Economía | ¿HECHO EN ARGENTINA?

Producir importa

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Mirta Quiles

A contramano de los países que admira, el Gobierno libertario desdeña la relevancia de la industria. Densidad empresarial, empleo y efecto multiplicador del sector.

Pymes. Desde enero de 2024 cerraron cerca de 12.000 empresas y se destruyeron 150.000 puestos de trabajo formales.

Foto: NA

Argentina tiene en la actualidad 554.600 empresas formales. Desde el pico de 2013, cuando había cerca de 610.000 empresas –entendidas como unidades productivas registradas que emplean al menos a un trabajador asalariado– la pérdida llega casi al 9%, 59.000 compañías menos. En los últimos 18 meses, la situación no hizo más que agravarse, atada al cambio de ciclo de la economía nacional desde diciembre de 2023.

La industria argentina explica el 19% del Producto Interno Bruto (PIB) y más de 2,5 millones de empleos, de una calidad mayor a la media. Es la responsable del 57% de las exportaciones argentinas y del 54% de los gastos en investigación y desarrollo que hacen las empresas. Pese a que las escuelas ortodoxas de todo tipo intenten menospreciarlos, los efectos multiplicadores de la industria están entre los más altos de la economía. Además, la generación de puestos de trabajo de calidad superior a la media, conlleva efectos benéficos directos en la cohesión social y en promover y estimular la movilidad social ascendente.

En nuestro país, la creación o destrucción de empresas está intrínsecamente relacionada con el ciclo económico, que se caracteriza por presentar fuertes vaivenes. «Desde la década de 1990, la cantidad de empresas en Argentina atravesó seis grandes ciclos», sostiene la organización Fund.ar en su último trabajo. El primero «1996-1998: crecimiento económico y aumento en la cantidad de empresas; 1998-2002: crisis de la Convertibilidad y cierre masivo de empresas (más de 50.000); 2002-2011: recuperación acelerada. En menos de una década, se pasó de 376.000 a 607.000 empresas; 2011-2017: estabilidad relativa, en línea con un PIB estancado; 2017-2020: fuerte caída por la recesión de 2018/2019 y la pandemia. Se perdieron más de 50.000 empresas; y 2022-2024: recuperación moderada tras la pandemia, con la creación de 17.000 empresas. Pero la recesión de 2024 revirtió casi todo ese avance, con la pérdida de unas 15.000».


Círculo virtuoso
«Existen grandes diferencias en la densidad empresarial a nivel territorial. La región central del país es la de mayor cantidad de establecimientos per cápita del país», señala el estudio de Fund.ar. Esta densidad, además de poner en evidencia capacidades productivas, está intrínsecamente asociada con mayores oportunidades de empleo formal, que, a su vez, permite mejorar los ingresos y la calidad de vida de la población. Hay, sin dudas, «una fuerte relación entre el desarrollo económico y el social. Las provincias con más establecimientos productivos por habitante suelen tener menos hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI). Por eso, donde hay más empresas, suele haber mejores condiciones de vida», afirma Fund.ar. Esta robusta correlación «entre desarrollo empresarial y desarrollo social se debe a varios factores interrelacionados». Un tejido empresarial robusto y diversificado es clave para la generación de empleo e ingresos familiares; una mayor demanda de mano de obra incide positivamente en los salarios, el incremento de ingresos fiscales en las regiones permite destinar más recursos para invertir en infraestructura pública como servicios básicos, transporte, educación, salud y vivienda. Cuya consecuencia directa es la elevación de la calidad de vida de la población y crea un entorno más atractivo para nuevas inversiones. Lo que se conoce vulgarmente como un círculo virtuoso.

Empleo de calidad. La industria argentina explica el 19% del Producto Interno Bruto (PIB) y más de 2,5 millones de puestos de trabajo.

Foto: NA

Otro trabajo del Instituto de Pensamientos y Políticas Públicas (Ipypp), sostiene que desde la llegada de La Libertad Avanza al Gobierno, el sector industrial argentino enfrenta una fuerte retracción. Y releva cinco datos clave del primer trimestre de 2025. La producción industrial cayó casi 10% frente al mismo período de 2023; la utilización de capacidad instalada bajó 8,8% en el mismo período. Las importaciones crecieron 37,3% interanual en abril; el 42% de las pymes industriales se sienten amenazadas por las importaciones; y se perdieron 25.000 empleos industriales registrados en lo que va de la gestión libertaria, especialmente en textiles, calzado y metalmecánica.

«Se perdieron 150.000 puestos de trabajo formales en lo que va del año. Lo que estamos viendo es una transferencia brutal al trabajo precario, informal o monotributista. Vamos camino a un modelo de exclusión social», afirmó el presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme), Julián Moreno, quien además advirtió sobre el retroceso del aparato productivo nacional y el empleo formal durante el Gobierno de Javier Milei. Moreno, en una entrevista, planteó que la política económica actual está diseñada para eliminar la industria nacional: «Es un modelo de dólar barato y costos carísimos en dólares, que nos saca de competencia en el mundo. Las pymes exportadoras ya no pueden sostener sus ventas externas. El 11% de las que exportaban, dejaron de hacerlo. Y cuando se liberen del todo las importaciones, lo poco que queda va a estar en peligro».

Por su parte, desde Industriales Pymes Argentinos (IPA), precisaron que entre enero de 2024 y enero de 2025 se cerraron 12.000 empresas en el país.

La densidad empresarial argentina actual es igual que hace 30 años, concluye Fund.ar en su estudio. En 1996 había 11,9 empresas cada 1.000 habitantes, el mismo número que en 2024. El efecto multiplicador de la industria no tiene ya que ser probado. La historia de cientos de países en todo el mundo son una muestra. Tras la pandemia, con la guerra entre Rusia y Ucrania en marcha y la rivalidad comercial entre Estados Unidos y China, entre otros factores, los países centrales pusieron de manifiesto que producir importa. E importa más aún hacerlo fronteras adentro, para cimentar incluso la soberanía nacional. Mientras tanto, para el Gobierno libertario la producción industrial, como tantos otros ítems, no entra en su galaxia de intereses. Inmerso en su batalla cultural, abre las importaciones que, como ya hemos visto en otros ciclos económicos, no hace más que destruir el entramado productivo nacional.

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