18 de noviembre de 2025
El sector productivo nacional no para de caer desde hace 22 meses. Fábricas paradas, destrucción de empleos y pesimismo en las perspectivas empresarias.

Siderurgia. El sector muestra signos de estancamiento, con niveles del 18% por debajo de sus máximos históricos.
Foto: Diego Martínez
La industria volvió a caer y está en su peor momento del año. El índice manufacturero de septiembre, último publicado por el INDEC la semana pasada, marcó una caída del 0,1% contra agosto y un 0,7% interanual. En el noveno mes del año, la actividad industrial redondeó su tercer trimestre a la baja: en promedio, retrocedió 2,3% respecto al nivel de producción del segundo trimestre. Y en el acumulado del año, crece 3,8%, comparado con el mismo período del 2024, cuando el sector estaba ya por el piso. Cabe recordar que Argentina fue el país con mayor caída industrial del mundo en 2024. Cayó 9,4%. Para el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) esta caída de la producción industrial de septiembre consolida casi 10 puntos por debajo del nivel previo al gobierno de Milei. Hacia el interior del sector, 7 de las 16 divisiones bajaron. Pero el golpe más fuerte lo sufrió el rubro de textiles, que cayó un 20,5%. El uso de la capacidad instalada textil se ubicó en apenas 41,5%, casi 9 puntos porcentuales por debajo del año anterior. Más de la mitad de la capacidad productiva del sector permanece ociosa. Otros dos sectores, de mano de obra intensivos (si bien con altos porcentajes de informalidad) uno y de empleo calificado el otro, también muestran situaciones muy complejas. Con el freno de la obra pública, la construcción destruyó 120.000 puestos de trabajo en dos años. Los niveles de empleo se ubican en torno a los de 2021, en plena pospandemia, según estimaciones del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (IERIC), que también contemplan a los trabajadores subcontratados.
El otro sector es el de la industria metalúrgica, cuya actividad volvió a caer en septiembre un 5,5% y alcanzó una capacidad instalada en niveles de plena pandemia. Además, alcanzó una variación del −1,1% en relación a agosto. De esta manera, alcanza un acumulado del 0,7% en lo que va del año, mostrando signos de estancamiento con niveles del 18% por debajo de sus máximos históricos, según un relevamiento realizado por la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA). Por su parte, la utilización de la capacidad instalada (UCI) registró una caída del 5,6% interanual, continuando así una caída que alcanza uno de los valores más bajos en términos históricos llegando a 44,5% similares a marzo−junio de 2020. Plena pandemia. En las cinco jurisdicciones metalúrgicas más importantes del país se relevaron caídas. Por ejemplo, Santa Fe (-3,5%), Córdoba (-6,2%), Mendoza (-5,1%), Entre Ríos (-3,2%) y Buenos Aires (−6,2%) registraron retrocesos, sin señales de estabilización en su nivel de producción. El nivel de empleo registra una caída en términos interanuales de −3,2% y con respecto a agosto de −0,3%.
De acuerdo a un informe del centro de estudios de la Unión Industrial Argentina, el 36,3% de las empresas industriales en Argentina redujo su producción respecto del promedio del segundo trimestre del año.
Un magro 21,8% registró incrementos. Mientras que las ventas descendieron en el 43,5% de las firmas. Incluso en las exportaciones, las empresas registraron una caída del 31%.
Oídos sordos
Sin embargo, la tradicional corporación industrial parece estar ajena a los datos de los informes que su centro elabora. En su habitual Conferencia Anual que realiza cada noviembre, su presidente, Martín Rappallini, ligado al grupo Techint y respaldado por Paolo Rocca, enumeró las prioridades de la UIA en estos momentos: la simplificación tributaria, la «modernización» laboral y la recuperación de la competitividad.

Textiles. Un sector muy sensible a la apertura de importaciones, cayó en septiembre un 20,5%.
Foto: Sebastián Casali
A pesar de este catastrófico panorama, y nobleza obliga, producto también de un declive que viene desde mediados de la década del 70, la industria explica hoy el 18% del Producto Bruto Interno, y emplea a 2,5 millones de personas. Constituye uno de los sectores más productivos de la economía argentina, ya que genera empleos con salarios por encima de la media y origina la mitad de la inversión empresarial en investigación y desarrollo.
La mismísima Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en su informe de perspectivas económicas reconoce la tradición industrialista del país −mayor al de la región− y advierte que «la liberación radical» en Argentina debilitará al sector.
«Este modelo enfrenta importantes desafíos en su implementación, especialmente considerando la larga trayectoria industrial de Argentina y sus capacidades productivas acumuladas, que corren el riesgo de ser debilitados en lugar de aprovechadas bajo la trayectoria actual», sostiene el informe. Resalta, además, que va a contramano con las políticas de desarrollo productivo que implementan países del continente. Brasil y Colombia, por ejemplo, apuestan por un modelo estatal con enfoque sectorial para la revitalización de sus industrias.
México, República Dominicana y Costa Rica siguen un modelo enfocado en la integración comercial y la atracción de inversión extranjera directa. Chile y Uruguay, por su parte, siguen un modelo de intervenciones estratégicas en sectores específicos, como litio y energía verde en el caso del primero y servicios y TICS en el otro.
El escenario actual enfrenta a la industria local a varios desafíos: una demanda interna inexistente, una apertura comercial que fuerza a la competencia con productos importados, que impacta en rubros sensibles como el textil, y una magra inversión privada limitan la recuperación de la producción.
Un derrotero de 50 años de declinación, con intervalos de crecimiento de la producción, pero sin una clara política de desarrollo industrial parece haber llegado a su punto más álgido, con un Gobierno que ni tan siquiera tiene un proyecto industrial para el país. En pocos años veremos los resultados.
