Sociedad

Verdad y consecuencia

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Expertos de distintos países de América aseguran que la reducción de la mortalidad, del número de intervenciones, junto con mayores posibilidades para las mujeres de salir del circuito de violencia, son algunos de los efectos de la despenalización.


(Télam)

Finalizados los debates en el plenario de las comisiones de Legislación General, Salud, Legislación Penal y Familia de la Cámara Baja por las que pasaron médicos, científicos, referentes de la sociedad y activistas, a favor y en contra, la discusión sobre el aborto llegó al recinto de Diputados. El 13 de junio se comienza a tratar el proyecto elaborado por la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que cuenta con las firmas de 71 legisladores y consagra el derecho de las mujeres a decidir voluntariamente la interrupción de un embarazo.
Ya en el tramo final de la discusión previa, expertos de México, Uruguay, Colombia y Estados Unidos, invitados especialmente por los diputados, fueron quienes aportaron argumentos contundentes y derribaron informaciones erróneas sobre lo que implica el aborto para el sistema público de salud y sobre todo para la vida de las mujeres.
Uno de ellos fue Daniel Grossman, investigador de la Universidad de California en San Francisco, Estados Unidos, quien con la presentación del denominado Turnaway Study –donde se incluyeron 900 mujeres que se practicaron un aborto en 30 clínicas en 22 estados de EE. UU.– echó por tierra uno de los caballitos de batalla que más levantan quienes se oponen la legalización: el aborto daña a la mujer que lo practica y le genera depresión.
«Comparando las consecuencias para la salud mental de las mujeres que se hicieron un aborto con las otras a las que se les negó (por estar tres semanas arriba de la edad gestacional permitida), se encontró que las mujeres que se sintieron peor fueron aquellas a las que se les negó un aborto, no aquellas que lo solicitaron y lo recibieron. Cuando se examinaron los síntomas de depresión y estrés postraumático, no se encontró ninguna diferencia entre las mujeres que habían tenido el aborto y aquellas a las que se les había negado. Tampoco hubo evidencia de tendencia suicida luego de un aborto, ni evidencia de consumo de sustancias, como alcohol, tabaco o drogas para lidiar con el aborto en aquellas mujeres que recibieron un aborto en comparación a las que se les denegó la práctica», sostuvo Grossman durante su exposición ante las comisiones y también durante la jornada organizada por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género bajo el título «Evidencias y argumentos de Salud Pública para la legalización del aborto en Argentina».
Otro de los hallazgos del estudio muestra que existen consecuencias socioeconómicas importantes para las mujeres a las que se les negó el aborto en comparación con las que sí se lo practicaron. «Se vio que las primeras son más pobres, menos probablemente tienen un trabajo de tiempo completo y más probablemente tienen ayuda social. Las mujeres a las que se les negó el aborto tienen cuatro veces más posibilidades de vivir por debajo del nivel de pobreza luego del nacimiento del bebé, además aquellas que lograron acceder al aborto pudieron dejar la relación abusiva a manos del hombre que las había embarazado».

Salud materna e infantil
Para muchos de los especialistas extranjeros, la mortalidad materna por aborto tiene su correlato indefectible en la mortalidad infantil. Uno de ellos es Leonel Briozzo, médico gineco-obstetra, quien se desempeñó como subsecretario del Ministerio de Salud Pública durante la presidencia de José «Pepe» Mujica en Uruguay y fue responsable de la implementación de la ley de despenalización en ese país a partir de 2012.
«Lo primero que logramos con la despenalización del aborto en Uruguay fue disminuir la mortalidad materna, hoy es casi el país con menor mortalidad materna de todas las Américas, solo aventajado por Canadá, ya no se mueren mujeres por aborto en Uruguay. Lo segundo que logramos fue disminuir la enfermedad de la mujer, es decir, las hemorragias y las infecciones, hoy no existen infecciones por aborto, y algo fundamental: se bajó también la mortalidad infantil. Cuando el padre muere, según datos de la Organización Mundial de la Salud, aumenta un poco la mortalidad infantil, pero cuando muere la madre, hay un incremento de casi 10 veces de la mortalidad infantil, y son las niñas las que más mueren», aseguró Briozzo.
Antes de la despenalización del aborto, en 2002, Uruguay implementó el modelo llamado de reducción de riesgo y daño, mediante el cual se informaba a las mujeres y se les brindaban las herramientas necesarias para hacerse un aborto con menos riesgo, pese a que seguía siendo penalizado.
«Con la despenalización, la mortalidad del aborto es cero en Uruguay, porque al ser seguros los servicios, las mujeres consultan, se van con el misoprostol para su casa, el 99% lo hace en su casa, los médicos no hacemos abortos, ellas acceden al medicamento con la receta médica. La despenalización es un problema de salud pública. Más allá de lo que uno opine desde el punto de vista religioso o filosófico, las medidas que prohíben el aborto lo único que hacen es aumentarlo y aumentar el riesgo», subrayó el especialista.
En 2007, en la ciudad de México, se legalizó el aborto hasta las 12 semanas de gestación. Para la interrupción legal del embarazo, solo hace falta la expresión de voluntad de la mujer. Desde ese momento se atendieron 195.000 mujeres, de las cuales el 30% provino de otros estados del país, donde la práctica sigue penalizada salvo por causales de violación o cuando esté en peligro la salud o la vida de la mujer.
«Hubo un rápido aumento de las atenciones en los servicios públicos desde la ley y también un rapidísimo cambio de las tecnologías utilizadas. Se inició con legrado y actualmente el 76% de los procedimientos se hacen con medicamentos. Hoy la letalidad por aborto legal en México es de cero», manifestó Raffaela Schiavon, ginecóloga formada en Italia, quien reside y trabaja en México y es jefa del Servicio de Salud Reproductiva para niñas y adolescentes, que fundó en 1996, en el Instituto Nacional de Pediatría de la ciudad de México.
Otro de los puntos abordados por los expertos fue el sistema de causales de aborto, sistema que incluso resulta ineficiente para los mismos casos contemplados en él. «Al igual que en Argentina, en Colombia, luego de 12 años, la mayoría de los abortos siguen siendo ilegales, esto habla de que las causales no son suficientes para atender las necesidades de las mujeres y que todavía tenemos serios problemas de acceso y de oferta en la prestación de los servicios de salud», aseguró Ana Cristina González Vélez, médica, investigadora y exdirectora nacional de Salud Pública de Colombia.
De acuerdo con la experta, en Colombia, donde hasta el año 2006 el aborto estaba totalmente prohibido, el 50% de las mujeres enfrentó barreras al momento de buscar ayuda, el 37% de los gineco-obstetras cree que el aborto está mal. Según González Vélez, la evidencia muestra que cuando se despenaliza el aborto, primero hay un pequeño incremento en la cantidad de procedimientos, debido a una mejoría en el sistema de registro, y luego se estabiliza la demanda e incluso en algunos países tiende a reducirse.
«Al legalizar el aborto, mejoran los sistemas de información y se capturan todos esos abortos que estaban ocurriendo sin ser registrados. Además, normalmente estas políticas no van solas, por eso hablamos de educación sexual comprensiva y acceso a métodos anticonceptivos. Argentina está en el camino correcto, con un proyecto que reconoce la autonomía de las mujeres, donde no hay necesidad de explicar las razones para acceder a un aborto. Ojalá se animaran a eliminar del Código Penal al aborto como delito –finalizó la especialista–, porque es una figura inoperante para estas situaciones».

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