6 de julio de 2025
Los números del Indec mostraron un índice de desempleo que llegó al 7,9% y despiertan alarmas entre los especialistas. Una economía que crece y que lejos de crear puestos de trabajo, los destruye.

Trabajadores cuentapropistas. El último escalón en la estructura de empleo.
Foto: Jorge Aloy
Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA-Autónoma y especialista en materia laboral, analiza que este aumento del desempleo no es mayor debido al crecimiento del empleo informal y pone en foco la matriz económica del Gobierno de Javier Milei, cuya característica principal es «una primarización muy fuerte de la estructura productiva» que, si bien no es novedosa, se profundiza con un «esquema económico y social al que le sobran varios millones de personas».
−Se conoció un aumento del índice de desempleo ¿A qué se debe?
–El aumento del desempleo, del 7,7 al 7,9%, no es lo más importante. Hay otros datos para analizar. Entre el primer trimestre del año pasado y el primero de este, la actividad económica creció un 6%. En ese contexto que no disminuya el desempleo es un problema serio. El segundo tema es que este año cayó muy fuerte el empleo formal. En el sector privado y público se perdieron 200.000 puestos de trabajo registrado. La pregunta es por qué eso no se tradujo en un aumento más fuerte todavía del desempleo: porque creció fuerte el empleo por cuenta propia y fundamentalmente el informal, que ni si quiera paga el monotributo. El cuentapropismo informal es el último escalón en la estructura de empleo.
–¿Es una cuestión técnica como dicen en el Gobierno? ¿Hay más gente que busca trabajo?
–La respuesta del Gobierno se basa en el mismo argumento de Domingo Cavallo en los 90, que se refutó con la realidad. Este aumento de tasa de actividad y al mismo tiempo de informalidad en el empleo tiene que ver con estrategias de los hogares para compensar la caída de ingresos: producto de la pérdida de puestos de trabajo formales y por otra parte para compensar la baja de los salarios contra la inflación. Es más, la demanda de trabajo formal está por el piso. No crece desde hace seis meses.
−¿Cómo evolucionaron las cifras de empleo informal?
–La tasa de empleo, que es el porcentaje de la población ocupada sobre la total, pasó del 44,3% al 44,4% en un año. No es un cambio relevante. Ahora bien, dentro de ese porcentaje lo que más creció fue el cuentapropismo informal, que pasó del 5,8% al 6,4%. Es un aumento estadísticamente importante. Y en paralelo, los asalariados formales cayeron del 21,3% al 20,6%. Lo que te muestra que una cosa es consecuencia de la otra: crece la informalidad al mismo tiempo que baja el empleo formal. A su vez el cuentapropismo formal, quienes pagan monotributo, crece mucho menos; pero yo no hablaría de creación de puestos de trabajo informales. Si estoy desocupado y salgo a hacer una changa no es que se creó un puesto de trabajo, es más bien solo una estrategia de supervivencia. Lo mismo si con una aplicación paso a usar el auto para trabajar. Estadísticamente si bien uno pasa a estar ocupado, eso no es un esquema económico que creó un puesto de trabajo. Es una estrategia de supervivencia.

Campos. Cayó muy fuerte el empleo formal. En el sector privado y público se perdieron 200.000 puestos de trabajo registrado.
Foto: Jorge Aloy
−Al mismo tiempo hubo un crecimiento del PIB, ¿cómo se explica esta contradicción?
–Tiene que ver con la matriz de crecimiento económico, o sea, cuáles son los sectores ganadores del actual esquema productivo. Básicamente producción primaria y capital intensivo: energía, minería, petróleo, agroindustria a gran escala o intermediación financiera. Son todos sectores que es importantísimo que crezcan pero que, si no van acompañados de algún tipo de política industrial activa que fomente la creación de cadenas de proveedores, de cadenas de valor local de otros sectores que sean vigorosos demandantes de fuerzas de trabajo, el riesgo que se crea es que la economía crezca, pero eso no derrame en lo más mínimo sobre el mercado formal de fuerza de trabajo.
−El año pasado hubo cambios en la legislación laboral, ¿impacta?
–Yo no podría hablar de impacto porque el tiempo es muy corto. Pero sí es una legislación laboral que no genera incentivos para la formalización de los contratos de trabajo. No hay ningún tipo de sanción si un empleador tiene a sus trabajadores por fuera del registro. Y tampoco fomentó la creación de puestos de trabajo en la economía formal, que fue lo que siempre dijo el Gobierno. Con lo cual, en el mejor de los casos, es una legislación que no tuvo ningún impacto positivo. Pero sí se vio el efecto en algunos aspectos como, por ejemplo, el aumento del período de prueba o la habilitación de los despidos discriminatorios. Sobre esto ya hubo bastantes denuncias de trabajadores que fueron despedidos sin motivos o empleadores que recurren a la utilización sistemática del período de prueba como forma de contratar muy barato. En conclusión: en la macro no implica un aumento del empleo y en la micro significa una pérdida de derechos para los trabajadores.
−¿Cómo se vive esta situación en el interior del país?
–Es bastante heterogéneo. Hay algunas actividades que están atravesando serias dificultades y otras que no. Tierra del Fuego, Santa Cruz, Formosa, La Rioja, están teniendo caídas muy importantes del empleo formal. Neuquén es todo lo contrario, con un impacto muy claro de Vaca Muerta. Esto sirve para mostrar los límites de este proceso. El gran ganador de los últimos años de la economía argentina genera un impacto muy positivo en el empleo en Neuquén y algo en Catamarca, pero no movió el amperímetro en el resto del país. Es más, la situación se está agravando, con reclamos ya no por salarios sino por puestos de trabajo. Se están empezando a ver despidos, suspensiones o directamente cierres. Porque es un esquema que no brinda ningún tipo de perspectiva.
−¿El objetivo del Gobierno es cambiar la matriz productiva?
–Yo no hablaría tanto de un cambio sino de profundización. La economía argentina ya venía en esta dirección. No había un proyecto productivo alternativo antes de 2023. Diría desde hace décadas. En todo caso ha habido momentos de mayor o menor protección externa. En ese sentido lo que hace el Gobierno actual es eliminar todas las medidas de protección para que sigan profundizándose tendencias que ya venían desde hace mucho tiempo. Me parece que la tragedia de los Gobiernos anteriores fue que no implementaron una trasformación productiva que pusiera en tensión este modelo. En sus términos, Milei llegó para ordenar las cosas y ese esquema que ya existía, a ellos les funcione mejor; pero lo que es claro es que los trabajadores van a estar mucho peor. El tema es que lo anterior no era un proyecto económico con una alternativa muy marcada, más allá de tensiones distributivas muy distintas; pero distribución sin producción es un proyecto de patas muy cortas.