Economía

Pequeña gran apuesta

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Las primeras experiencias impulsadas desde el Estado y sustentadas en asociaciones público-privadas están en marcha.

 

Nuevo paradigma. productivo. Hasta hoy se aprobaron 8 proyectos con
fondos mixtos. (Martín Acosta)

A tres años del comienzo de la ejecución de los Fondos Sectoriales en Alta Tecnología (FS), ya se perfilan los primeros resultados de un novedoso proceso de asociatividad e innovación. Se trata de proyectos de investigación y desarrollo enmarcados en consorcios público-privados (conformados por una o más instituciones públicas y una o más empresas). Tales iniciativas suman una treintena, centradas en el desarrollo de la nanotecnología, la biotecnología y las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Esas áreas de intervención prioritaria surgieron de la interacción entre actores sectoriales destacados –expertos de la academia, organismos de políticas sectoriales y empresarios– con representantes del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT). La cartera detalló en un reciente documento el impacto logrado particularmente en materia de nanotecnología, área destinada a promover «una nueva revolución industrial en el siglo XXI», según se afirma. La apuesta específica a la nanotecnología alude a la capacidad técnica para modificar y manipular la materia, con posibilidades de fabricar materiales y productos gracias al reordenamiento de átomos y moléculas. Y a partir de allí desarrollar estructuras o dispositivos funcionales a las dimensiones nano (prefijo del Sistema Internacional de Unidades para expresar una milmillonésima parte de algo). Según el MINCyT, la Argentina se encuentra bien posicionada ante este nuevo paradigma productivo, respaldado por el Estado nacional desde la primera convocatoria de proyectos, en el año 2003. Dos años después fueron aprobadas cuatro redes en nanociencia y nanotecnología, que reunieron a unos 250 científicos y que recibieron financiamiento a partir de 2007. Dos años antes se había creado la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), orientada a fomentar su potencial innovador, a través de la financiación de proyectos de empresas o instituciones que culminen en productos tecnológicos o patentes.

 

Resultados
La convocatoria de los Fondos Sectoriales de 2010 ofreció subsidios de hasta 30,4 millones de pesos por proyecto, con un plazo de ejecución no superior a cuatro años. Los fondos de la contraparte debían ser iguales o mayores al 20% del costo total del emprendimiento.
En el rubro nanotecnológico se aprobaron 8 proyectos con un aporte de 72 millones de pesos por parte de la Agencia Nacional de Ciencia y Tecnología (ANCyT), y algo más de 35 millones por parte de los consorcios asociativos público privados.
La pronta concreción de esas primeras iniciativas permite relevar su impacto en distintos sectores. Por ejemplo, en el desarrollo de textiles funcionales, repelentes de insectos vectores de enfermedades, como el aedes aegypti (portador del virus del dengue).
El monto total del proyecto es de 5,3 millones de pesos y la subvención estatal asciende a 3,2 millones. Participan los centros de Química y de Investigación y Desarrollo Textil del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI); el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA, de la Universidad Nacional de Mar del Plata); y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), junto con la Fundación Pro Tejer y la empresa Guilford SA. En base a los resultados logrados podrán diseñarse distintos productos según las características de los textiles obtenidos: descartables, que no requieran lavado y cuya repelencia a mosquitos tenga una durabilidad de al menos 30 días; y no descartables, con posibilidad de ser recargados con el agente funcional repelente para prolongar la vida útil del producto.
El consorcio estima captar el 3% de los mercados mayoristas de ropa infantil y de trabajo, y el 1% de los de indumentaria informal y deportiva. Los principales usuarios del producto final serían, en un comienzo, el sector industrial y entidades públicas vinculadas con la salud, y se prevé además atender demanda del exterior.

 

Enfermedades
Otro proyecto apunta al desarrollo de una plataforma tecnológica para la detección de enfermedades de importancia en seres humanos y animales, como el Chagas y la brucelosis, e insumirá 21,5 millones de pesos, de los cuales 13 millones serán subsidio público. Intervienen dos centros del inti: el de Procesos Superficiales y el de Investigación y Desarrollo de Electrónica e Informática (CITEI); el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB, de la Universidad Nacional de San Martín; y las empresas AADEE, Biochemiq y Agropharma Salud Animal.
Entre las oportunidades más destacadas para la introducción de biosensores se encuentra el segmento Point-of-Care (POC), sistemas de análisis diseñados especialmente para ser utilizados al lado del paciente, lo que permite obtener resultados en forma inmediata. En el caso de los glucómetros y los tests de embarazo, el liderazgo de los biosensores ya se produce de manera efectiva.
Los equipos de electromedicina finales van a poder competir internacionalmente, dada su capacidad para agregar competitividad al sector. Luego, por fuera del consorcio, una de las potenciales líneas de colaboración es el desarrollo de un método de detección de leptospirosis más rápida que la que se encuentra disponible actualmente en el mercado. Los sectores de destino de los detectores serían el primario (tambos y frigoríficos) y,  potencialmente, el veterinario comercial.
En el caso de la detección de brucelosis, se considera como potenciales demandantes  a unas 3.300 de las 22.400 explotaciones agropecuarias hoy existentes con grandes volúmenes de ganado bovino. Del mismo modo, se calcula captar inicialmente unos 300 de los más de 2.000 centros de zoonosis y bienestar animal municipales que hay en el país.
En el Estado, en tanto, los biosensores se utilizarían para la detección de enfermedades huérfanas –enfermedades raras que no poseen interés del mercado y en general, de las políticas de salud pública–. En función de las políticas estratégicas en Salud Pública Nacional, y dada la importancia que tendrían las plataformas de diagnóstico POC, se prevé incorporar este dispositivo en el 30% de los centros de asistencia primaria de la salud del país (casi 1.900 en una primera instancia).

 

Neumáticos y aluminio
El cluster nanotecnológico de diseño, caracterización y obtención de nanomateriales y superficies funcionales –uno de los casos de asociatividad impulsados por el MINCyT– demandó una inversión de 13,6 millones de pesos, de los cuales 9,7 millones corresponden al subsidio aprobado. Participan el Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE), dependiente de CONICET/UBA; la gerencia Química de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA); y las empresas Laring SA (propiedad de graduados de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales) y Rhein Chemie Argentina.
La plataforma trabaja en superficies con nanotecnología incorporada, aplicadas a una vasta gama de productos finales. En particular, el proyecto se concentra en desarrollos a partir de aluminio anodizado y bladders autodesmoldantes.
El primer caso implica recubrimientos inteligentes para conferir propiedades únicas como antibacterianas, color o hidrofobicidad. La empresa Laring, que hoy ofrece productos y aditivos para tratamiento de superficies de aluminio y posee alrededor de 30% del mercado de anodizados, se estima que podría llegar a 60%.
Por otro lado, las superficies antiadherentes autodesmoldantes son de uso en la industria del caucho y serán fabricadas por Rhein.
Los bladders se utilizan en el proceso de fabricación y vulcanización de neumáticos, procedimiento que da a la rueda su forma final. La innovación apunta a resolver el 80% de las fallas atribuibles a los agentes desmoldantes, que desembocan en neumáticos de descarte. Se producen más de 12 millones de neumáticos cada año.
Como desarrollos posteriores –aún falta ampliar el mercado– figuran los imanes de aluminio (inexistentes en el país) que permitirían fabricar motores mucho más livianos (y por tanto más sustentables energéticamente). Otra aplicación potencial es la transformación de aberturas de aluminio en celdas solares, lo que implicaría un aprovechamiento energético de la infraestructura edilicia.

Daniel Víctor Sosa

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