11 de noviembre de 2025

El auditorio Nicolás Casullo de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) se colmó de estudiantes de diferentes carreras que se acercaron a participar de una charla poco frecuente en el ámbito académico: «La formación de los/as trabajadores/as de una entidad cooperativa – Análisis de un caso de gestión: Banco Credicoop».
Organizado por la comisión de afiliadas/os de la Filial Quilmes del Banco, junto con el Departamento de Economía y Administración de la UNQ, el encuentro tuvo como eje analizar modelos de gestión cooperativa y su impacto en el desarrollo organizacional y humano. La presentación estuvo a cargo de Emanuel Castaño, docente de la universidad, con la moderación del licenciado Rubén Seijo (director de la Licenciatura en Recursos Humanos y subsecretario de Administración).
El disertante central fue Pablo Imen, gerente de Formación Integral del Banco Credicoop, quien en la parte final estuvo acompañado por Graciela Cayan, gerenta de la Filial Quilmes.
¿Cómo se forma en un banco cooperativo?, preguntó Pablo Imen para abrir la exposición. «Para contestar esa pregunta hay que tener muy claro qué es lo que propone o qué es lo que implica ese proyecto cooperativo como organización. Y para entender qué significa el proyecto cooperativo, hay que comprender esa organización y su historia en un contexto».
Ese fue el punto de partida: entender la formación como parte de un sistema cultural, no como un apéndice técnico. «El punto de partida tiene que ser comprender el contexto y la organización para poder entender nuestra propuesta pedagógica o alternativa, que es bastante compleja».
En su exposición Pablo Imen, aclaró que «el cooperativismo no es una fórmula de gestión, sino una creación histórica y ética. Nosotros decimos que el cooperativismo es una creación histórica que viene de dos vertientes: el llamado socialismo utópico –que desde el libro Utopía de Tomás Moro en el siglo XVI, denunciaba el orden social capitalista– y la experiencia práctica de las primeras cooperativas».
«El cooperativismo se activa frente a las crisis», afirmó Imen y puso como ejemplo la crisis de 2001 en la que «mientras los bancos cerraban, las cooperativas se mantuvieron abiertas y activas, acompañando a sus asociados». El gerente de Formación Integral del Credicoop contó además que «somos un banco que no solo ofrece servicios financieros, sino una experiencia educativa continua. Todos los que tenemos cargos gerenciales o de jefatura entramos como auxiliares. La organización se ocupó de que nos formáramos como cooperativistas y ahora tenemos que formar a otros».
La formación se inscribe en lo que se denomina «modelo integral de gestión», donde la capacitación, la participación y la práctica se retroalimentan. «El aprendizaje cooperativo no ocurre en un aula: se aprende observando en la práctica diaria», subrayó.
Graciela Cayan sumó una mirada complementaria: «Todo lo que se enuncia en la teoría, lo llevamos a la práctica en las filiales: lectura de textos, gestión cooperativa, aspectos impositivos, trabajo en equipo. La realidad se expone y se transforma en la práctica cotidiana». Y agregó: «No es solo la gerencia: hay un equipo detrás. Compañeros, dirigentes, empleados que sostienen el banco con valores de pertenencia, de conjunto y de que nadie se salva solo. Eso es lo valorativo y lo excepcional».
Citando a Paulo Freire, Pablo Imen recordó que «la educación no cambia el mundo, pero cambia a las personas que pueden cambiar el mundo». Y agregó: «Frente a la visión individualista, el cooperativismo propone otra lógica: la de la solidaridad y el trabajo conjunto».
