22 de septiembre de 2025
Nacida en 2001, la cooperativa porteña tiene hoy una librería y un espacio de producción editorial que brinda múltiples servicios con una fuerte impronta social.

Libremos. La librería cooperativa se encuentra frente a la facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Foto: Jorge Aloy
«Las paredes son la imprenta de los pueblos» es la frase de Rodolfo Walsh que preside la cooperativa El Zócalo, ubicada en la calle Venezuela a metros de San José, en la Ciudad de Buenos Aires. A cinco cuadras de allí funciona la librería de la entidad que, con el nombre de Libremos, se erige frente a la Facultad de Ciencias Sociales.
Manuel Azurmendi, fundador y síndico de la cooperativa, cuenta que «El Zócalo comenzó su actividad en el 2001 como fotocopiadora en el barrio de Parque Centenario. En ese comienzo éramos cuatro compañeros, algunos de los cuales nos conocíamos de la Agrupación HIJOS». La fotocopiadora estaba en un lugar muy chiquito enfrente de la Facultad de Ciencias Sociales y en sus comienzos solo tenían una máquina usada que es lo que pudieron adquirir. Si bien no nacieron como cooperativa, siempre tuvieron ese objetivo como meta.
«En el año 2010 la Facultad se muda a este barrio (Constitución) y fue ahí que decidimos tener dos locales, sumar tres compañeros más y formamos la cooperativa de trabajo». Si bien se constituyeron como tal en el 2011, obtuvieron la matrícula en el 2012.
Trabajo en red
Mudarse no significó abandonar los orígenes, así fue que, en el local del Parque Centenario continuaron, pero ya como imprenta «imprimíamos tarjetas, talonarios de factura, folletos y empezamos con la impresión de libros y los encuadernábamos en la cooperativa Chillavert que, en forma solidaria, nos prestaba su encuadernadora», señala Arizmendi quien rescata cómo priorizan el trabajo en red con otras cooperativas.
En el año 2017 mudaron la imprenta al barrio de Montserrat. Ingresar allí, a cinco cuadras de Libremos, es encontrarse con un prolijo y cálido lugar donde brillan las computadoras, máquinas de impresión y guillotinas, entre otras y se siente ese aroma a papel tan característico, además de los carteles que adornan las paredes con los rostros de Eduardo Galeano, Rosa Luxemburgo y Roberto Arlt a quienes, artísticamente, le salen flores de sus cabezas.

Monserrat. Además de imprimir, brindan servicios de diseño, diagramación y de registros ISBN, entre otros.
Foto: Jorge Aloy
«El mayor salto en cuestión de maquinarias fue con el Ministerio de Industria en el año 2015. Presentamos un proyecto editorial que incluía también capacitación. Lo interesante era el acompañamiento durante un año, el aval de las maquinarias que estábamos comprando y la capacitación que venía acompañada de esa inversión. Ahí pudimos tener nuestra propia encuadernadora, una laminadora y una guillotina automática. También pudimos cambiar, ya sí con capital propio, la maquinaria que teníamos por una más grande. Tenemos una máquina que imprime las tapas a color y dos los interiores blanco y negro», relata Azurmendi.
Respecto al trabajo editorial aclara, «tenemos el sello editorial El Zócalo y Publiquemos que es el sello de autor. Nosotros los acompañamos en llevar la publicación adelante brindándole servicio de diseño, de diagramación, de publicación de e-book, de impresión de los libros y de registros ISBN y editoriales. También trabajamos con editoriales, pero ya sin edición, solo con impresión».
Huellas. Trazos de nuestra memoria fue uno de los primeros libros que publicaron y que tuvo que ver con el origen de la cooperativa. El mismo condensa relatos de hijos e hijas de desaparecidos con ilustraciones de María Giuffra. Pero, además de la línea de libros sobre derechos humanos publicaron sobre teatro, psicología social o con temáticas sociales en general.
Los libros se pueden encontrar en Libremos, lugar donde también realizan talleres y presentaciones de libros, pero también en formato e-book a través de la tienda virtual Bajalibros.
A la par que la cooperativa crecía en propuestas, también lo hacía en cantidad de asociados. «Nuestra cooperativa mantiene a 17 familias y es el ingreso principal de los asociados. Ahora, por cuestiones complicadas de nuestro país, puede haber algunos compañeros que tengan que completar el ingreso con otro trabajo», comenta Azurmendi.
El origen del nombre tiene una razón de ser. «El local original se inundaba y le pusimos un murito para armar un zócalo y ahí quedó el nombre. El zócalo era una base desde donde construir otras formas de relación y otra economía que pueda ser pensada desde los trabajadores. Y así fue, se construyó y sigue en crecimiento», concluye Manuel Azurmendi sabiendo que queda aún un largo camino por recorrer para llegar al techo.