11 de noviembre de 2025
Director de la premiada Pobres criaturas, el griego Yorgos Lanthimos estrena una película nuevamente protagonizada por Emma Stone. Manipulación mediática, naturaleza humana y extraterrestres.

No siempre sus películas tienen la misma respuesta, y de la misma manera que Pobres criaturas terminó llevándose cuatro Oscars en 2024, además de una nominación como Mejor director, su siguiente propuesta, Tipos de gentileza, pasó desapercibida. Pero este año Yorgos Lanthimos vuelve a la carga con una nueva historia que dejará a la audiencia boquiabierta, protagonizada, como ya nos tiene acostumbrados, por Emma Stone como una poderosa empresaria y Jesse Plemons como el lunático que la secuestra junto a un socio (Aidan Delbis), convencidos de que ella es parte de una invasión extraterrestre dispuesta a apoderarse de la Tierra. Y aunque uno pueda pensar que la idea de adaptar una película coreana de Jang Joon-Hwan (Save the Green Planet, de 2003) fue suya, en realidad el mérito le corresponde al guionista Will Tracy, quien adaptó la historia a la realidad de Estados Unidos, incorporando además temas muy vigentes. La precisión y el virtuosismo del director griego acabó convirtiendo a Bugonia en una de las mejores propuestas cinematográficas del año.
–En la película mantenés al público al borde de sus butacas, dudando si el personaje de Emma de verdad es una extraterrestre o no. ¿Tenías en mente este dilema mientras filmabas?
–Creo que buena parte de ese juego es inherente al guion de Will Tracy, y esa fue también la razón por la que me sentí inmediatamente interesado en hacer esta película. Hay una estructura muy precisa y específica que está armada en base a ese dilema; pero luego está lo que traen los actores, algo por lo que no siento que yo tenga mucho mérito. Ellos son brillantes. Y cada uno llegó con sus propias ideas sobre sus personajes y cómo hacer las cosas. Específicamente en el caso de Emma, fue algo sobre lo que hablamos mucho, porque ella tuvo que plantearse cómo iba a ser percibida su interpretación, sobre todo si el espectador ve la película por segunda vez. Digamos que me limité a ajustar pequeñas cosas en la sala de montaje para que se mantuviera el juego. Pero en definitiva ese no es el objetivo de la película, que pienses que ella es una extraterrestre o que no lo es, sino mostrar la confrontación entre estas dos personas que vienen de contextos muy distintos y tienen ideas muy diferentes sobre el mundo, qué es beneficioso para el planeta y qué no. También me interesó cómo va cambiando esta relación a medida que la confrontación va escalando y vamos conociendo más cosas sobre cada uno. Me parece que el planteo sobre la naturaleza humana es mucho más importante que la resolución de si ella es o no es extraterrestre.
«Cuando algo me resulta interesante, yo encuentro una conexión con todos los personajes, no importa cuán horrorosas sean las cosas que terminen haciendo.»
–Tanto el personaje de Jesse como el de Emma creen profundamente en lo que dicen. ¿Cómo se hace para que la audiencia se conecte con ellos a pesar de ser tan destructivos?
–Precisamente tomando eso como la premisa de la película. Cuando algo me resulta interesante, yo encuentro una conexión con todos los personajes, no importa cuán horrorosas sean las cosas que terminen haciendo. Creo que eso también se debe al trabajo de los actores, cómo encuentran la humanidad en ellos, la forma en que los interpretan sin juzgarlos. En ese sentido, más allá de cuán extrema sea la situación que se plantea, me aseguro de que haya algún tipo de verosimilitud y también de justificación, al menos para los propios personajes. Y eso de alguna manera se transmite a la audiencia.
–¿Cómo hiciste para encontrar un punto medio entre el drama y el tono entre surreal y humorístico?
–La verdad es que eso es parte del proceso. Para empezar, uno nunca sabe si va a encontrar ese equilibrio. Además cada persona es diferente y no va a funcionar de la misma manera para todos. Y esa es la parte interesante. Si hacés algo que es complejo y tiene todos estos elementos, todas las capas, obviamente cada uno va a percibir la historia de una manera ligeramente distinta. Por eso lo único que podés hacer es dejarte llevar por tu instinto, tratar de sentir qué es lo que funciona, con la esperanza de que también va a tener el mismo resultado en los demás, aunque probablemente de una manera distinta.
–¿Por qué decidiste contratar a Aidan Delbis, un actor no profesional y autista?
–Desde el momento que leí el guion y supe que Emma y Jesse iban a participar, decidí que el tercer papel tenía que ser para alguien que no tuviera ninguna experiencia en el cine. Es algo que hago en todas mis películas, pero este es un papel muy importante, que está inspirado en lo que escribió Will Tracy en el guion. Y por eso pensé que lo mejor era buscar a alguien que fuese autista. Me parece que alguien que no estuvo nunca antes en un set trae una perspectiva diferente, especialmente cuando se trata de alguien como Aidan, que es muy inteligente y muy honesto. Su presencia cambió la dinámica entre los actores, que vienen con un gran entrenamiento y mucha experiencia. Cuando sumás esta nueva energía, se crean muchísimas posibilidades y todo puede ocurrir. Sin embargo, yo trabajé de la misma manera con Aidan que con los otros actores, en el sentido de que traté de estimular su instinto en su manera de crear el personaje, le pedí que me diera sus ideas y su perspectiva del mundo.
–La película habla de las teorías conspirativas, de la tecnología y de la manipulación de los medios de una forma muy provocativa.
–En todas las películas que hago el tema es secundario, lo que me interesa es construir una estructura, presentar una historia con personajes que logren que el espectador se conecte de una manera activa, dependiendo de sus creencias y sus experiencias personales. Y en ese sentido no veo que Bugonia sea diferente: lo que presento es un reflejo del mundo en el que vivimos. No siento que hablemos específicamente sobre personas que creen en las teorías conspirativas, sino que tienen creencias muy particulares y una mirada sobre el mundo, y cómo eso se ve limitado en cierta forma por el avance de la tecnología. Me interesa como todo esto crea un abismo entre las diferentes miradas que tienen diferentes grupos o incluso personas. Creo que el film trata precisamente sobre eso.

«En todas mis películas el tema es secundario, lo que me interesa es presentar una historia con personajes que logren que el espectador se conecte.»
–Tu estilo suele generar opiniones divididas. Cuando eso ocurre, ¿sentís que cumpliste tu objetivo?
–No necesariamente. Yo creo que es normal que a la gente le gusten ciertan cosas y no le gusten otras. Creo que lo que ocurre es que aquellas películas que tienen una aceptación mayoritaria probablemente no sean las que a mí me interesan tanto. Digamos que es algo que me sale de una manera muy natural. Pero si la audiencia se divide, me parece algo positivo, porque creo que los espectadores pueden tener sus propias opiniones y darse el permiso de no tener que seguir a la manada. Lo veo como algo bueno cuando pasa.
–A veces daría la sensación de que vivimos en un mundo loco. ¿Cómo te llevás con eso?
–Es cierto, muchas veces parece que el mundo está completamente loco. Me parece que es bastante sencillo observar ciertas cosas. Y yo creo que la parte complicada suele ser cómo crear una estructura que explore algunos aspectos de la locura humana. Eso es lo que hemos estado tratando de hacer con cada película: encontrar una historia o una situación que pueda iluminar esas idiosincrasias y comportamientos, para que luego la gente pueda sacar sus propias conclusiones.
–Solés trabajar con el mismo equipo y los mismos actores, como Emma Stone o Jesse Plemons. ¿En qué medida te ayuda en el proceso creativo?
–Me ayuda mucho porque una vez que encontrás gente con la que te llevás bien y que tiene mucho para ofrecer, es fácil construir una confianza mutua que es beneficiosa para el proceso creativo. Yo creo que cada integrante del elenco o del equipo técnico tiene una influencia en todos los demás, y eso lleva a que los actores se sientan seguros en un set en el que trabajan técnicos con los que ya colaboraron previamente. Y a la vez, el equipo técnico sabe cómo ser más eficiente y colaborativo con actores que conocen. Eso hace que sea más fácil correr riesgos. Y cuando algo sale mal, estás rodeado de gente que te va a dar una mano para ayudar a que el trabajo continúe.

«Lo que trato de hacer es crear un tono que no sea necesariamente muy obvio. Cambia todo el tiempo entre lo cómico, lo trágico, lo violento y lo ridículo.»
–¿A veces te sorprendés de tu propio material?
–No necesariamente, porque lo que trato de hacer por sobre todas las cosas es crear un tono que no sea necesariamente muy obvio. Cambia todo el tiempo entre lo cómico, lo trágico, lo violento y lo ridículo. A veces pasa de un tono a otro, a veces los dos tonos coexisten. Me di cuenta de que lo que más disfruto es generar una sensación de incomodidad, porque es lo que te obliga a pensar más, te estimula como espectador a tener una opinión sobre lo que estás viendo, qué es lo que sentís.
–¿De qué manera Langosta te cambió la vida?
–La verdad es que mi vida no cambió demasiado. Después del éxito de Langosta no me costó mucho impulsar una película que ya tenía escrita y luego filmarla. No tuve que pasarme un año tratando de encontrar el dinero, pero supongo que también ayuda el tratar de mantener la escala de las películas que hago dentro de ciertos límites. Además, los que habían trabajado con nosotros en Langosta estaban muy interesados en repetir la experiencia. Creo que lo que más cambió es que ahora hay más gente que vio mis películas.
