5 de septiembre de 2025
La vida del emblemático líder anarquista es el motor narrativo de Un hombre peligroso, una obra inmersiva que invita al público a participar de sucesos que van más allá del escenario.

Arenga. Rodeado de espectadores, Núñez Di Croce interpreta a Di Giovanni.
Años 30. El anarquismo es una de las ideologías más pujantes entre los sindicatos obreros argentinos. Entre ellos, la Federación Obrera Anarquista (FORA). Como siempre, hay facciones: diarios como La Protesta comulgaban con un ala más moderada. En cambio, La Antorcha impulsaba la acción directa y radical. Ese sector identificaba a Severino Di Giovanni, italiano nacido en Chieti, poeta, periodista, linotipista, quien había llegado a la Argentina y enseguida se había embanderado con la causa. En ese marco repartiría panfletos, pondría bombas y el 1° de febrero de 1931 moriría frente a un pelotón de fusilamiento al grito de «¡Viva la anarquía!».
Su vida, un chispazo que le alcanzó con 29 años para arder hasta nuestros tiempos, revive los jueves y viernes por la noche en el espacio autogestivo Sigue la Polilla (Castro Barros 874, Boedo). Un hombre peligroso es la obra teatral surgida de la mente del actor, director y dramaturgo Ariel Núñez Di Croce. Narra la vida del anarquista expropiador a través de una propuesta inmersiva que toma al público de las narices y lo zambulle en una historia que no deja de resignificarse.
«Cuando comencé a investigar la vida y muerte de Severino Di Giovanni, vi de pronto que el personaje principal no podía ser otro que la sociedad argentina», escribió el gran historiador Osvaldo Bayer en las primeras páginas de El idealista de la violencia, su notable biografía. Núñez Di Croce se topó con aquel texto cuando inició su investigación sobre el anarquismo.
La pieza «nació como un grito luego del cansancio de ver cómo la historia se repetía y el ser humano seguía y sigue perpetuando la injusticia, el fascismo y el exterminio de su especie y de la tierra. Sentía necesario responder a ese agotamiento, como un acto de resistencia, utilizando como arma lo más sagrado que tengo, el teatro y el arte. Y así servir a los propósitos del bien, ayudando a esclarecer el verdadero significado del anarquismo y recordar la idea de amor del que está acorazado», rememora para Acción.
Acción directa
Desde el comienzo, Un hombre peligroso es atípica. Al adquirir la entrada, el espectador recibe un enigma que, al ser descifrado, brinda la dirección en donde se encontrará con un grupo de actores que, de movida, romperán la cuarta pared. El espectador ya es parte de la obra, se sumerge en un mitin anarquista y va de una acción directa a una reunión clandestina, pasando por una celda.
El espacio se irá transformando de manera misteriosa a medida que la trama avanza. «Sabía que si quería atraer gente que no consume teatro a una obra sobre anarquismo, la maquinaria debía ser diferente, única y disruptiva», revela Nuñez. «Necesitaba una historia fuerte basada en hechos reales, que todo el mundo pudiera comprender y que sumerja casi literalmente al público en la historia para encenderlos», agrega.
Así fue delineando el concepto general. «El teatro como lo conocemos más comúnmente comienza al pasar la boletería, atravesar una cafetería y que un acomodador nos guíe a una cómoda butaca. Las luces se apagan y la obra comienza. Ahí uno se vuelve un mero espectador, su cuerpo no está involucrado», reflexiona. «Es un ritual compartido, hasta cierto punto, pero existe un claro límite de quién es artista y quién es público, quién está arriba de un escenario y quién abajo. Mi idea fue que el teatro comenzara en tu casa con un acertijo y que el público tuviera vestuario para que, dentro de la sala, nadie supiera quién es actor y quién no. En esta propuesta todos somos actores, todos estamos al mismo nivel y nos pasan las mismas cosas», describe.
Así aparecen el propio Severino, la joven que terminará siendo su amada, América Scarfó, y hasta el propio Mijail Bakunin, padre fundador del anarquismo, deambula como un fantasma. También está Roberto Arlt, célebre escritor y periodista, autor de una notable crónica que narra el fusilamiento de Di Giovanni.
En tiempos en los que el presidente Javier Milei se define anarcocapitalista, Un hombre peligroso adquiere un nuevo sentido. «Esta obra es un cañonazo en contra del fascismo. Pasaron 100 años, pero parece que todo sigue igual. Cuando nosotros empezamos, Milei subió al poco tiempo y nuestro mensaje se resignificó todavía más. Libertarios eran Severino y sus cómplices, no este o cualquier Gobierno», sentencia.
Para quien conoce la historia, es la crónica de una muerte anunciada. Pese a ello, producto de actuaciones notables, un trabajo excelso en escenografía y efectos especiales, no deja incólume a nadie. Se convierte, en palabras de su hacedor, en un llamado a la acción: «Seguir pensando que uno va a salvarnos es una ilusión. Debemos tomar partido y organizarnos. Caminar hacia un mundo más amoroso, inclusivo y libre de violencia y autoridad. Puede parecer una utopía, pero debemos caminar hacia ahí todos los días».