14 de octubre de 2025

El doble femicidio de Córdoba puso en primer plano una vez más la expresión más extrema de la violencia de género. Dos mujeres asesinadas por ser mujeres. El uruguayo Pablo Rodríguez Laurta mató a su exsuegra y a su expareja, y sustrajo al hijo de ambos, de 5 años. También, se sospecha que asesinó a un remisero.
No son casos aislados. En los primeros 9 meses del año, se registraron 181 víctimas fatales de violencia de género, según el informe del Observatorio de Femicidios de La Casa del Encuentro.
Pero el horror permitió también poner la lupa sobre un movimiento internacional que se ramifica en Argentina y otros países de la región con la narrativa de que existe una avalancha de «denuncias falsas» y la violencia de género es un invento feminista. Luarta, quien tenía denuncias de violencia de género de su expareja, es el fundador de uno de esos grupos en Uruguay: se llama Varones Unidos,
Hablan de «ideología de género» para atacar la ampliación de derechos que han impulsado los movimientos de mujeres y de la diversidad en las últimas décadas y sostienen falsamente que estos avances pretenden imponer la supremacía femenina. Entre los ideólogos de estos movimientos «antifeministas» están consejeros de Javier Milei como Agustín Laje, fundador de la Fundación Libre, un think tank de ideología ultraconservadora; y el biógrafo presidencial, Nicolás Márquez. Hay videos en redes sociales donde se ve a Luarta celebrando la llegada de ambos a un evento en Uruguay.
«El feminismo radical es una distorsión del concepto de igualdad. Es búsqueda de privilegios», repite Milei. El presidente es un negador de la existencia de la violencia de género. Además, desfinanció y cerró programas fundamentales para asistir a víctimas –como el Acompañar, cuyo presupuesto redujo en un 90%– y pretende eliminar la figura del femicidio del Código Penal.
El Colectivo Nacional No Más Presos Inocentes, en México, Los caballeros de Milei, en Colombia, los Varones Unidos en Uruguay, Casa del Hombre, en Bolivia, un supuesto Observatorio de Denuncias Falsas en Argentina, son apenas algunos nombres de fundaciones y asociaciones detrás de este movimiento internacional. En Perú también hay grupos que se manifiestan y califican a la ley de violencia de género como una «ley antihombres». En México se publicó el libro El método A.T.E.N.E.A., un manual para denunciar a las mujeres y acusarlas de falsas denuncias. «En un mundo donde las falsas alegaciones amenazan con destruir la vida de hombres inocentes, el Método ATENEA emerge como un faro de esperanza y una guía práctica para la autodefensa», dice su presentación.
Detrás operan organizaciones religiosas, partidos políticos, asociaciones civiles, empresarios e influencers de distintos países. Se caracterizan por manipular información, difundir fake news y distorsionar datos. Además, se apropian del discurso de los derechos humanos para ganar legitimidad institucional, aunque lo limitan al rechazar los derechos sexuales, reproductivos y de las diversidades.
Proyectos como el que impulsa la senadora argentina Carolina Losada, para agravar las penas en casos de falsas denuncias de violencia de género no hacen más que avalar discursos como el que enarbolaba Laurta con sus Varones Unidos. La iniciativa cuenta con el apoyo del Gobierno. Curiosamente –o no– no hay datos fehacientes que demuestren que las falsas denuncias de violencia de género son un problema y causan conmoción social. ¿Pueden existir? Sí, pero los casos no son estadísticamente significativos. Apenas el 15% de las víctimas de femicidio había hecho denuncias, es decir, en realidad, se denuncia muchísimo menos de lo que sucede. Y sabemos, esa es la punta del iceberg.
Entonces, ¿qué sentido tiene endurecer las penas hasta llevarlas a 6 años de cárcel? Solo se explica en una alineación directa con un movimiento –en el que también hay mujeres– que buscan silenciar a las víctimas de la violencia machista para seguir violentándolas con impunidad, como probablemente pretendía Luarta.