8 de noviembre de 2025
LS83
Director: Herman Szwarcbart
Voz en off: Martín Kohan
País: Argentina

Memoria. El relato de LS83 se articula con la voz de Martín Kohan, que lee fragmentos de Me acuerdo.
El teórico ruso Lev Manovich, en La vanguardia como software, plantea que las técnicas experimentales del siglo XX no desaparecieron: mutaron. Hoy viven en las interfaces, en los programas de edición, en las plataformas donde se producen, procesan y manipulan imágenes de forma masiva. Lo que en los años 20 del siglo pasado fueron formas nuevas para medios nuevos –la fotografía, el cine, la imprenta moderna, la arquitectura racionalista– se reconfigura hoy como una vanguardia basada en el uso radical de medios ya existentes. Acceder, editar, reordenar, intervenir: esas operaciones informáticas constituyen una estética propia.
Resumiendo, lo que allá lejos y hace tiempo era una visión estética radical, en los 90 se convirtió en tecnología estándar. Las técnicas que buscaban inducir al espectador a revelar la estructura social bajo las superficies visibles –a descubrir la tensión entre lo viejo y lo nuevo, a prepararse para la reconstrucción desde la base– se transformaron en los procedimientos elementales de la era digital.
Ganadora del Gran Premio Ciudad de Buenos Aires en el último Bafici, LS83 parte del mismo impulso y avanza entre esos pliegues: interrogar la imagen para hacer visible su sustrato político. Herman Szwarcbart trabaja con material producido en Canal 9 durante la dictadura, recuperado y restaurado por el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, pero no lo usa como documento sino como zona de fricción, donde el archivo y la memoria se confunden y revelan lo que el brillo del espectáculo pretendía borrar.
El relato se articula con el aporte de Martín Kohan, que lee fragmentos de su libro Me acuerdo, en un formato explorado antes por Joe Brainard y Georges Perec. Con pulso propio, tono sereno y sin énfasis, el escritor desplaza la nostalgia hacia un presente que se deja ver entre líneas. No evoca: registra. Esa distancia, lejos de enfriar el relato, genera una vibración donde memoria y actualidad se superponen sin fundirse. La operación –entre lectura y montaje– funciona como un modo de reanimar el archivo, de enfrentarlo con lo que la literatura y la política aún tienen para decir.
Szwarcbart usa un tono entre la evocación y el presente para liberar a las imágenes de su función de prueba o testimonio. En LS83 los archivos ya no explican: respiran, dudan, se reacomodan. Son materia dúctil, como una plastilina que cobra forma al contacto con la voz, el montaje y la mirada. Esa combinación abre una zona que empuja a volver a mirar, a pensar cómo el pasado sigue trabajando dentro del presente.
Sus películas anteriores (Un pogrom en Buenos Aires, una reconstrucción del ataque antisemita de 1919, y Fuimos felices, un ensayo íntimo donde tres familias revisan su historia a partir de filmaciones caseras) consolidan una misma línea de trabajo: el uso del archivo como punto de partida narrativo. En ambas, la memoria doméstica se convierte en materia ficcional, y la vida cotidiana en el territorio donde el pasado vuelve a tomar forma. «No tenía claro qué hacer con el material de Canal 9. Estaba filmado en celuloide, había mucho por restaurar y aún queda. Lo que descubrí fue que, entre los informes sobre Videla, Massera o Galtieri, aparecían notas menores: pronósticos del tiempo, imágenes de plazas, calles, zonas cercanas al canal. Filmaban eso como referencia para ilustrar el clima. También había informes culturales, deportivos, material de un noticiero común. Mientras veía esas imágenes reconocía personas, periodistas, actores, lugares, esquinas. Era mi infancia. Y de pronto, aparecía Videla. Esa tensión entre el recuerdo íntimo y la violencia histórica empezó a marcar un camino», resume el director. Un camino que hoy desemboca en una de las películas argentinas más potentes de 2025.
