La rumana, de 26 años, rompió el maleficio al ganar su primer Grand Slam en Roland Garros. El cambio físico, sus virtudes de juego y la fortaleza mental para superar adversidades, ejes de su liderazgo en el ranking mundial. Los nuevos desafíos.
12 de julio de 2018
París. Con carácter, Halep logró doblegar a la estadounidense Sloane Stphens en la final. (Simon/AFP/Dachary)Comenzó a construir su perfil de tenista de alto nivel desde juniors, una categoría en la que consiguió un titulo de Gran Slam en 2008. Sin embargo, no llegó a ser número 1 pese a sus victorias y sus virtudes de juego. La vida de Simona Halep, que nació el 27 de septiembre de 1991 en Constanza, Rumania, es sinónimo de una historia de superación permanente. Fundamentalmente porque debió atravesar varios obstáculos y desafíos antes de obtener el máximo logro de su carrera, a sus 26 años: la corona de Roland Garros, ya como jugadora profesional, en junio pasado.
Entre esos retos que debió enfrentar se destaca el cambio físico que decidió en 2009 al reducir sus senos. «Era un peso que me dificultaba para reaccionar con rapidez. El busto me incomodaba para jugar. Tampoco me gustaba en mi vida cotidiana. Me hubiera operado incluso si no hubiese sido deportista», sostuvo en reiteradas entrevistas. A esa altura, y ya cerca de cumplir 17 años, la joven que idolatraba a Justine Henin y a Roger Federer comenzó a competir en torneos de la Asociación Femenina de Tenis, conocida como WTA. Ya sin dolores de espalda y con muchísima más agilidad, su juego mejoró tanto como sus resultados. Un año después de la operación, en 2010, disputó su primera final en el circuito profesional, aunque cayó derrotada. Lo mismo le ocurrió en otros partidos decisivos en 2011 y 2012. No obstante, se mantuvo sobre su eje, perfeccionó su entrenamiento y redondeó un 2013 de ensueño tras ganar seis títulos: Nüremberg, ‘s-Hertogenbosch, Budapest, New Haven, Moscú y el Torneo de Campeones. Culminó ese año entre las 11 mejores del mundo en singles. Su nivel ascendente siguió en 2014: con nuevos triunfos cerró la temporada entre las tres mejores raquetas del universo.
Sin presiones
Sólida para jugar desde el fondo de la cancha, creativa y con mucho carácter, Halep consiguió erigirse en una jugadora efectiva, de pocos errores, temible para sus rivales. Con esas armas, el 9 de octubre de 2017 se instaló como número 1 del mundo. No sorprendió en el ambiente en virtud de su sostenida evolución. Pero faltaba algo en su carrera para ser reconocida como su tenis lo merecía: obtener uno de los cuatro torneos de Grand Slam (GS). Porque Simona Halep llegó a la cima del ranking sin haber ganado ninguno. Las tres finales perdidas (dos en Roland Garros y una en Australia, este año, ya ubicada en la cima del escalafón mundial) parecían convertir a estos certámenes, los más importantes de todos, en una maldición para ella.
Sin embargo, una vez más la rumana pudo contra la adversidad y sus propios fantasmas. En junio dio una exhibición de superación y de grandeza ante la estadounidense Sloane Stephens. Porque el partido que definía Roland Garros comenzó mal para Halep: 6-3 abajo en el primer set. Sin renunciar a su estilo, encontró señales positivas, encarriló el juego por 6-4 y lo liquidó en la tercera manga por 6-1. Pudo entonces pulverizar el maleficio y llegar al título número 17 en su carrera profesional. «Soñaba con esto desde que comencé a jugar al tenis. Siempre dije que, si iba a ganar algún torneo grande, sería este, Roland Garros, que es mi favorito. Ha sido muy difícil haber perdido tres finales de Grand Slam. Pero ahora solo quiero olvidarlo todo y disfrutar de este momento tan especial», afirmó ante los ojos de la prensa y del mundo.
Aquí y ahora, una idea repiquetea en su cabeza. Fiel a su perfil altamente competitivo, buscará saborear aún más las mieles de la gloria. «La presión se ha ido, el sueño se cumplió, no me estreso más con ello. Ahora pienso en el nuevo objetivo, que serán los Juegos Olímpicos. Me encantaría ganar una medalla en Tokio 2020», adelantó. El Abierto de Estados Unidos (último GS del año) también figura en su horizonte. Seguir consolidándose como la mejor tenista del universo siempre está en sus planes, en su órbita. Superarse resulta una meta que desarrolla con arte.