Cultura | REGGAETÓN Y SEXISMO

Perrear sin corset moral

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Facundo Arroyo

El género suele quedar expuesto a la polémica por el contenido de sus letras y sus pasos de baile. Opinan Cazzu e investigadoras del tema. Música popular, prejuicios y patriarcado.

Diferencia. Para Cazzu, «al reggaetón le cobran el IVA sexista más que a otros géneros populares».

Foto: Prensa

En 1987 Fito Páez estaba preocupado por la «gente sin swing». Desde la cultura rock, lo resolvía de manera irónica. En 2025 las preocupaciones del autor de El amor después del amor siguen siendo las mismas, pero el swing de aquella ironía un poco se perdió. El compositor declaró en una entrevista en la radio Futurock, que no tenía sentido que las chicas bailen al ritmo del reggaetón (forma y contenido) y después vayan al Congreso a pedir por sus derechos. Ese foco reduccionista fue carne de cañón en redes y Páez quedó posicionado, en términos culturales, como un conservador.

No es la primera vez que al reggaetón lo reducen a un género musical vacío y sexista; pero la diferencia actual es que entran a tallar voces que complejizan esa mirada estrecha. Sin ir más lejos, se acaba de editar Perreo (Planeta), de Cazzu, un libro donde la cantante (que en su momento grabó un disco de reggaetón) desglosa el prejuicio que existe sobre el género. Otra novedad de este año es Reggaetón religión (también de Planeta) de la chilena Camila Gutiérrez. Además, el libro Mi culo es mío de Mercedes Liska, editado en 2024, ya es referencia para encarar esta discusión desde nuevos puntos de vista.

En contacto con Acción, Liska pone en contexto el paso en falso de Páez. «Me parece que el pensamiento progresista tiene sus límites y el progresismo del rock también los tiene, sobre todo si lo pensamos desde la perspectiva de género», dice. «El rock argentino levantó banderas de una revolución sexual heteromasculina. Por eso no sorprende esta opinión, sino que es coherente con el tipo de jerarquías sociales y juicios de valor estéticos predominantes que impuso la cultura del rock nacional», completa.

Color local
En la presentación oficial de su libro en La Rural, Cazzu señaló que «al reggaetón le cobran el IVA sexista más que a otros géneros populares». En ese texto autobiográfico, trabajado junto a la periodista feminista Romina Zanellato, la cantante sienta su postura desde un enfoque colectivo: «La realidad es que la música en su totalidad es la que no está exenta de responder al sistema patriarcal, ya sea oculto entre hermosas metáforas o siendo literalmente explícito. Y el sistema que la sostiene, si miramos bien, es donde radica el mayor grado de desigualdad. Entonces, ¿es el reggaetón el género más machista de la música latina? ¿Es más machista el reggaetón o lo es la lente con la que lo miramos?». Consultada al respecto, Liska comenta: «No puedo estar más de acuerdo con esta afirmación de Cazzu. Agregaría que la razón tiene que ver con supuestos de clase y raciales».

Biblioteca. Reggaetón religión, de Gutiérrez; Perreo, de Cazzu; y Mi culo es mío, de Liska. Fotos: Prensa

En Argentina, además, surgieron discos de reggaetón con identidad local. Los mayores referentes del trap, por ejemplo, editaron su propio disco del género. A Nena trampa (2022) de Cazzu se le podrían sumar los dos LP (Temporada de reggaetón I y II) de Duki, el mayor referente de esta nueva generación de música urbana. Nico Cotton es actualmente el productor más importante de este circuito y, sin ir más lejos, produjo Latinaje, el nuevo trabajo de Cazzu. «Creo que hay algo de letra, y de interpretación, que se va aggiornando con el tiempo, pero que tiene un espíritu muy tanguero. Van cambiando las palabras, pero el lunfardo sigue estando en la música, forma parte de nuestra identidad, de nuestra bandera», describe.

Cuando Acción consulta a la chilena Camila Gutiérrez sobre el tema, cuenta de manera inmediata: «Justo estaba viendo una charla de Fito Páez junto al escritor Rodrigo Fresán, donde hablan de sus últimas declaraciones mediáticas. Y Fito dijo que no era un viejo choto sino que la época lo transformó en un conservador del delirio», observa.

«Me cuesta mucho ver que mis ídolos caigan en opiniones conservadoras y después tener que salir a cruzarlos porque un poco es nuestra tarea contemporánea», agrega. Éxito en ventas tanto en Chile como en Argentina, Reggaetón religión desmenuza el avance del género y las grandes diferencias estéticas y narrativas que trae aparejadas. En ese desglose, hay para todos los gustos: desde el varón hegemónico hasta uno más de época como Bad Bunny. No niega el flirteo, pero tampoco el respeto y el valor del «sujeto deseado» en las canciones.

A su turno, Liska señala que al estudiar la historia del reggaetón se puede observar que la exacerbación del sexismo fue un rasgo establecido por la industria de la música. Y, a modo de cierre, la autora de Mi culo es mío dice que «en el proceso de comercialización este género musical popular fue perdiendo sus rasgos más transgresores y críticos de la sociedad, que posteriormente algunas y algunos artistas han ido recuperando y también  resignificando desde múltiples miradas de la moral sexual dominante y la crítica intelectual».

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