Cultura | NOELIA SINKUNAS

«En mí convive todo»

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Andrés Valenzuela

Ganadora en dos categorías de los recientes Premios Tango Siglo XXI, la pianista y compositora analiza su personal abordaje de géneros como el tango, el folclore, la cumbia y el jazz.

Nexo. En su música, Sinkunas mezcla armonías y combina elementos antiguos y modernos.

Foto: Jorge Aloy

«Yo concibo la música como una forma de expresarse. Cada género, cada lugar tiene sus chistes y a mí me gusta aprenderlos. Entonces, lo veo más como una forma de conocer el mundo, ciertos ámbitos, a la gente. La música son las personas. Y si bien hay géneros musicales porque las personas se dividen, porque les gusta juntarse entre sí de cierta manera, a mí siempre me gustó juntarme con todos», define Noelia Sinkunas.

Viene de una familia de músicos, con padre y abuelo guitarristas. Bien tangueros, pero de los alrededores La Plata. La rifa de una iglesia llevó un teclado a la casa de Noelia cuando era muy chica y eso selló su camino. Hoy esa piba de Berisso ya tiene treintailargos y destaca como una de las grandes compositoras de su generación. No parece tener límites: toca tango, folclore, ritmos litoraleños, cumbia, hasta grabó un disco jazzero y hace rato anticipa otro bien metalero.

En los recientes Premios Tango Siglo XXI realizados en el CCC, ganó en las dos categorías en las que participaba: con Costero criollo (junto a Milagros Caliva) y con su trabajo solista Unión y Perseverancia, que según los organizadores alcanzó el mayor porcentaje de votos entre los periodistas acreditados. No sorprende, porque son muchos los que consideran que Unión y Perseverancia es uno de los mejores discos de 2024. Y no solo de tango.

«No es que me saco un chip y me pongo otro. En mí convive todo», cuenta. «Creo que conocer a la gente a través de la música implica ver qué tan rígidos tienen los pensamientos, qué tanto pueden cruzar el límite de una identidad. Y a partir de ahí entender qué es lo que somos o cómo armamos eso que somos», reflexiona. «En los estilos de música, cuanto más tradicionalistas somos, más nos cuesta pensarnos distintos o encontrar otras posibilidades para la música. Eso mismo se traslada a otros aspectos de la vida», especula.


Sueños cumplidos
Cualquiera sea el género, en sus trabajos siempre hay espacio para la improvisación, pero con ciertas pautas. «La improvisación totalmente libre es un lugar difícil y lo estoy explorando, porque siempre algo parece que se me va a un lugar estructurado», dice. Sinkunas quiere proponerse cosas. Imagina. Proyecta. Así sumó grabaciones con Ricardo Mollo y presentaciones junto a Ysy A y Daniela Herrero, con la puerta de entrada que significa acompañar desde hace años al cantor Hernán «Cucuza» Castiello.

Su foco está puesto en las composiciones propias y de colegas de su generación, aunque de un tiempo a esta parte aceptó grabar algunos clásicos de los distintos géneros que transita. «Ya desde Alto Bondi, una de mis primeras bandas, me había propuesto grabar toda música mía, y estaba un poco negada a los clásicos. Lo hicimos con Milagros Caliva a modo de foto del laburo que estábamos haciendo y el disco quedó bueno».

El trabajo consecuente también acercó a Sinkunas al terreno de las colaboraciones. Con frecuencia arregla álbumes de otros músicos, que la buscan por su talento y su versatilidad para adaptarse a distintas formas, incluso dentro de un mismo rubro. ¿Un tango más oscuro, como en Alto Bondi? Puede hacerlo. ¿Mezclar tango y rock como con la Menesunda de Cucuza Castiello? También. ¿Algo bien milonguero, con reminiscencias de Rodolfo Biagi? Adentro.

«Pero a veces la gente me dice “quiero que hagas como en Salve“», explica, aludiendo a otro de sus discos. «Y no me sale eso. Hay algo de la cocina que va con la obra, con lo que yo quiero decir, que no tiene nada que ver con lo que quiere decir el otro. Mi rol acá es ayudarte a vos, ¿qué querés decir con eso? No me va a salir hacerte Salve porque habla de mi abuela, no de la tuya. Si vos querés que hable de tus cosas, contarme todo y voy a intentar hacer todo lo que más pueda».

«Me encanta todo y me gusta saber que en cada trabajo dejo mi marca», desliza. ¿Cuál es el denominador común en medio de tanta versatilidad? «La idea de poder mezclar los mundos, de mezclar armonías, llevar cosas de lo más antiguo a lo moderno: eso me identifica bastante. Poder ser como un nexo entre una cosa y otra. Cosas que no parecieran pertenecer al mismo mundo, pero que funcionan juntas». «Soy una persona muy inquieta y bastante manija», reconoce. «Pero miro alrededor y la gente no sueña tanto, no imagina cosas ni las lleva adelante. Yo estoy todo el tiempo pensando “¿y si hacemos esto?”», dice. Tocar mucho y viajar: con esas cosas fantaseaba y activó para que fueran realidad. Otras ni las imaginaba, como tocar trap para 20.000 espectadores en un estadio en Madrid. Y también sucedieron. «Yo sin tener un piano en mi casa logré un montón de cosas y hasta hace poco nadie lo sabía», revela. «Siempre cuestioné eso de que la realidad material condiciona nuestro pensamiento: luché contra eso. Creo que nuestras ideas nos pueden llevar más lejos».

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