10 de mayo de 2018
La cumbre entre las dos Coreas tuvo un alto significado político y abrió la posibilidad de que se firme la paz por primera vez desde la división de la península hace 65 años. Hubo un hecho llamativo: el respeto del presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In, hacia el líder norcoreano, ridiculizado por los medios de comunicación.
Si bien el humor satírico es parte de nuestra cultura, desde que Kim Jong-Un asumió el liderazgo de su país los medios occidentales no dejaron de burlarse de él. Kim se convirtió en un fenómeno mediático, pero no para conocer lo que piensa, sino para destacar todo aquello que lo hiciera parecer ridículo, incapaz de gobernar y de lograr la paz con Corea del Sur.
Se han escrito numerosas páginas sobre sus características personales, aunque también se destaca que se sabe muy poco de él. Muchos han indagado a ciegas para destacar que es caprichoso, hermético o que su estilo es anacrónico. También se mofaron de su corte de pelo, dijeron que en las vacaciones se dedica a comer helados y al karaoke, e incluso que es una marioneta en manos de enigmáticos poderes ocultos. Más: hasta se publicó que tiene un imitador más popular que él y la revista The Onion, de los Estados Unidos, lo nombró el hombre más «sexy».
Todo lo que se ha dicho de Kim ha servido para que muchos periodistas se rieran de alguien que está al frente de un país rodeado de potencias como China, Rusia y Japón y tiene que lidiar con algo tan delicado como la guerra y la paz.
El presidente de Corea del Sur lo trató con sumo respeto: entiende que la paz para su país es mucho más importante que las tonterías que pueden escribir periodistas en una redacción a miles de kilómetros de una península que tuvo una guerra y varios millones de muertos.