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La noche azul que golpeó a Trump

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Manuel Alfieri

El Partido Republicano sufrió una dura derrota en las elecciones estatales y locales. Recuperación demócrata en todo el país, con Zohran Mamdani como nueva figura de la política estadounidense.

Nueva York. Nuevo alcalde electo, Mamdani posa con integrantes de su equipo de trabajo en el distrito de Queens, el 5 de noviembre.

Foto: Getty Images

Fue un cachetazo electoral tan prematuro como inesperado: a menos de un año de su regreso a la Casa Blanca, el Gobierno de Donald Trump sufrió su primera derrota. La ola demócrata arrasó en casi todos los distritos en disputa, incluso en aquellos que los republicanos aspiraban conservar. La sorpresa mayor se dio en la ciudad de Nueva York, con la victoria de Zohran Mamdani, un joven socialista que promete transporte gratuito e impuestos a los multimillonarios en el corazón del capitalismo financiero.

Las elecciones del martes 4 de noviembre se celebraron en los distintos estados y distritos del país, pero tuvieron todos los condimentos de una contienda nacional. Trump se involucró a fondo. En Nueva York, centro neurálgico de sus negocios, rivalizó casi en términos personales con Mamdani. Lo llamó «comunista», amenazó con deportarlo y apoyó a su contrincante, el exgobernador neoyorquino Andrew Cuomo. El tiro le salió por la culata: Mamdani se impuso con holgura y, de poco conocido legislador local, pasó a convertirse en fenómeno internacional. Cincinnati, Detroit, Pittsburgh y Atlanta fueron otras de las alcaldías que, como Nueva York, se pintaron de azul.

Las victorias demócratas fueron contundentes también en las gobernaciones de Virginia y Nueva Jersey. En la primera triunfó Abigail Spanberger. En la segunda, Mikie Sherrill. Ambas plantearon los comicios como un plebiscito sobre la gestión presidencial e hicieron de las críticas a Trump el centro de sus respectivas campañas.

A pesar del evidente descontento, el magnate hizo oídos sordos al mensaje de las urnas. Según dijo, la derrota republicana se debió a dos factores: el cierre del Gobierno Federal –el más largo de la historia– y la ausencia de su nombre en las boletas. ¿Autocrítica? Ninguna. Trump no hizo referencia a las dificultades que atraviesa la población por la suba del costo de vida, la pérdida de poder adquisitivo y la eliminación de programas de asistencia social. Tampoco sobre el rechazo que genera la ofensiva policial contra los migrantes. Ni hablar de sus bailes, chistes y bravuconadas, que, en tiempos de bolsillos apretados, provocan más hastío que nunca.

Señales de descontento
El malestar se refleja en las encuestas: en solo diez meses de gestión, la desaprobación llega al 60%. El apoyo cae, sobre todo, entre los votantes independientes y la clase media. A esos sectores ahora intenta asustar Trump. «La decisión que enfrentan los estadounidenses no podría ser más clara: sentido común o comunismo», aseguró el jefe de la Casa Blanca, desde Miami, un día después de la elección. Según su particular mirada, los demócratas, con Mamdani a la cabeza, pretenden convertir al país en «la Cuba comunista y la Venezuela socialista». El objetivo es claro: reconquistar, a través del miedo y la polarización, a quienes se inclinaron por los demócratas o no fueron a votar. Próxima parada: las elecciones de medio término del año que viene.

La derrota trajo cola dentro de las filas republicanas. Varios dirigentes –y también importantes donantes– cuestionaron la presentación de candidatos «demasiado radicales», seleccionados más por su lealtad al presidente que por sus credenciales políticas. Aunque nadie se atreve aún a romper, muchos comienzan a hablar de la necesidad de dejar atrás la política de confrontación permanente. Dato importante: Trump es lo que la ciencia política llama un «pato rengo», es decir, un presidente sin posibilidad de reelección. No sería raro que, si su imagen continúa en picada, muchos se animen a desafiar su liderazgo mucho antes de las presidenciales de 2028.

Nueva Jersey. Mikie Sherril festeja la victoria en el Hotel Hilton.

Foto: Getty Images

Una irrupción con impacto mundial
En la vereda demócrata, el gran ganador de la jornada fue Mamdani. Con apenas 34 años y un currículum político brevísimo, el nuevo alcalde neoyorquino es, sin dudas, un dirigente distinto. Centró su campaña en escuchar los problemas de la gente común y ofrecer soluciones concretas: aumento del salario mínimo, congelamiento del precio de los alquileres, supermercados con precios populares, guarderías y transporte gratuitos. ¿Cómo costeará todo eso? Con impuestos a las súper fortunas, que en los alrededores de Wall Street abundan. Su lema fue claro y sencillo: «Que la ciudad funcione para quienes la hacen funcionar».

Mamdani fue a contramano de la crueldad política de estos tiempos. Se mostró cercano a quienes peor la están pasando. Les habló a los jóvenes, a los migrantes y a los trabajadores. En las redes y en las calles, en inglés y en español. Con carisma, con sentido del humor y sensibilidad. A «los oligarcas» les advirtió que ahora «van a tener que escuchar a la clase trabajadora de esta ciudad». No escondió sus orígenes, su religión ni su identidad política: nació en Uganda, es hijo de padres indios, es musulmán y se autodeclara «socialista democrático» con orgullo. Contra todos los consejos de sus asesores, denunció la sangrienta ofensiva militar en Gaza perpetrada por Israel. Agenda clara y propuestas. Su forma de vincularse con el electorado, los medios y el establishment político-económico es ahora observada con atención por la izquierda internacional.

A partir del 1 de enero, Mamdani gobernará la ciudad más poblada del país y una de las principales vidrieras políticas de Estados Unidos. Su ascenso preocupa a Trump y a los republicanos, pero también agita las aguas dentro del Partido Demócrata, tradicionalmente dominado por corrientes centristas, cuando no conservadoras. La irrupción de un hombre más cercano a Bernie Sanders que al matrimonio Clinton reconfigura el mapa político interno y abre una pregunta hasta hace poco impensada: ¿hay lugar para un Gobierno de izquierda en Estados Unidos?

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