pésimo antecedente para cimentar la confianza en el país justo en un momento donde casi la totalidad de los países acaban de suscribir el convenio mundial respecto a futuras pandemias. Se están cortando lazos que son de primordial importancia con los países más desarrollados y también con los que tienen menos desarrollo que nosotros. Es algo que afecta al país y debiera haber sido pensado mucho más seriamente que la imitativa y apresurada decisión que el Gobierno nacional tomó al respecto».